Feijóo se lanza a por el voto de las mujeres de espaldas al feminismo y utilizando las denuncias contra Salazar

"El feminismo, a todos nos da lecciones. A mí el primero". La última sesión de control del año comenzó con estas palabras del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, antes incluso de que el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, le echara en cara el caso de presunto acoso machista de su excolaborador Francisco Salazar y la última denuncia conocida el martes por la noche respecto al presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé, que solo unas horas más tarde del cara a cara entre ambos presentaba su dimisión. "Ha pasado usted del 'hermana, yo sí te creo' al 'calladita está mas guapa", le recriminó Feijóo, que también dijo que Sánchez eligió a Cerdán, Koldo y Salazar "a su imagen y semejanza": "Usted es uno de ellos. Ha consentido pisos para amantes, mordidas millonarias y puestos para porteros de discotecas", dijo. Y añadió: "Las lecciones de feminismo se las debieron dar en los prostíbulos" (sic).

Sánchez trató de justificarse alegando que el acoso es un problema "estructural" y que el PSOE castiga a los implicados mientras el PP mantiene a alcaldes como los de Algeciras y Estepona con denuncias semejantes. El primero, José María Landaluce, también senador del PP, anunció este miércoles la suspensión temporal de militancia "para defender su honor". Sánchez, que asumió "en primera persona" los fallos en la gestión del caso Salazar, se escudó en que "la gran diferencia" entre ambos es que ellos "actúan en consecuencia" y que el verdadero problema para las mujeres proviene de la "coalición negacionista" entre PP y Vox.

Pero Feijóo no fue el único en tratar de aprovecharse políticamente de las denuncias contra el excolaborador del presidente del Gobierno. La portavoz parlamentaria del PP, Ester Muñoz, se hizo eco de las denunciantes en su pregunta al ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, al recalcar que "tenían miedo" de ir a su puesto porque Salazar "pedía que le enseñaran el escote", "simulaba felaciones" y "se bajaba la bragueta delante de ellas". Más allá fue su compañero y vicesecretario de Igualdad del PP, Jaime de los Santos, tras interpelar a la ministra Ana Redondo: "Lo que hacen es callar orgías, callar denuncias y bajarse la bragueta".

El PP trata, así, de sacar partido de las conductas machistas que están pasando factura al PSOE con el objetivo de modificar el perfil del PP en materia de igualdad y recuperar el voto femenino, hasta el punto de que la sentencia condenatoria contra el ex fiscal general del Estado quedó en un segundo plano durante prácticamente toda la sesión. Desde Génova mantienen que los socialistas "tardarán años" en "recuperar la credibilidad" dentro de la causa feminista y trazan un paralelismo con la situación del PP tras la sentencia de la Gürtel. "Nosotros no pudimos dar lecciones durante mucho tiempo; ahora ellos tampoco. No solo en corrupción, en feminismo también".

En el equipo de Feijóo buscan que cale la idea de que Sánchez ha permanecido impasible ante las denuncias, aunque el propio presidente del Gobierno asumió errores y aseguró que no se ha cometido ninguna injerencia en los expedientes. Aun así, en el PP sostienen que el machismo "no distingue entre partidos" y que también en su formación se podrán dar casos. La diferencia, recalcan fuentes de Génova, estará "en el modo de responder", aunque lo cierto es que los conservadores no tienen ningún buzón específico para hacerse eco de las quejas de trabajadoras y militantes, y tampoco ningún protocolo.

El PP se lanza a por el voto femenino

No es la primera vez que los conservadores tratan de explotar el feminismo —aunque tienen resistencias para identificarse como feministas— para dañar la reputación de Sánchez. Lo hicieron a principio de curso con los fallos en las pulseras de control telemático a los maltratadores, que culminaron con una reprobación de la ministra de Igualdad. La formación de Alberto Núñez Feijóo convirtió la polémica en el asunto central de aquella sesión de control, como ocurrió este miércoles tras semanas sin poder colocar ninguno de sus mensajes, y acusó al Ejecutivo de "desproteger" a las mujeres.

Pasó lo mismo con la ley del solo sí es sí la pasada legislatura, una norma que Feijóo ha prometido derogar, aunque para ello tuvieron que exagerar las consecuencias no deseadas de la norma al hablar de salidas masivas de violadores y pederastas de la cárcel e incluso de invitaciones a delinquir ante el supuesto abaratamiento de las penas. La verdad es mucho más matizada —apenas un 25% de las condenas fueron revisadas a la baja y en casi todos los casos en proporciones pequeñas—, pero el PP logró imponer el marco de un perdón generalizado producto de la incompetencia del Gobierno.

Los conservadores buscan dinamitar el discurso feminista del PSOE, una de sus grandes banderas, con la intención además de provocar un voto de castigo de las mujeres al Gobierno aunque según los estudios demoscópicos son uno de los principales pilares de apoyo a Sánchez junto con los jubilados, algo que no puede decir el bloque de la derecha. Los socialistas siguen adelantando tanto al PP como a Vox en esa competición, aunque la formación de extrema derecha se está abriendo paso entre las mujeres jóvenes.

Feijóo quiere hacer olvidar cuanto antes que su partido mantuvo vivo durante más de una década un recurso para intentar derogar la ley de plazos que regula el aborto en España y que, si esta norma sigue vigente, es gracias a la decisión del Constitucional, no al PP. Así que en todas su intervenciones atribuye a su partido el “feminismo real” y proclama sentirse “muy orgulloso de militar en el PP”, debido al "legado" que ha dejado este partido para mejorar “de forma objetiva y con hechos, la vida de las mujeres españolas”.

La influencia de Vox

Que el avance de la ultraderecha se apoya más en el voto de los hombres que de las mujeres es un fenómeno general desde la década de los ochenta descrito por primera vez como "brecha de género de la derecha" por la investigadora estadounidense Terri Givens en 2004. Para explicarlo, Givens aludió a motivos como la propagación del feminismo en la sociedad, incompatible con la visión tradicional de la familia y la moral transmitida por los ultras. Y a la imagen del extremismo y la violencia asociados con los derechistas radicales, que suele tener un efecto disuasorio entre el electorado femenino.

La irrupción de la extrema derecha en el tablero político también ha influido en algunos de los planteamientos del Partido Popular al dar cabida a posturas negacionistas y reaccionarias, no solo en el terreno discursivo sino también a nivel institucional. Es lo que ocurrió tras las elecciones de mayo de 2023 con los pactos entre conservadores y ultras en distintos municipios y comunidades, donde las políticas de igualdad se convirtieron en un asunto clave en la negociación con la formación de Santiago Abascal.

Esos pactos se materializaron en la puesta en marcha de medidas regresivas con un impacto significativo en la vida de las mujeres. Valencia, Andalucía y Castilla y León son algunos ejemplos de cómo la entrada de la extrema derecha en las instituciones supuso la asfixia de las políticas públicas de igualdad. Entre los principales hitos de estas alianzas estuvo la eliminación de las concejalías específicas, la introducción del concepto de violencia intrafamiliar o el arrinconamiento de los minutos de silencio.

Un partido masculinizado que no cree en las cuotas

Aunque el PP se presenta como el partido que defiende a las mujeres, la causa feminista nunca ha estado entre sus prioridades. Más bien al contrario. En la reciente manifestación del día 25 de noviembre, De los Santos apareció rodeado de mujeres para acusar al Gobierno de "dividir" al feminismo. Pero fue él quien acaparó los focos, una decisión que Génova justificó después señalando que la causa de la igualdad interpela "a todos", también a los hombres.

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Los conservadores no comparten las tesis feministas que rechazan el punitivismo como respuesta a la violencia estructural contra los cuerpos de las mujeres, sino que precisamente aprovechan los casos de violencia machista para defender penas más duras y más controles policiales, como hizo Feijóo este miércoles, en lugar de enfocarse en la educación y los valores asociados a la masculinidad como el origen del problema.

La dirección del PP tampoco cree en las llamadas cuotas, como se pudo comprobar tras el último congreso del partido celebrado en julio, con ellas relegadas al 35% de los puestos de dirección, una tercera parte del total. El PP eligió que los hombres ocuparan los puestos más destacados de su organización en su mejor momento en las encuestas.

En el ámbito autonómico los números empeoran la radiografía del PP: solo cuatro mujeres, Isabel Díaz Ayuso (Madrid), Marga Prohens (Baleares), María José Sáenz de Buruaga (Cantabria) y María Guardiola (Extremadura) son presidentas autonómicas frente a las siete que actualmente dirigen hombres. La lista la completan Juanma Moreno (Andalucía), Jorge Azcón (Aragón), Alfonso Fernández Mañueco (Castilla y León), Fernando López Miras (Murcia), Alfonso Rueda (Galicia), Juanfran Pérez Llorca (Comunitat Valenciana) y Gonzalo Capellán (La Rioja). La ciudad autónoma de Ceuta también está presidida por un hombre del PP: Juan Jesús Vivas.

"El feminismo, a todos nos da lecciones. A mí el primero". La última sesión de control del año comenzó con estas palabras del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, antes incluso de que el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, le echara en cara el caso de presunto acoso machista de su excolaborador Francisco Salazar y la última denuncia conocida el martes por la noche respecto al presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé, que solo unas horas más tarde del cara a cara entre ambos presentaba su dimisión. "Ha pasado usted del 'hermana, yo sí te creo' al 'calladita está mas guapa", le recriminó Feijóo, que también dijo que Sánchez eligió a Cerdán, Koldo y Salazar "a su imagen y semejanza": "Usted es uno de ellos. Ha consentido pisos para amantes, mordidas millonarias y puestos para porteros de discotecas", dijo. Y añadió: "Las lecciones de feminismo se las debieron dar en los prostíbulos" (sic).

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