protestas del campo

PP y Vox convierten a Puigdemont, la agenda 2030 y el "dogmatismo ambiental" en los enemigos del campo

Un agricultor y un tractor con un cartel durante una concentración en la segunda jornada de protestas, a 7 de febrero de 2024 en Vitoria-Gasteiz, Álava, Euskadi (España).

El campo, en la calle. Las protestas de los agricultores se están expandiendo por todo el país motivadas por el profundo malestar por la situación del sector y con la idea de exigir medidas que hagan viable la producción. Los partidos de la oposición están tratando de capitalizar esa indignación en un contexto de fuerte enfrentamiento político. Y PP y Vox están aprovechando este campo de batalla para buscar culpables y crear también enemigos en sus discursos para los manifestantes.

Pedro Sánchez y el Gobierno de coalición. Los líderes del PP y de Vox, Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, respectivamente, han puesto en el centro de la crítica a la acción del Gobierno, al que quieren que asimile como principal problema de los agricultores en estos momentos con sus políticas. Durante la sesión de control, el expresidente de la Xunta acusó directamente al jefe del Ejecutivo de que la “gran dificultad del campo está sentada en la bancada del Gobierno”.

El popular obvia cuestiones como la sequía y el cambio climático para centrarse en que la situación está provocada, en su opinión, por el “desperdicio” del agua del Gobierno, la falta de un Pacto por el Agua, la no rebaja del IVA de la carne y el pescado o que se proteja más al lobo que a las cabezas de ganado. Desde Vox, a través de Abascal, se ha lanzado contra Sánchez que la “rebelión de los tractores detendrá su traición al campo español que ya está en pie de guerra”.

La “traición” de Bruselas. La UE está en el punto de mira de las derecha como uno de los grandes responsables. Esta crítica por parte de Vox siempre ha existido, pero lo populares se han agarrado a esta línea en las últimas horas. El propio Feijóo citó a Bruselas como uno de los “problemas” para la agricultura española en la sesión de control, un giro que no había dado hasta el momento.

Desde Vox se quiere identificar a la UE como una “traición” al campo español, poniendo como enemigos a los “burócratas” de Bruselas. Y en ese extremo, Santiago Abascal intenta asimilar al PSOE y al PP como gran coalición por “votar en comandita el 89%” de las ocasiones y fomentar el “pacto verde”. El descontento con la Unión es una constante en las manifestaciones del campo europeo. En las protestas en la capital europea se pudo ver a Juan García-Gallardo, vicepresidente de Castilla y León, y a los eurodiputados del PP Dolors Montserrat y Juan Ignacio Zoido. También estuvo el primer ministro de Hungría, el ultraderechista Viktor Orban.

El independentismo catalán. El Partido Popular trata de mezclar también la situación de la agricultura con la búsqueda de una solución para la convivencia en Cataluña por parte de los socialistas. De esta manera quiere trasladar que el Ejecutivo se preocupa más del soberanismo que del campo. El conservador ha llegado a decir a Sánchez: “El problema es que usted sólo mostraría interés real por el campo si la señora Míriam Nogueras fuese agricultora o el señor Carles Puigdemont estuviese sentado al tractor”.

El Partido Popular acusa al PSOE de estar más centrado en la ley de amnistía o en hacer cambiar “de opinión” a los fiscales que en los problemas del campo. Esta línea ha sido explotada, por ejemplo, por la secretaria general del grupo parlamentario popular, Macarena Montesinos, en sus enfrentamientos con el titular de Agricultura, Luis Planas, en el Congreso: “Se corrompieron pagando impunidad por investidura mientras el sector primario sufre. Han estado más preocupados en amnistiar delincuentes que en defender y luchar por los intereses de agricultores, pescadores y de la industria alimentaria”. “Si para Puigdemont fuera un sector prioritario, todo cambiaría”, reza su argumento.

La Agenda 2030. Es uno de los grandes enemigos de la ultraderecha y también está en el centro del disparadero por parte de Vox al calor de las protestas. Santiago Abascal dijo en el Congreso sobre ella: “Es una amenaza de muerte al campo español y un plan de despidos masivos”. Se trata de un plan de acción de Naciones Unidas que fija 17 objetivos con 169 metas para fomentar, entre otras cosas, lograr la seguridad alimentaria, promover el crecimiento económico sostenido y adoptar medidas urgentes contra el cambio climático.

Este plan es una de las grandes obsesiones de la ultraderecha. Vox incluyó su logo en la polémica lona que colocó en el centro de Madrid durante la campaña de las elecciones del 23 de julio en la que tiraba movimientos a la papelera. Para los de Santiago Abascal se trata del “consenso progre” y de una “herramienta de adoctrinamiento”. En algunas de las protestas los agricultores están incluyendo entre sus reivindicaciones acabar con esta hoja de ruta de la ONU.

Los ecologistas. En los discursos que han desplegado el PP y Vox durante estos días al hilo de las protestas siempre aparece como enemigo el ecologismo. Abascal se ha posicionado contra el “ecologismo radical” en la profundización de su discurso donde no existe el cambio climático, por lo que la conservación de la naturaleza se enfrenta a la supervivencia del sector agrícola. El también miembro del partido y vicepresidente primero de Aragón, Alejandro Nolasco, afirmó esta semana que el ecologismo lleva “a la ruina”.

Y a esa ola se ha subido también el PP con Alberto Núñez Feijóo llegando a criticar el “dogmatismo ambiental”. Pero, además, quieren apuntar a las clases urbanas para buscar enemigos. En ese punto, el líder del PP criticó que el Gobierno diga que “no comamos ternera”. Este tipo de frases son habituales dentro de la extrema derecha, que directamente carga contra los “urbanistas”, como dice Abascal, a los que acusa de convertir en “víctimas” a los ganaderos.

Otros enemigos exteriores. Vox también quiere posicionar como culpables en el debate público a otros países. Abascal siempre cita en la crisis agrícola a Turquía, China y Marruecos. El gigante asiático ha sido una constante de la ultraderecha desde la pandemia, llegando a llamar el “virus chino” a la covid-19. También son habituales en la ultraderecha las declaraciones contra el país vecino marroquí, llegando a decir durante la campaña que los primeros votantes de Sánchez serían “los violadores, los pederastas, Txapote y Mohamed”.

Esta semana, el líder de Vox indicó que la “dependencia exterior” de la agricultura es una “sentencia de muerte a una sociedad vigorosa”, que se “debilita”: “No quieren una España de agricultores y de ganaderías, sino de borregos para mentir”. “Lo único que hacen con el CO2 es deslocalizarlo al deslocalizar la producción industrial, energética y ganadera siempre en beneficios de terceros”, sostuvo.

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