Se busca líder para un "mundo libre" de Trump: Europa y sus aliados tejen alianzas

“Hoy ha quedado claro que el mundo libre necesita un nuevo líder. Nos corresponde a nosotros, los europeos, aceptar ese desafío”. Esas fueron las palabras, escritas en una publicación de X, de la Alto Representante para las Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Kaja Kallas, tras el enfrentamiento entre Donald Trump y Volodímir Zelenski en la Casa Blanca que supuso un nuevo terremoto (uno más) en las relaciones entre Estados Unidos y el Viejo Continente. La declaración de Kallas, alguien que ha mantenido durante sus primeros compases en el cargo un perfil más bajo que el de su antecesor, Josep Borrell, dejó claro lo que piensa la UE de este momento de fractura: Trump no es un socio fiable ni puede liderar al bloque occidental, y debe ser Europa quien recoja el testigo.
Sin embargo, no todo es tan fácil. Como señala Oleg Lukin, investigador de Diacronía y colaborador de El Orden Mundial, llenar el vacío que deja EEUU en el liderazgo mundial no solo consiste en encontrar a alguien que se ponga a la cabeza del bloque occidental y actúe como una figura que sustituya a lo que en el pasado representaba el presidente americano. “Con respecto a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE, siempre estamos hablando de mandatos que están previstos para un determinado tiempo. Si un sujeto coge el papel de líder, este tiene que ser a nivel estatal, no personalista. Y por ese motivo se debe realizar algo que ahora no existe en la UE: una política concreta y coherente a nivel de país dentro de cada uno de los Estados miembro”, describe Lukin.
En este sentido, el experto señala cómo la volatilidad interna podría cambiar, de un día para otro las circunstancias de ese posible nuevo liderazgo, como ya ha sucedido en Estados Unidos. “Europa no puede depender de los votantes estadounidenses para su seguridad, tiene que tener una política más profunda y sólida, porque unas elecciones pueden cambiarlo todo. Al igual que, por ejemplo, podría haberlo hecho si en Alemania, en vez de ganar la CDU hubiera ganado el bloque prorruso liderado por Alternativa para Alemania (AfD). Los liderazgos son muy líquidos, dependen de las circunstancias políticas y por eso el personalismo no es la solución”, señala el investigador.
Esto es algo que la UE en su conjunto sí parece haber entendido. Esta semana, como reacción a la noticia de que EEUU dejaría de proveer ayuda tanto militar como de inteligencia a Ucrania, la UE ha actuado de forma conjunta para tratar de tener una voz fuerte en el nuevo orden de Trump. Para ello, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciaba este pasado martes una movilización de 800.000 millones de euros para que las capitales invirtieran en Defensa. Fue un aperitivo de todo lo que se discutió durante el Consejo Europeo del jueves, donde los Estados miembro acordaron un auténtico rearme europeo para, por una parte, ser un actor decisivo en esta nueva era Trump, y, por otra, seguir defendiendo a Ucrania.
Todo ello es, para Mercedes Guinea, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid y experta en política exterior y de defensa de la UE, tan solo la antesala de lo que deben desarrollar los Veintisiete si quieren comenzar a ocupar el espacio que vacío que deja Trump. “Lo acordado en el Consejo es un primer paso para un plan de rearme que debe ser más amplio. El plan es solo una operación para reunir fondos y una fijación de objetivos que comprende todas las formas de guerra sofisticada del siglo XXI: conflictos electrónicos, protección de satélites, toda la ciberseguridad… todo lo que ha mostrado Ucrania que es crítico en una guerra contra Rusia”, explica Guinea.
Los liderazgos son muy líquidos y dependen de las circunstancias políticas, y por eso el personalismo no es la solución
En este sentido, Ignacio Molina, investigador del Real Instituto ElCano, cree que lo fundamental para que la UE pueda ser competitiva en defensa y liderar un nuevo bloque occidental, es gastar de forma conjunta. “El problema de la inversión en defensa es que, si se hace en detrimento de partidas para otros servicios públicos, acabará siendo algo bastante impopular. Por eso, es fundamental europeizarlo. Lo que ahora está fragmentado a 27 podría ser mucho más eficiente si lo unimos. El problema es que llevar esto a la práctica y llegar a algo parecido a un ejército europeo es muy complicado”, explica Molina.
Con todo, otro de los grandes problemas para la UE, y algo que se puede convertir en una debilidad si no se termina reformando, es la necesidad de unanimidad a la hora de tomar decisiones trascendentales en el Consejo. Para Lukin, actores como Hungría, que constantemente ponen palos en las ruedas en todos los asuntos que tienen que ver con Rusia, no benefician a que la UE pueda construir una posición de relevancia: “Esto dificulta desarrollar partidas a largo plazo y lo que al final sucede es que se cae en el cortoplacismo. Por eso, Europa muchas veces llega lento y tarde”. Un diagnóstico sobre la unanimidad que comparte Guinea: “Es verdad que se están encontrando vías para evitar el bloqueo, pero en algún momento la UE va a tener que eliminar ese problema”.
Sin embargo, y pese a esos problemas, la experta también cree que Europa sí tiene la capacidad para ejercer un nuevo liderazgo mundial. “No somos completamente irrelevantes. A nivel militar es imposible que podamos sustituir a Estados Unidos, pero sí tenemos cierto poder económico y para poner sanciones, la cuestión es que los europeos nos lo tenemos que creer”, comenta Guinea. Algo muy relevante, cree Molina, en un momento en el que Trump ha hecho a la UE convencerse de que no puede depender de EEUU para la defensa: “Ya nada volverá a ser como antes. Aunque después de Trump venga una Administración demócrata, Europa ya no se va a fiar”, destaca Molina.
Por ese motivo, para el experto, el liderazgo de occidente en este nuevo orden mundial no podrá venir de un solo actor, sino de una coalición. “No hay una potencia equivalente a EEUU, solo combinando fuerzas se puede llegar a algo que pueda llenar ese vacío. Por eso, creo que el nuevo liderazgo contará con la UE acompañada un grueso de países aliados entre los que puede estar Reino Unido, Canadá y otros actores que vean a Trump como una amenaza”, defiende Molina. Un formato también compartido por Guinea, la cual destaca como la UE está reforzando lazos con ese tipo de países preocupados por la deriva del presidente estadounidense y su forma de entender las relaciones internacionales.
De hecho, esa unión se hizo patente el pasado viernes, en una reunión conjunta entre Antonio Costa, Kallas y Von der Leyen con los mandatarios de Reino Unido, Canadá, Turquía y Noruega para informarles sobre las conclusiones del Consejo Europeo y donde las partes acordaron continuar ayudando a Ucrania y colaborando con el rearme. “Ni Francia, ni Reino Unido, ni Alemania pueden por si mismos liderar. Tiene que haber un grupo de países en el que los Veintisiete tengan un papel importante, aunque no sé si el principal. Incluso, quizás la propia UE como organización no sea el actor sobre el que pivote todo, porque, en este nuevo orden, creo que vamos a ver como progresivamente las capitales van a ir ganando peso en detrimento de Bruselas”, señala Molina.
¿Quiénes se están aprovechando?
Eso sí, alguien se está favoreciendo de este nuevo liderazgo compartido, ese es el primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer. El premier británico está viendo como toda la ilusión que trajo su llegada al poder después de años de gobiernos conservadores se está transformando en frustración y decepción por una gestión que está dejando mucho que desear. Con ese contexto interno, Starmer está encontrando en el terreno internacional un lugar ideal para revalorizar su figura, presentándose como una suerte de puente entre Europa y Estados Unidos y como el valedor principal y más poderoso del bloque occidental.
Ni Francia, ni Reino Unido, ni Alemania pueden por si mismos liderar. Tiene que haber un grupo de países en el que los Veintisiete tengan un papel importante, aunque no sé si el principal
Buena prueba de ello fue la organización de la cumbre de líderes europeos en Londres después de la discusión entre Trump y Zelenski y, también, las conversaciones que mantuvo con el presidente estadounidense y con el ucraniano en medio de la tensión. “Durante la negociación del Brexit, Reino Unido no quería saber nada de la UE en temas como la defensa, pero ahora que ven la posición de Estados Unidos, se están volviendo a aproximar para participar en ese liderazgo compartido”, comenta Guinea.
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Un escenario muy beneficioso para los Veintisiete sobre todo si se tiene en cuenta que Reino Unido posee armas nucleares y puede ejercer de agente disuasor frente a Rusia. En este sentido, Francia, el único Estado miembro de la UE con este tipo de armamento, ya ha hecho valer su posición y con ella también la de su presidente, Emmanuel Macron. “Es la primera vez en la que estamos hablando de que Francia se está planteando ofrecer un paraguas nuclear a todos los Estados miembros”, señala Guinea. En este sentido, para la experta se rompe otro tabú dentro de la UE, que desde su propia concepción se oponía a la proliferación nuclear. Ahora, Francia quiere paliar el vacío que está dejando EEUU también en este sentido, ya que tradicionalmente eran los americanos quienes, con sus armas nucleares, ejercían la disuasión.
El caso de Macron es similar al de Starmer: con una gran debilidad interna, el francés está intentando refugiarse en el terreno internacional para encontrar protagonismo. Él fue quien convocó la reunión de urgencia de líderes europeos en París, tomando la iniciativa ante la conversación de Trump y Vladimir Putin que anticipaba el abandono de EEUU a Ucrania. “Macron está tirando del carro y es un papel que deberían tener todos los mandatarios de la UE vista la situación, su iniciativa debería ser un mínimo para todos. Su actitud es sin duda acertada para impulsar el despertar de los Veintisiete”, defiende Lukin.
Otra de las personas que parece estar cambiando su actitud es la del que será el nuevo canciller alemán, Friedrich Merz. El conservador parece querer tener más protagonismo en la arena internacional que su antecesor, y ya ha propuesto reformar el llamado “freno de deuda alemán” (que limita el déficit estructural de Alemania al 0,35% del PIB), para poder invertir en defensa. Con este hecho, sumado a la actitud más propositiva en cuanto a geopolítica de Merz, podríamos ver un incremento de la importancia del país en la arena internacional y, con ello, un reforzamiento del eje franco-alemán. El liderazgo de la UE también dependerá del éxito del conservador para salir de la crisis existencial que sume a su país.