Von der Leyen promete un segundo mandato centrado en la Defensa ante el riesgo del regreso de Trump

Ursula von der Leyen asiste a una conferencia de prensa mientras el partido CDU anuncia su candidatura para las elecciones europeas, en Berlín.

La agresión militar rusa a Ucrania sacudió Europa. Desde España se ve con la distancia que dan la geografía y la historia, pero desde los países bálticos, como Polonia, Bulgaria, Finlandia o Rumanía, se entendió como una amenaza existencial. Para Alemania fue la caída del caballo después de décadas de buenas relaciones con Moscú. Esa sacudida fue económica, energética, fue una crisis de refugiados como no se veía desde la Segunda Guerra Mundial y fue también militar.

Los gobiernos europeos primero fueron reticentes a ayudar a Ucrania, después a hacerlo con armas pesadas y cuando ya olvidaron las reticencias se dieron cuenta de que la industria militar europea era incapaz de producir munición al ritmo que la disparaban los ucranianos. Los arsenales se vacían para ayudar a Kiev (Dinamarca acaba de anunciar que le cederá todas sus piezas de artillería porque entiende que Rusia ataca a Europa y que Ucrania es simplemente el territorio de las primeras batallas), así que la Comisión Europea quiere que los gobiernos y, sobre todo la industria, hagan más, recuperen una capacidad de producción de armamento y munición como la que tenían a finales de la Guerra Fría.

Eso conllevará un aumento del gasto en Defensa que correrá principalmente a cargo de los gobiernos (el 2% del PIB que exige la OTAN es la base, no el techo) y también de fondos europeos. Las propuestas se van perfilando, pero todo apunta a que en la próxima legislatura habrá un fondo europeo para ayudar a la industria militar a disparar la producción. Varios gobiernos del centro y el este del bloque, como los bálticos, los escandinavos o el alemán, advierten que Rusia atacará a otros países europeos antes de que acabe esta época y que hay que armarse y prepararse antes.

Si a eso se añade la hipótesis, cada día más real, de que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca cuando está anunciando que animará a Putin a atacar otros países europeos y que no cumplirá con la obligación de defensa mutua de la OTAN, la necesidad de que Europa se defienda por sí misma es acuciante, estiman muchos gobiernos y buena parte de los más altos cargos de las instituciones europeas.

Ursula Von der Leyen, antigua ministra de Defensa en Alemania, anunció finalmente este lunes que quiere otros cinco años en la presidencia de la Comisión Europea. Es la gran favorita, pero no lo tiene hecho y sólo se sabrá con seguridad cuando se cuenten los votos de las elecciones europeas, el próximo 9 de junio. Von der Leyen quiere cinco años centrados en dos grandes prioridades: la competitividad económica y el rearme militar. Hay que hacer más cañones, muchos más, y más tanques y más aviones y barcos y misiles. Y munición, decenas de millones de obuses de artillería. Hay que asegurar que Europa puede defenderse de un ataque convencional ruso sin la ayuda del primero americano.

El primer anuncio concreto de Von der Leyen es el de nombrar un comisario europeo de Defensa, puesto para el que suena con fuerza el conservador polaco Radek Sikorski, en competencia con el liberal francés Thierry Breton, ahora mismo comisario de Mercado Interior. Los tratados europeos dejan abierta la puerta a que la Defensa europea se vaya construyendo, pero los gobiernos no cederán por ahí. La idea de un comisario europeo de Defensa va sobre todo en la línea de tener a una figura que potencie la industria militar. La misma Von der Leyen lo reconoció el viernes en la Conferencia de Seguridad de Múnich: “¿Qué competencias (en Defensa) tiene la Comisión? La industria”.

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Von der Leyen ya adelanta, y funcionarios de la Comisión Europea explican de forma anónima que se trata de disparar la producción de armamento y que eso repercuta sobre todo en la industria y el empleo europeos. Comprar más armas, pero armas europeas. Comprar juntos para ahorrar costes y para hacer que las Fuerzas Armadas vayan ganando en compatibilidad. En marzo habrá ya una propuesta de estrategia para la industria militar europea. El actual Fondo Europeo de Defensa, que financia proyectos militares de última generación en los que participen varios gobiernos, será la base para crecer.

Algunos gobiernos estiman que centrar todo el crecimiento industrial en Europa y comprar sobre todo armamento europeo puede tener una contrapartida. Si se deja de comprar armamento estadounidense se desengancha a Estados Unidos de la industria militar europea y Washington perderá aún más interés en participar en la defensa del viejo continente. Quieren por ejemplo que las empresas de Defensa estadounidenses con fábricas en Europa puedan acceder a fondos europeos. Algo que se defiende desde la OTAN para proteger los intereses de Washington.

Además de llevar de la mano a los gobiernos en la preparación ante la eventualidad de una guerra grande contra un enemigo grande (Rusia), Von der Leyen tiene otras prioridades. Después del masivo plan de recuperación para salir de la pandemia, financiado con deuda común europea en un movimiento inédito e impensable apenas un lustro antes, y de poner en marcha las primeras grandes medidas del Pacto Verde Europeo, un segundo mandato miraría a seguir la transición ecológica, consolidar la desconexión energética con Rusia y fomentar la competitividad económica en un bloque que envejece, que necesita mano de obra joven y que a la vez no quiere migrantes.

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