Saber reconocer una cloaca

No se puede tomar a la opinión pública por desinformada o pensar que un asunto que estalla a nivel nacional puede resolverse con un comunicado. Sin necesitad de leer todos los autos de cada instrucción, hay una mayoría que distingue perfectamente la causa contra Begoña Gómez del caso Koldo. Los audios de la afiliada Leire Díez, sin necesidad de que estén en un juzgado, apestan. Cuando una militante de tu partido se sienta con empresarios corruptos investigados por la justicia, se mueve con soltura en ese ambiente, ofrece pactos espurios –e inalcanzables para ella– con la fiscalía y busca cargarse a tenientes coroneles que investigan causas de corrupción que afectan al Gobierno, tu problema no son las informaciones, es la afiliada. A estas alturas de la semana, el PSOE todavía no ha aclarado lo suficiente quién es Leire Díez, cuál ha sido su vinculación con la cúpula del partido y cuándo y por qué dejó de tener cargos en organismos públicos.

El ejecutivo tiene razones para mostrar su disconformidad con las filtraciones de los informes de la UCO, o criticar ciertas actuaciones y causas vacías de argumentos penales sólidos –la propia instrucción de Juan Carlos Peinado o incluso el auto de procesamiento de David Sánchez–. Pero son autopistas muy distintas a los movimientos de Leire Díez. Si el PSOE no es capaz de diferenciarlo y mete en el mismo saco el caso Koldo o las actuaciones de su afiliada tiene un problema mayor que la pulsión político-judicial o los titulares de medios que escalan hasta Pedro Sánchez cualquier asunto. Si no se es capaz de diferenciar una cloaca, el problema es mayor que la cloaca. 

En los grandes partidos hay un Ángel Carromero, un Koldo García o una Leire Díez por federación. Y por más que les delaten las formas, nunca los ven, ni toman medidas hasta que es tarde. Se premia el hooliganismo, el voluntarismo para el trabajo sucio, la adhesión ciega y sin límites. Un perfil que acaba escalando, coge poder y siempre acaba mal. Es una obviedad que la afiliada Díez tiene más vinculación con el PSOE que con el periodismo. La conoce todo Ferraz y ha tenido dos altos cargos, desde 2018 hasta su salida como directiva de Correos en 2024, año del estallido del caso Koldo. Ahora no está en nómina del partido y va de outsider, aseguran. Es una obviedad que esa respuesta se queda corta. La conversación de la afiliada es tan turbia, los términos tan escandalosos que el desmarque tiene que ser radical. 

Si el PSOE quiere desmarcarse de las andanzas por las cloacas de su afiliada y no formar parte de ellas, a su reacción le falta coherencia

Como es habitual, la reacción ha sido lenta y desconcertante. La ministra portavoz Pilar Alegría no puede despachar la explicación con un comunicado un día después de estallar el asunto. Fernando Grande-Marlaska ha hecho lo correcto con el mensaje de apoyo a la UCO desde el primer día, pero debe aclarar si el contenido de las conversaciones de Díez le parece o no delictivo. Como ejecutivo, ya no es que les afecte, es que además son garantes del Estado de Derecho con la obligación de defender al ministerio público, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y así hasta el último rincón de las instituciones públicas. Por no decir la honorabilidad del partido, donde les va el cargo en ello.

De las conversaciones filtradas, sabemos que a la afiliada Leire Díez le interesan supuestas irregularidades de un teniente coronel que instruye las causas que afectan al Gobierno y eso le une al PSOE por más que no cobre del partido. Por eso les falta aclarar para quién creen que trabaja Díez si no es para Ferraz, a quién reporta o si lo ha hecho antes. Por precisar, en las grabaciones publicadas no hay ningún hecho que vincule a Díez con Santos Cerdán. En una conversación donde no se sabe grabada, tampoco habla del secretario de organización. De ahí la dificultad del partido para denunciarla. Pero si el PSOE quiere desmarcarse de las andanzas por las cloacas de su afiliada y no formar parte de ellas, a su reacción le falta coherencia. Si Leire Díez está a sueldo del empresario investigado Javier Pérez Dolset, otro clásico de los bajos fondos durante la etapa de Mariano Rajoy y ahora en esta, le interesa aclararlo más que a nadie.

Solo despejando las dudas, el PSOE podrá también cargar contra la falsificación de la realidad del PP, que es capaz de hablar, como ha hecho Núñez Feijóo, de una reunión en la sede de Ferraz cuando todo el país ha visto la imagen en un despacho de abogados. Un ejemplo de tantos. 

El entorno por donde se mueve Leire Díez es complejo de trasladar a la opinión pública. Se mezcla el “nexo corruptor” del caso Koldo, Víctor de Aldama con Grant Hardin, el empresario corrupto presente en la reunión filtrada y acusado de haberla grabado, ambos comparten el abogado y exfiscal José Antonio Choclán. Por más bajos fondos que haya en la reunión, los audios demuestran que Díez quería desactivar a un teniente coronel de la UCO y tener mano en todas las causas abiertas que afectan al PSOE. Además de las explicaciones, si no acaba expulsada del partido, se dará por hecho que es por algo. Si Díez involucra al PSOE indirectamente y el partido no la denuncia, la lectura será que la protegen en una operación de contención de daños. Sin una desvinculación total, el PSOE no podrá salir de la mancha negra que acaba de colocarse en Ferraz. Porque si no sabes reconocer una cloaca, acabas dentro de ella.

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