Acoso y 'compliance' Baltasar Garzón
Es imposible mantener silencio ante los casos de acoso sexual que están saliendo a la superficie en el PSOE. Hoy brotan en este partido como antes lo hicieron en otros y como presumiblemente seguirá sucediendo en cualquiera de ellos. Desde Errejón y Monedero hasta el caso de violencia de género –de “divorcio duro” lo calificó Feijoó–, del PP.
La violencia sexual no es privativa de los varones de izquierda. Lo es de todos los varones porque lo es del sistema patriarcal, que es un entramado simbólico y material anclado en las capas más profundas de las sociedades del pasado y del presente. Inunda todas las realidades sociales y circula con libertad por las múltiples grietas de los sistemas socializadores para que un porcentaje significativo de varones se sienta autorizado a acosar sexualmente y a ejercer violencia contra mujeres.
Esto no es un juicio de valor, es una descripción de la realidad. La cuarta ola feminista estalló en 2017 precisamente contra la violencia sexual. Sus grandes dimensiones, a pesar de que un enorme porcentaje está oculto, estuvo en la base de las movilizaciones sociales. Si para Marx el opio de las sociedades de clase era la religión, para el feminismo el opio de las sociedades patriarcales es la violencia sexual. ¿Qué ha ocurrido para que la izquierda no lo haya entendido? Como diría el filósofo cartesiano François Poulain de la Barre, los varones son juez y parte al mismo tiempo. La mayoría de quienes elaboran las leyes y también las aplican son varones.
La violencia sexual no es privativa de los varones de izquierda. Lo es de todos los varones porque lo es del sistema patriarcal
Sin embargo, no son favorables estos últimos tiempos para denunciar la violencia sexual. Un conservadurismo totalitario recorre el mundo. Y en este caladero pesca la misoginia. En expresión de Celia Amorós, se está estrechando la malla. La libertad y la seguridad de las mujeres están cada vez más en entredicho. Y la igualdad entre unos y otras se acerca por un lado y se aleja por otro. Y el resultado de esta ecuación no es favorable para ellas.
Estos vientos ideológicos de extrema derecha favorecen un sexismo desbocado. No deja de ser curioso que la negación de los derechos de las mujeres sea uno de los ejes ideológicos de la derecha más extrema y de la extrema derecha, y sin embargo las denuncias de acoso sexual surjan en un partido socialdemócrata.
Llevamos una legislatura sin feminismo. Todo es más importante y más urgente. Las feministas lo hemos dicho una y otra vez. Y ahora les ha estallado en las manos. La falta de políticas de igualdad, los casos de acoso sexual y sacar a las mujeres de su agenda política está teniendo un impacto evidente en la pérdida de apoyo electoral femenino. Han dejado vacío este espacio que está llenando la derecha más extrema, que ahora sí afirma que hay violencia sexual, pero que la perpetran varones migrantes. Esto solo tiene una respuesta y se llama feminismo.
Es necesario cambiar de rumbo, dejarse de retóricas vacías y hacer políticas de igualdad. Dentro de los partidos y de las instituciones. Hay que poner coto a la violencia contra las mujeres. El feminismo no es solo el gran movimiento social de la modernidad; también es una de las fuentes primordiales de legitimidad de la democracia. ¿Qué sentido tiene para la izquierda negarlo? Este Gobierno necesita feminismo para salvarse y las mujeres necesitamos feminismo para vivir.
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Rosa Cobo es escritora, teórica feminista y presidenta de la Red Académica Internacional de Estudios sobre Prostitución y Pornografía.
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