QUÉ VEN MIS OJOS

Una cacería política o un lobo en un gallinero

En estos tiempos ya nada es imposible y menos aún lo inverosímil: los medios técnicos y su hallazgo de moda, la inteligencia artificial, pueden imitarlo y tergiversarlo todo, incluidas voces e imágenes, mezclar el pasado con el futuro, gente de ayer con la de hoy y casi cualquier otra cosa que se le pida. Y a ese clavo ardiendo se agarra en su declaración el hasta hace unos días Secretario de Organización del PSOE, al que el juez, accediendo a la petición contundente de la fiscalía, ha mandado a la cárcel por su presunta participación en una trama delictiva donde se cree que él negociaba, el entonces ministro Ábalos adjudicaba y su amigo Koldo hacía de cobrador del frac. Hablamos de mucho dinero público y de delitos que no son menos graves por ser los mismos que cometieron los gobiernos del PP ni porque las empresas que se llevaban los beneficios del fraude vuelven a ser las mismas de siempre y parezca que, también como siempre, se van a ir de rositas.

El nuevo reo preventivo asegura que no se reconoce en los audios filtrados que le dejan en tan mal lugar, con lo que insinúa que están adulterados, que son un montaje. Para comprobarlo, se encargará a la Guardia Civil un informe pericial que certifique la autenticidad de las grabaciones o si han sido manipuladas. El sospechoso, de quien trata de desligarse su formación, que se declara engañada, atribuye sus problemas con la justicia a una cacería política. ¿La hay? Nadie lo ignora. ¿Existieron –y aún existen en algunos casos– la financiación irregular del PP, la llamada policía patriótica, las inagotables causas pendientes de condena que aguarden el año que viene al partido de la calle de Génova, el lawfare y los magistrados que alteran las declaraciones de sus testigos? Ya sabemos la respuesta. Pero nada de eso le quita importancia a lo que sucede ahora. Si acaso, lo empeora, viniendo de donde viene.

El ataque sin cuartel contra el presidente Sánchez se recrudece con esta munición de gran calibre y sus rivales tocan los tambores para recalcar que estamos hablando de un supuesto delincuente que era una persona de su confianza

El ataque sin cuartel contra el presidente Sánchez se recrudece con esta munición de gran calibre y sus rivales tocan los tambores para recalcar que estamos hablando de un supuesto delincuente que, además, era una persona de su máxima confianza, lo cual es una obviedad: si no lo fuera, no le podría traicionar. Y el argumento es justo el contrario del que usaron ellos para defenderse en su momento: que no les señalaban tramas suyas sino contra ellos. Por supuesto, en la otra orilla, la calle Ferraz le ha cerrado ya la puerta al apestado, lo viene a describir como un lobo que se les coló en el gallinero y espera a que la justicia haga su trabajo: no les queda otra.

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