La crisis eterna entre Sumar y Podemos impulsa a la izquierda nacionalista como la alternativa al PSOE
El espacio a la izquierda del PSOE se encuentra en pleno proceso de reconfiguración, con un Sumar que comienza a sentar las bases de su organización y un Podemos que lucha por su supervivencia. La pugna que mantienen ambas organizaciones les ha sumido en una crisis perpetua, con choques prácticamente cada semana, el último esta misma semana por los despachos del Congreso. Es tal el enfrentamiento que, pese a que ambas formaciones se presentaron bajo la misma coalición el pasado 23J, ahora concurrirán por separado en los comicios gallegos, los europeos y, previsiblemente, también en los vascos.
En este contexto, las formaciones de izquierdas nacionalista son las que, a priori, están capitalizando ese voto que en su momento obtuvieron formaciones como Podemos. Es lo que está ocurriendo en Galicia, con un BNG líder en el especto progresista y con posibilidades de arrebatar la presidencia de la Xunta al Partido Popular, un escenario impensable hace ocho años. En los comicios autonómicos de 2016, fueron Las Mareas las que ostentaron esa segunda plaza con 14 escaños y a 20 mil votos de diferencia del PsedeG. Entonces, el BNG obtuvo 6 escaños.
Sucedió también en Euskadi, donde Podemos llegó a ser primera fuerza en sus primeras generales, por delante del PNV, y con EH Bildu como gran damnificada por el auge de los morados, al pasar de siete diputados en el Congreso a dos. En las autonómicas celebradas en 2016, la izquierda abertzale resistió mejor el embiste y obtuvo 18 escaños por los 11 de Podemos. Casi una década después, la formación liderada por Arnaldo Otegi podría incluso desbancar al PNV como primera fuerza, mientras que el espacio representado por Podemos y Sumar estaría bajo mínimos y podría, incluso, no obtener representación, al igual que en Galicia.
En el caso de Cataluña, Esquerra Republicana siempre se ha situado por delante —a mucha distancia— de En Comú Podem en las autonómicas, aunque a nivel nacional la alianza de Podemos con Barcelona en Comú, ICV y EUiA le situó como primera fuerza política con un 24,74% de los votos en 2015. Esto, que los expertos denominan como 'voto dual', sirve para explicar el comportamiento de los electores en los distintos comicios y es un fenómeno que se da, precisamente, en las autonomías anteriormente citadas. Con todo, la pérdida de apoyos del espacio a la izquierda del PSOE se hizo patente en las últimas autonómicas, cuando ERC se impuso sobre Junts Per Cataluña y los comunes fueron sexta fuerza con 8 escaños.
Estas tres formaciones —ERC, EH Bildu y BNG— prevén aliarse, como ya hicieron en el año 2019 bajo el nombre de 'Ahora Republicas' en los próximos comicios europeos, ya que al ser una circunscripción única necesitan alianzas para expandirse más allá de sus propios territorios. Las perspectivas, según detallan fuentes de estas organizaciones, son buenas e incluso creen que pueden lograr votos en comunidades en las que no se presentan precisamente por el "desencanto" de algunos votantes progresistas que en las generales votaron a Sumar.
Aliados de Sumar sopesan presentarse con la izquierda soberanista
De cara a junio hay formaciones que el 23J se presentaron con las siglas de Sumar y que ahora sopesan hacerlo con la izquierda soberanista. Entre ellas está Drago, encabezada por el exnúmero tres de Podemos, Alberto Rodríguez, Més Per Mallorca y también un sector de Compromís, pese a que estos últimos tienen diputados dentro el grupo parlamentario de Sumar.
En el caso de Drago, descontento tras quedarse fuera de la Cámara Baja, acusó a la coalición de Yolanda Díaz de "falta de democracia interna" y el pasado mes de diciembre se abrió a explorar "nuevas vías de acuerdo en el nuevo ciclo político de 2024". Por lo que respecta a Més, que ya sopesó en 2019 aliarse con ERC, Bildu y BNG —se celebró una votación y ganó, por un voto, la opción de concurrir con Compromís frente a la de Esquerra— y han vuelto a iniciar esos contactos para explorar esa vía, sin descartar, a su vez, hacerlo bajo la lista de Sumar. En el caso de los valencianos, más de una treintena de integrantes del Consell Nacional del partido mayoritario quieren someter la decisión a consulta entre la militancia.
Además, hay otras marcas como Adelante Andalucía, encabezada por la exdirigente de Podemos, Teresa Rodríguez, que han mostrado su apoyo al BNG para las gallegas —en su día, antes de que los morados decidieran presentarse por separado de Sumar, el exvicepresidente Pablo Iglesias también lo hizo— y que podrían tratar de entrar en esta alianza, al igual que hizo Anova en 2019, a quienes la vicepresidenta Yolanda Díaz trató de convencer —sin éxito— para que confluyeran con Sumar el 18 de febrero, y que actualmente son aliados del Bloque.
Toni Aira, profesor de comunicación política en la UPF Barcelona School of Management, señala que la "lógica" de estas formaciones es "táctica" ya que cada una de ellas está" haciendo sus propios cálculos para saber "dónde podrían conseguir más escaños". Esto, a su juicio, da mala imagen, porque "parece que les importe poco" sus aliados, siempre que ellos tengan un escaño. De hecho, considera que lo que ha "desgastado" a formaciones como Podemos o las que antes estaban en su órbita es precisamente que el debate sea "de sillas" pese a que se presentaban como "la gran alternativa", señala en conversación con infoLibre.
El enfrentamiento en la izquierda también puede provocar abstencionismo
La cotizada alianza de ERC, Bildu y BNG contrasta con las opciones que tienen, por separado, Podemos y Sumar en las europeas. Los primeros se presentan con la exministra Irene Montero candidata y quieren demostrar que sigue existiendo un espacio diferente al de Sumar, por lo que descartaron desde un primer momento coaligarse con nadie —evitan anticipar resultados pero consideran que, como mínimo, deberían obtener el de Montero— En Sumar siguen buscando un cabeza de cartel potente y, aunque admiten que las europeas son decisivas, lo fían todo a la acción de gobierno dentro del Ejecutivo central.
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Aira señala que, ante esta disputa, las formaciones soberanistas podrían verse beneficiadas aunque añade algunos matices. "La división interna de formaciones políticas en un espectro de voto puede provocar es un distanciamiento de una parte de sus votantes de la política en general, y no solo de una marca", analiza. En ese sentido, señala que esos electores podrían decantarse por la abstención, al ver que su opción electoral predilecta está "en plena guerra civil", con reproches continuos, "una sensación de pelea familiar a toda costa y sin ningún tipo de miramiento", lamenta.
Además, señala que en el caso de las opciones soberanistas, también se debe tener en cuenta el eje nacional. "Ya no es una cuestión de derecha o izquierda, sino también es una disputa sobre si más o menos España. Es decir, más soberanismo o más centralismo. Ese eje es muy determinante para personas que votan, por ejemplo, en Cataluña", asegura. En esa competición, añade, también entrarían otros actores como Junts Per Cataluña. "Si hay una formación política que pone nervioso al estatus quo en Madrid, y, especialmente a PP y PSOE, es Junts y su líder, Carles Puigdemont", afirma. Para Aira, este puede ser un factor determinante en las europeas porque representa una opción de "antisistema" y "antiEspaña".
Con todo, Aira no cree que sea perjudicial para la izquierda que haya tantas candidaturas en ese mismo espectro ideológico. "Más fragmentación en un espacio no significa automáticamente pérdida de opciones", subraya. Y cita el ejemplo de Andalucía, donde la derecha se presentó en el año 2018 con tres candidaturas —PP, Ciudadanos y Vox— y se dio "una tormenta perfecta" para desalojar al PSOE de la Junta de Andalucía.