PP
Feijóo afronta el nuevo ciclo electoral con el riesgo de repetir los errores del 23J por las exigencias de Vox
"No empiece a repartir ministerios y vicepresidencias como el 23J. Aquello no salió bien". La frase, pronunciada por el líder de Vox, Santiago Abascal, fue un dardo directo a su homólogo en el Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante la maratonaria sesión en el Congreso con motivo de la comparecencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la que realizó una defensa de los servicios públicos frente a “la corrupción inmoral” de la privatización en las comunidades del PP.
Minutos antes, Feijóo había dedicado parte de su intervención a hablar de sus planes en el caso de alcanzar La Moncloa. "Le garantizo que la política de vivienda dependerá de mi vicepresidencia primera", dijo. El propio Sánchez recogió el guante de Abascal y le espetó al líder de la oposición: "¿A quién se la va a dar? ¿A Abascal? ¿A la señora Botella? Si se llegase a crear sería para usted, porque Vox ya le está adelantando en las encuestas".
Las palabras de Abascal revivieron un trauma del que el PP todavía no se ha recuperado, el de las generales del 2023. Envalentonado por el resultado de las municipales y autonómicas de meses atrás, en las que el PP tiñó de azul el mapa, Feijóo dio por hecha su victoria. Es más, en Génova llegaron a avanzar el número de ministerios que tendría ese Ejecutivo —catorce y una vicepresidencia política— y pusieron sobre la mesa algunos nombres. En esa euforia colectiva, que llevó a la dirección nacional del PP a pronosticar un resultado de 150 escaños para arriba, también descartaron la entrada de Vox.
Sin embargo, los errores cometidos por Feijóo en la recta final de la campaña —reconoció que Marcial Dorado era un "contrabandista", no acudió al debate de RTVE, mintió ante las preguntas de la periodista Silvia Intxaurrundo sobre las pensiones y el IPC...— unido a los pactos con Vox en distintas autonomías que, a juicio de Génova, lograron reactivar el voto de la izquierda, dieron al traste con su objetivo. Feijóo ganó, pero no logró la mayoría suficiente para ser investido. Fue Sánchez, de nuevo, el que lo logró.
Tras ese fracaso, el PP se marcó como objetivo llegar a las elecciones europeas del pasado año con una amplia ventaja sobre el PSOE, por lo que el propio Feijóo las planteó como un plebiscito contra el Gobierno. En Génova 13 pronosticaron, de nuevo, una victoria incontestable con la que aspiraban a validar su estrategia de guerra total contra Sánchez, pero tampoco lograron dar con la tecla, ya que los socialistas lograron aguantar mejor de lo esperado, con un 30,1% de los votos frente al 34,2% del PP. De nuevo, las expectativas jugaron a Feijóo una mala pasada.
Las cesiones a Vox en la negociación valenciana
Ahora, el líder de la oposición corre el riesgo de repetir los mismos errores ante el nuevo ciclo electoral. El calendario previsto en Extremadura, Castilla y León y Andalucía, con el que Feijóo busca demostrar la fortaleza de la ‘marca PP’, se ha visto alterado por la dimisión del presidente valenciano, Carlos Mazón, la pasada semana. Tras una semana de incertidumbre Feijóo ya ha designado a su sustituto, Juanfran Pérez Llorca, con el objetivo de seguir gobernando hasta 2027 y evitar un adelanto electoral, incluso si eso supone ceder en determinadas líneas rojas con la ultraderecha.
Para el líder nacional del PP era muy importante empezar este nuevo ciclo con tres victorias del bloque de la derecha frente a una izquierda con escaso poder territorial. Pero los planes de Mazón eran otros y, con su dimisión —en diferido, porque continuará en el cargo hasta que Les Corts invistan a un nuevo candidato o, en su defecto, se celebre una convocatoria electoral—, ha precipitado una negociación contrarreloj en la que Vox tiene todas las de ganar. En su momento, en Génova culparon al presidente valenciano de haber lastrado las expectativas de Feijóo el 23J por su pacto con los ultras
Los ultraderechistas están fuertes en las encuestas, especialmente en la Comunitat Valenciana, lo que les sitúa en una posición aventajada. Abascal ha dejado claro que no tiene miedo de ir a elecciones mientras el PP se prepara, de nuevo, para una agónica negociación que pilotará el propio Pérez Llorca. Lo que quiere evitar Génova a toda costa es una negociación y posterior acuerdo con muchas cesiones que puedan pasar factura a la campaña extremeña que empieza el próximo 5 de diciembre.
Durante el pleno del miércoles, Abascal puso condiciones a Feijóo para dar su apoyo al PP en la Comunitat Valenciana, entre las que situó la construcción de "diques" y "presas" en la Comunidad Valenciana y el rechazo a las medidas de Bruselas que provocan el "terrorismo climático", en sus palabras. Los conservadores dan por hecho que los ultras tratarán de exhibir fuerza en su mayor momento de debilidad interna, como llevan haciendo desde la dana con Mazón.
Guardiola no acudirá al debate de RTVE (igual que hizo Feijóo)
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Pero Vox no será únicamente crucial en la Comunitat Valenciana. También en el resto de comicios, en los que el PP espera conseguir un resultado que les permita seguir gobernando. Sin embargo, el auge de la extrema derecha amenaza la pretensión de los conservadores de conseguir mayorías por sí solos. En Extremadura, el baremo fijado por la dirección nacional es "sumar más que la izquierda junta", al igual que en Castilla y León. En el caso andaluz, desde la dirección nacional del PP dan por hecho que el presidente Juanma Moreno reeditará su mayoría absoluta. Aunque algunas encuestas la dejan en el aire tras la crisis de los cribados que ha suscitado muchas críticas al Ejecutivo.
Por lo que respecta a Extremadura, la presidenta María Guardiola ha rechazado participar en un debate organizado por RTVE en emisión nacional —al igual que hizo Feijóo el 23J— bajo el argumento de que se trata de una "estrategia política de Moncloa" y solo aceptará acudir si se realiza en Canal Extremadura TV, el canal público regional. Sin embargo, a pesar de la negativa de la candidata del PP, RTVE ha mantenido la convocatoria, ya que los líderes de PSOE, Vox y Unidas por Extremadura sí han aceptado la invitación. De nuevo, igual que sucedió en la campaña de las elecciones generales.
En Castilla y León, el presidente Alfonso Fernández Mañueco planteó en su momento adelantar también elecciones, como ha hecho Guardiola. Sin embargo, los incendios del mes de agosto, con tres muertos, más de 166.000 hectáreas arrasadas, poblaciones destruidas por las llamas y enclaves únicos de la comunidad fatalmente dañados, le hicieron cambiar de opinión y acusaron un desgaste que va más allá de la propia acción de gobierno y que canaliza la extrema derecha.