Desde la abuelidad

Begoña Munarriz

A principios de julio nacerá mi primer nieto y, lógicamente, este tiempo de espera me está trayendo recuerdos de mi propia maternidad. Veo que las preocupaciones y los deseos de las madres no cambian en esencia con el paso de los años, pero los modos de crianza sí. 

Cada una somos hijas de nuestro tiempo y no sirve de mucho hacer comparaciones, ni pensar que hay una manera mejor de hacerlo que otra. Avanzan la ciencia, la psicología, los valores sociales, la conciencia... pero lo que no cambia es ni la presión social que sientes por ser la mejor madre posible, ni la culpabilidad por no poder serlo. Al final, desde muchos lugares llega el mensaje, más o menos velado, de que la culpa de todo lo que no funciona es de las madres. 

Cuando tienes una criatura, parece que dejas de ser persona y te conviertes en MADRE, un ser que contribuye a que no se extinga la especie humana, pero que paga un alto precio personal por ello. Vaya por delante que haberlo sido es lo mejor que me ha pasado en la vida.

Cuando fui madre, como a todas, me cambió la vida, pero yo seguía siendo la misma, con los mismos deseos, necesidades, inquietudes, aficiones, ideales..., pero ya no me preguntaban por ellos, solo por mi hija. No es que pases a un segundo plano, es que te quedas sin plano (sin tu individualidad). 

Cuando fui madre, como a todas, me cambió la vida, pero yo seguía siendo la misma, con los mismos deseos, necesidades, inquietudes, aficiones, ideales... pero ya no me preguntaban por ellos

Puede sonar un poco fuerte y, de alguna manera, es una afirmación de brocha gorda, pero algo de cierto hay: lo que me preocupa es que, aunque venga envuelto en otro papel, el regalo envenenado no cambia. Hoy en día, ciertos modelos de maternidad "ideal" creo que tienen un nivel de exigencia y de intensidad mucho mayor de la que yo viví. 

Me parece estupendo tener más información, prepararte mejor para ser madre, tener más consciencia de las necesidades de las criaturas y de sus diferentes etapas de desarrollo, etc., pero me resulta tremenda la supeditación total a la criatura: todo a demanda, la lactancia extendida –a mi modo de ver, excesivamente en el tiempo (casi pasas a ser el chupete de tu bebé hasta los dos años o más)–, la glorificación del parto "natural", la idea de que sin porteo o colecho es más difícil crear un buen apego... 

Por supuesto, cada una ejerce la maternidad como mejor la entiende o la siente, pero en el fondo, la presión social sigue siendo la misma o, incluso, mayor. No dejamos de tener un ideal de maternidad imposible de cumplir y un olvido de que antes de ser madres somos personas y de que, después de serlo, seguimos siendo las mismas. No desaparezcamos.

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Begoña Munarriz es socia de infoLibre.

Begoña Munarriz

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