Ansia de poder

Mariano De la Puente Mayenco

Amanecía. Una zorra, al salir de su guarda, miró su larga sombra y dijo: Hoy almorzaré un camello. Su inmensa sombra la engañó. Pasó toda la mañana buscando camellos. Llegó el mediodía, el sol estaba en lo más alto, cansada, miró bajo su vientre, la sombra era mínima, y se dijo: Bueno, me conformaré con un ratón (Khalil Gibran). Así describía nuestro poeta libanés el ansia de quienes salen al mundo lanzados a depredar lo que encuentren, sin medida, incapaces de contenerse hasta que la realidad les devuelve a su sitio.

En esas están algunos de nuestros prohombres y mujeres de la economía, la política, la cultura, de la sociedad en general. Salen al escenario incapaces de medir sus palabras y, a veces, sus acciones

Ejemplos hay a mansalva. Cuando el jefe del gabinete de la presidenta de Madrid sale de la madriguera, su proceder vocinglero y faltón muestra la talla de interfecto. Sus berridos se pierden en el aire, ¿le responderá la justicia? En el Instituto Cervantes, su director arremete contra el director de la RAE, y al instante salen las cuadrillas de escribidores subalternos y se meten en faena. En el mundo empresarial, sus representantes solo desean que los empleados apenquen y callen. El Consejo General del Poder Judicial acaba de descabalarse; ¿volverá al limbo de hace años? Los consejeros del PP abandonan el Consejo Interterritorial de Sanidad, el ministerio “llora”, habla de deslealtad. ¡Somos los pacientes los que nos lamentamos ante las explicaciones patéticas de algún consejero de sanidad!

De entre todas estas instituciones, organismos, comisiones, hay uno cuya utilización partidista es escandalosa: el Senado. Dice el artículo 69 de la Constitución: “El Senado es la Cámara de representación territorial”. Sus señorías han tirado de diccionario y no han llegado a la tercera acepción: Conjunto de personas que representan a una entidad, colectividad o corporación. Se han instalado en la espuma del espectáculo, comedia, función, y ahí están utilizando de manera espuria la institución. 

Tras los primeros espadas brilla esa claque satelital, que en momentos señalados siguen el guion y el argumentario partidista; seguidistas ruidosos, faltones y groseros, ciegos ante los enemigos de la democracia. Nacionalistas insolidarios.  ¿Les da igual a todos estos?

El interés partidario ha primado en algunas democracias liberales y los ciudadanos observan hastiados e incrédulos cómo unos pocos elementos se están cargando el Estado de bienestar, base de la democracia

España, la olvidada y la otra, contempla cabreada y da la espalda a algunos políticos por cómo utilizan las instituciones. ¿Se dan cuenta esos lumbreras? ¿No ven a esas alimañas patrioteras, de maneras esperpénticas, cómo vociferan y actúan, pero, sobre todo, cómo acechan para saltar sobre la presa, la ciudadanía? El interés partidario ha primado en algunas democracias liberales y los ciudadanos observan hastiados e incrédulos cómo unos pocos elementos se están cargando el Estado de bienestar, base de la democracia. No nos gustan los estados capitalistas-leninistas que describe el diplomático Rafael Dezcallar.

Es necesaria luz para que la zorra se detenga. La democracia no puede convertirse en un armazón como ha ocurrido en Venezuela o pueda estar sucediendo en EEUU y sucedió en Rusia tras Gorbachov. El pueblo asiste estupefacto a la desidia de tanto divo arrogante, frecuentemente sanguinario. La urna les espera, aunque se afanan por eliminarlas.

En vez de salir como la ansiosa zorra, los líderes y adeptos sectarios deberían ponerse ante el espejo, conectarse con la ciudadanía y dedicarse a trabajar para los ciudadanos. Algunos se han dado a la depredación, a la manipulación y al canibalismo de las instituciones. En el caso español, leer la Constitución cada mañana y, más importante, entenderla y aplicarla frenaría el insaciable ansia de poder de algunos indecentes.

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Mariano de la Puente Mayenco es socio de infoLibre.

Mariano De la Puente Mayenco

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