Asesino Trump

Verónica Barcina

No se puede afirmar que sus manos hayan matado a alguien con alevosía o ensañamiento, pero sus palabras, sus gestos y sus omisiones lo acreditan como asesino, tal vez el más peligroso del mundo en activo. Con alevosía promovió el asalto terrorista al Capitolio donde sus seguidores causaron la muerte de un policía y hubo cuatro víctimas más por disparos y problemas de salud relacionados con la “emoción” del momento. Con alevosía, alienta a sus acólitos para agredir y asesinar a políticos demócratas. Con alevosía, siembra el odio al emigrante, al homosexual y a las mujeres que lo sufren, como en los peores momentos del Ku Klux Klan, con miedo de morir por un disparo o bajo la rodilla de un policía.

Cuando la mafia toma el control, nadie está a salvo, ni los propios miembros de la famiglia. Con la justicia, la policía, la prensa y la clase política sobornadas o extorsionadas, Al Capone sólo pudo ser detenido y encarcelado por un delito fiscal, a pesar de haber llenado el país de miedo, silencio y sangre. Lo mismo está haciendo Trump dentro y fuera de EEUU con el agravante de que, a los modos mafiosos, ha añadido prácticas del fascismo. En realidad, el mafioso de la Casa Blanca hace lo que esa desgracia de país lleva haciendo desde su fundación, sólo que sin esconderse, sin disimular siquiera, presumiendo de un poder que hace muchas décadas dejó de ser democrático. Con Trump, EEUU es una dictadura.

Trump es continuista de la tradición estadounidense de acosar a etnias aborígenes, negros, hispanos y otras minorías dentro de sus fronteras. Fuera, Vietnam, Korea, Chile, Argentina, Cuba, Afganistán… son ejemplos de injerencia política y militar en todos los continentes. En los años 50, el senador McCarthy persiguió con acusaciones basadas en sospechas de deslealtad, comunismo, subversión o traición a la patria a sus compatriotas, con total desprecio a los procesos legales y pisoteando los derechos humanos de los acusados.

Hitler usó el poder emanado de las urnas para imponer su propio poder con la amenaza de la wehrmacht y las SS, contando con el silencio cómplice de la sociedad y colaboracionistas en diferentes países. El mundo calla ante los atropellos de un delincuente decidido a abolir la Democracia en el mundo para ponerlo, mediante gobiernos fascistas, al servicio del capitalismo neoliberal contando con las armas de la guardia nacional, la VI flota, el pentágono, la CIA, el FBI, la OTAN y los aranceles. Y el mundo calla, cómplice y sumiso.

Trump quiere suicidar a España. La viga maestra de Europa luce como un secadero de jamones con todos los países penduleando con la soga del 5% del PIB para Donald al cuello. ¿Todos? ¡No! El ala progresista del gobierno ha convertido a España en la aldea gala que resiste al invasor, amenazada con aranceles y, temamos lo peor, con la posibilidad de un golpe de Estado apoyado y pedido por Ayuso/Abascal para manejar el negocio o, peor todavía, acusar a Pedro Sánchez de narcotraficante y bombardear el Falcón con total impunidad. La dignidad tiene un precio y PP y Vox lo han fijado en 30 denarios de plata.

La política hoy está bajo mínimos, como la credibilidad del premio Planeta, el Nobel de la Paz o la moral católica

Ante la deriva autoritaria de corte fascista y militarista que Trump trata de imponer al mundo, valen todos los recursos, incluso la nostalgia. La política hoy está bajo mínimos, como la credibilidad del premio Planeta, el Nobel de la Paz o la moral católica, de tal forma que se pueden desempolvar las viejas reivindicaciones con sus lemas y pancartas, válidas en el siglo XXI. “OTAN No, Bases Fuera” es un grito reivindicado por la izquierda desde los 80 que urge recuperar hoy. ¿Sacaría Pedro a España de donde la metió Felipe? De entrada, NO.

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Verónica Barcina Téllez es socia de infoLibre.

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