From lost to the river

Alfredo Díaz

Imaginaos que vamos en un avión, escuchamos cómo se paran los motores y notamos cómo este empieza a caer. Entonces el comandante nos pide a los pasajeros que rompamos las ventanillas como podamos, saquemos los brazos y los movamos de arriba abajo para que el avión pueda seguir volando hasta el aeropuerto más cercano.

No hace falta ser ingeniero aeronáutico para llegar a la conclusión de que la situación es grave y la orden —ridícula, ineficaz y peligrosa—  responde a la desesperación. Porque va a ser difícil romper las capas de policarbonato de las ventanillas. Y si se rompieran, los pasajeros serían succionados como quien aspira un espagueti.

Pues algo así les dijo el —de momento— comandante Feijóo a los pasajeros del PP cuando citó al presidente Sánchez a comparecer ante la comisión de investigación del Senado. Por definirlo en el inglés de Alberto: from lost to the river.

Porque no hace falta tener un grado en Políticas para llegar a la conclusión de que su orden —ridícula, ineficaz y peligrosa— solo respondió a la desesperación del bro del narco y demuestra que su situación en el PP es más delicada que la de Luis XVI en aquel verano de 1789.

El caso es que, para coger un poco de aire, el voyeur de conejos ha metido al PP en un embolado de cuidado. Porque las comisiones de investigación las carga el diablo y a poco que te descuides te puede salir el tiro por la culata, como a Charlie Kirk. Y eso fue lo que sucedió.

Esta comisión era la última bala del número dos de Ayuso para tomar La Moncloa. Y decidió dispararla un día después del funeral por las victimas de la dana

O eso creo porque, claro, “en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Y a lo mejor yo lo estoy mirando a través de dos cristales transparentes y antirreflejos engarzados en una montura Dior Monsieur.

Y para el interrogatorio optaron por un tipo al que le quedaba grande el traje y más grande todavía el cargo de senador. Un garabato al que blindaron para protegerle de su nefasta gestión del Zendal. Un cantamañanas que quería hacer méritos en un auto de fe que le salió rana al partido de la Gürtel, la Kitchen y la Púnica. Un Daniel Kaffee de saldo que pedía con voz de pito al presidente que contestara sí o no a la pregunta de si ordenó el “código rojo”. Patético.

Esta comisión era la última bala del número dos de Ayuso para tomar La Moncloa. Y decidió dispararla un día después del funeral por las víctimas de la dana en el que Mazón sintió en su nuca el aliento helado de los familiares de las personas que murieron por su culpa.

Veremos si el PP no tiene que organizar otros dos funerales. Uno por el eterno descanso del ¿homicida imprudente? de El Ventorro y otro por el del gestor que vino a hacer política para adultos y se quedó en memo. Perdón, meme.

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Alfredo Díaz es socio de infoLibre

Alfredo Díaz

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