Mal menor
Ay, Jesús, Jesús. Habrá que cambiar la pena de este malmenor que dices por la alegría de lo mejor, de lo bueno. Que mira que le dicen a la izquierda que tiene que cambiar el relato y nada, ahí vas tú con tu artículo malmenorista de hoy. Pues no. Un mal menor sería un Gobierno del PP frente a un gobierno de Vox. Los dos malos, pero uno peor.
Y además, los dos Gobiernos de coalición que hemos tenido en este siglo XXI no han sido tan malos: han sido buenos (y muy españoles, que diría Rajoy). Que tampoco es cuestión de echar por tierra que seamos el único país europeo con Gobiernos de coalición de la izquierda. Al contrario. Ni que en la voz alzada en pro de Palestina –lástima que miles de muertos tarde– sea, haya sido, la de España una de las primeras.
Claro que se pueden hacer más cosas, pero también hay más países y más presidentes, que tanto tirar de la cuerda, a ver si ahorcamos al nuestro. Hay gente experta en ver lo malo, en fijarse siempre en lo malo (de los demás, claro, de lo suyo todo es bueno y más si le engorda la cuenta, para qué engañarnos). Incluso cuando no toca, cuanto está fuera de lugar y de tiempo, como aquello de soltarle Iglesias a Sánchez lo de la cal viva, decenas de años después de lo sucedido. Claro que es una habilidad ese bisturí buscando lo malo, lo retorcido, lo que desentona, pero también es una forma de amargura o producto de una educación recibida, vete tú a saber. El caso es que ese tipo de jugadas no conducen a nada, en nada ayudan.
Y la política, la política real, la política en este mundo tan cambiante debe ser hecha entre todos, sin consignas, con actos y jugadas valientes y creativas, un cogerle el guante y darle la vuelta y continuar
No son síntoma de inteligencia. Ni de inteligencia sana. Favorecen más la exclusión y el castigo que el juego en común. No ayudan a la creatividad. Y la política, la política real, la política en este mundo tan cambiante, debe ser hecha entre todos, sin consignas, con actos y jugadas valientes y creativas, un cogerle el guante y darle la vuelta y continuar. Seguir avanzando. Hay que tener una inteligencia rápida y a largo plazo. En esto Sánchez es genial. Va dando pasos, no sienta cátedra, claro que no, todo va cambiando y hay mil caminos. En esto entran el resto de actores, políticos, periodistas, ciudadanos… Cualquier artista te lo dice, de todos los errores pueden surgir caminos nuevos, cosas nuevas. No tirando piedras, sino colaborando. Con voluntad. Como ahora, en la calle, creando un ambiente, una ola de indignación que ya es mundial, un grito de "stop genocidio".
En fin. Que hay jugadas que no son buenas ni malas. Como impedir el fin de la Vuelta ciclista. Son actos… singulares. En términos más modernos y científicos, son singularidades. Aperturas, inicios de hechos. Como cuando los directivos de periódicos se meten en charcos. Como para no. Después de lo que hemos vivido estos días, depresiones postaborto y paseos por el Mediterráneo en busca de subvenciones, el que no vea las orejas al lobo es que es ciego o no tiene corazón. Toda la razón: habría que concretar unos presupuestos y no esperar a que llegue esta tropa tan bien definida: castiza, casposa y vengativa. Es incomprensible que Podemos se niegue a colaborar.
Recogiendo la invitación al debate, una cosa: no entiendo por qué Sumar está de capa caída. Hacen un buen trabajo.
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Olga Gutiérrez es socia de infoLibre.