Resultado del juicio contra el fiscal general del Estado: ¿4-3 ó 5-2?
Se han celebrado ya tres sesiones de la vista oral en el juicio que el Tribunal Supremo sigue contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Tratándose de un juicio público y, como todos, contradictorio, se dilucidan los indicios inculpatorios que presentan las acusaciones contra los exculpatorios de las defensas. De la valoración de unos y de otros, elevados a pruebas concretas y evidentes, los jueces decidirán si le condenan o absuelven. Y después de estas tres sesiones, de los testimonios de los fiscales y periodistas que han intervenido ya, resulta evidente que los indicios inculpatorios por la revelación del secreto del que se acusa a García Ortiz por la querella de González Amador no existen. El diario El Mundo, después de la primera sesión, tituló en portada “Demoledor arranque contra el Fiscal del Estado, ¡lo has filtrado!”, refiriéndose a la declaración de la fiscal superior provincial de Madrid, Consuelo Lastra. Y en la segunda, Miguel Ángel Rodríguez (MAR) y el querellante, González Amador, en una declaración victimista y con la vista puesta en sus fraudes fiscales, atacó sin rubor al fiscal general del Estado, porque le ha “matado públicamente”.
Escribe JJ. Gálvez: “La tercera sesión del juicio a Álvaro García Ortiz concedió a la Fiscalía y a la Abogacía del Estado, que ejerce la defensa, algunas de sus mejores bazas para reclamar la absolución”. Como es lógico, en las sesiones que faltan, las acusaciones y las defensas echarán el resto pidiendo la inculpación o la absolución del fiscal general del Estado para convencer al tribunal. En estas líneas expondré mi pronóstico –solo pronóstico–, que, adelanto, será inculpatorio.
El juicio se ha convertido en un juicio internacionalizado, al ser la primera vez que en España se sienta en el banquillo a un fiscal general. Y lo que más llama la atención es que sea por la revelación del secreto de un fraude cometido por González Amador, investigado por la Hacienda Pública y que había admitido previamente ese delito ante la Fiscalía.
Se ha entendido por los analistas y juristas, según ha transcurrido la instrucción, el celo de Ángel Luis Hurtado, instructor del Supremo, por perseguir con una exhaustiva investigación –alguna de dudosa legalidad y muy pocos resultados– la participación de García Ortiz en esa revelación de secreto.
Según ha transcurrido la secuencia de los hechos investigados, las señales que ha enviado el Tribunal Supremo indican que pretende la condena de García Ortiz. Y han apoyado la condena dos asociaciones de fiscales poniendo todo su afán, su ansia, su obsesión, su impaciencia en su dimisión.
En un juicio solo caben dos posibilidades: el acusado es culpable o es inocente. Esta decisión la tomarán siete magistrados del Tribunal Supremo, por unanimidad o mayoría. No cabe el empate. Extensamente analizado el caso, abundan los optimistas con análisis certeros y contundentes, con argumentos jurídicos sólidos, explicando los hechos que han dado lugar a este juicio único e inexplicable. Opinan como muy improbable que el fiscal general sea culpable. Yo me siento pesimista.
Este juicio no se explica si no es por la profunda animadversión del TS a la persona de García Ortiz
Para llevar a juicio a García Ortiz, es suficiente con enumerar algunos hechos: de los siete magistrados que componen la Sala, cinco de ellos admitieron la querella por consenso interpuesta por González Amador. A mi juicio supone una anomalía jurídica ya de la escasa imparcialidad de los magistrados del TS. Cabría esperar de tan Ilustres magistrados que se hubieran abstenido o, en su caso, la defensa de García Ortiz les hubiera recusado, por enemistad manifiesta. Los jueces han dado por correcto y válido el allanamiento de su despacho, lesionando sus derechos fundamentales. Además, el instructor Hurtado le impuso una fianza de 150.000 euros (Amador pedía 300.000), que luego rebajó a 75.000 cuando ya el fiscal había ofrecido bienes suficientes. El borrado de los mensajes de su móvil se ha tomado por el TS como una prueba de culpabilidad. Este borrado ha dado motivo a un gran debate, como si la correspondencia no fuera un asunto totalmente privado garantizado constitucionalmente.
Desde el primer momento, el objetivo primero y único del Tribunal Supremo ha sido que García Ortiz dejara el cargo, dimitiera. Los desencuentros y diferencias de criterio con él vienen desde su nombramiento y culminan con el informe en favor de la amnistía ante el Tribunal Constitucional. Una decisión insoportable para el TS, que hizo del juicio al procés su bandera y piensa que, al izarla, ondeando al aire, fortalecía la unidad de España. Si la política podía, la justicia no podía estar amenazada. Y ahora ha surgido una ocasión pintiparada. Como García Ortiz se ha mostrado firme y no ha dimitido voluntariamente, el TS pretende obligarle. El juicio tiene una intencionalidad política indiscutible. En este caso la justicia también se siente amenazada. Este juicio no se explica si no es por la profunda animadversión del TS a la persona de García Ortiz.
Al final, deshacer este lío monumental le va a costar al TS sangre, sudor y lágrimas. Los testimonios de los periodistas que intervinieron en la tercera sesión lo hicieron a favor de García Ortiz, manifestando que no fue la fuente por la que conocieron el secreto. El último “detallito”, por el que mantengo mi pronóstico, lo expresó el presidente del Tribunal cuando dijo: “no nos amenace” ante las palabras del periodista Precedo, cuando declaró: “Yo tengo un dilema moral gordo, porque yo sé que la fuente no es el fiscal general y es a quien se está juzgando, pero no puedo revelar mi fuente”.
Como conocerán muchos de los lectores, las acusaciones particulares solicitan hasta 6 años de cárcel, y muchos años de inhabilitación, tanto para ejercer de fiscal como de fiscal general. Mantendrán sus peticiones esta semana.
El título de estas líneas se parece al resultado de un juego entre rivales, con la única diferencia de que va con interrogación. Podía ser (lo es) el resultado de un partido de fútbol de un derbi o un clásico. Manuel Jabois no me ha dado la idea, pues el título le tenía en mi cabeza hace un mes, pero sí me parece necesario manifestar que no quiero quedarme a su zaga. Como seguidor atlético, soy tan apasionado como él madridista. No hay crónica política o, en este caso, judicial, en la que el forofismo madridista de Jabois no eche mano del fútbol para introducir o explicar un relato de lo más variado. Léanlo, aunque en este caso no sea para zaherir al Atlético: “Todos los aficionados atléticos recuerdan lo vivido en el Metropolitano el 13 de marzo de 2024, cuando el Atlético de Madrid eliminó al Inter de Milán en octavos de Champions, pero solo uno ha tenido que recordarlo en un juicio. En el Supremo, ni más ni menos, por algo era Champions. El Atleti ganó aquel partido en los penaltis, titulado en El País, como de “un equipo épico, grandioso e histórico”, y “de un partido memorable”". (¿Quién te lo dijo?, El País, 4/11). Se refiere Jabois al fiscal Salto, “al que frieron a llamadas” porque viendo ese partido tuvo que salir reclamado por otros fiscales a cuenta de los correos que comenzaban a circular.
Más oportuno, imposible. El resultado del último derbi de Atlético de Madrid- Real Madrid. 5- 2; o, como dicen ahora los comentaristas en la retransmisión de los partidos en Sky News, 5 por 2, para hacer mi pronóstico del resultado del juicio. Posible y probable. Siete son los magistrados que están oyendo a fiscales, testigos, acusadores y defensas. Por las declaraciones de todos tienen que llegar a un convencimiento personal y colectivo. Y no vale el empate. O absolución o condena. Y yo, pesimista frente a los optimistas, me inclino por la condena con el resultado del último resultado del derbi. Cinco votos de magistrados a favor de la condena y dos votos particulares a favor de la absolución. Tampoco quiero pillarme los dedos. En el juicio del procés, el Tribunal Supremo llegó a un consenso para lograr la unanimidad rebajando los delitos de rebelión a sedición, ante su división. Puede ocurrir y más. Como el objetivo era y es apartar a la persona de Álvaro García Ortiz de la Fiscalía General del Estado, no es aventurado señalar que su condena fuera únicamente de inhabilitación. Cumplirían así con su animadversión. Si se decidieran por su absolución, ante la falta de pruebas, podría darse el resultado del derbi. Prestemos atención al voto de Manuel Marchena. En cualquier caso, la sentencia, sea en un sentido u otro, tendrá que ser muy bien explicada. Europa nos está mirando. Es imposible encontrar una frase que sintetice mejor aplicada a este juicio que la dicha por Manuel Rivas, referida hace unos días por el fiscal Carlos Castresana: “La justicia pertenece al campo de las fuerzas del alma”. Todavía cabe la esperanza.
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Felipe Domingo Casas es socio de infoLibre.