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Comerse Madrid en cien bocados
Salir a visitar un cementerio británico, participar por el camino en una batalla naval, terminar viendo una colección de meteoritos y, de postre, meterse un bocata de calamares entre pecho y espalda cementerio británico batalla navalcolección de meteoritos. Así se podría pasar un día de visita en Madrid, una ciudad que, más allá de sus grandes hitos, conocidos ya por casi todos, esconde innumerables secretos y lugares recónditos.
Ángeles Vázquez ha compendiado cien de ellos, entre sitios físicos y actividades que se pueden realizar, y los ha editado bajo el título 100 cosas que hacer en Madrid al menos una vez en la vida, de Lectio ediciones (puede leerse un extracto del libro aquí).
Todos reales, los ejemplos iniciales pasan por el barrio de Carabanchel, donde se entierra a cristianos no católicos del Reino Unido, el de Vallecas, donde todos los años se organiza una particular naumaquia a base de lanzar cubos de agua al prójimo, y el Museo Nacional de Ciencias Naturales, que guarda restos de fragmentos espaciales. Y el viaje no acaba ahí.
Aunque originaria Guadalajara, la autora –periodista de profesión- se considera hija de la capital. De ahí ese interés y esa pasión por una metrópolis que, dice, puede recorrerse exhaustivamente gracias a estas recomendaciones de sus puntos "imprescindibles". “Lo que cuento son muchas curiosidades que no todos conocemos", explica, "como por ejemplo la existencia del Panteón de hombres ilustres, una visita que es obligada en París y de la que aquí no mucha gente ha oído hablar, y que además está muy céntrico, en Atocha”.
Dedicado tanto a los habitantes capitalinos como a todo aquel que quiera visitar la urbe, el libro, dice Vázquez, está escrito ante todo con voluntad de originalidad. Por eso, aunque se invita a recorrer el museo del Prado –lo que no es precisamente un descubrimiento-, las sugerencias no pasan por contemplar Las Meninas de Velázquez o alguna de las pinturas de Goya. “Recomiendo visitar la Gioconda del Prado (una copia de la original realizada por Leonardo da Vinci). Si todo el mundo que va al Louvre tiene que visitar su Gioconda, aquí también deberían”.
Cien propuestas, en cualquier caso, no son suficientes para asomarse a todos los recovecos que se ocultan por Madrid. Por ejemplo, las gallinejas, un típico manjar de la capital hecho a base de tripas de gallina, no cuenta con su propio apartado. Pero Vázquez, aunque no le gusten, no se ha olvidado de ellas: “Las he incluido en el de la Pradera de San Isidro, porque no había 101 capítulos”.
La misma estrategia ha utilizado para cubrir otras cuestiones: cuando habla del céntrico café Gijón, histórico punto de encuentro de literatos, aprovecha para mencionar más bares, y de paso, nuevas librerías. O cuando presenta el teatro Guindalera, mete además el microteatro o las salas alternativas. “Madrid te permite hacer de todo, pero es una ciudad que destaca sobre todo por su ambiente y por su marcha”, concluye la autora, “a mí me encanta porque siempre hay gente en la calle”.