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Cultura

Jesús Gil, el (delincuente) líder carismático

Jesús Gil y Gil, en el documental 'El pionero', estrenado por HBO.

—España es tierra de conquistadores. ¿Es usted un conquistador, señor Gil?

—Conquistador en sí, no. Soy, o por lo menos me tengo por, creador. 

Jesús Gil y Gil, alejado todavía de esa imagen de jacuzzi y cadena de oro que se convertiría en marca de la casa, habla en la Televisión Española en blanco y negro de 1968. Es una de las imágenes que recupera El pionero, el documental de HBO sobre el empresario y político que estrenó su primer capítulo el pasado domingo. La serie, que se ha convertido en la primera producción original que la cadena pone en marcha en España, se propone componer un retrato del que fuera alcalde de Marbella, presidente del Atlético de Madrid... y poseedor de un largo y variado historial de condenas: homicidio involuntario, estafa, prevaricación, apropiación indebida... 

Pero el primer capítulo —las otras tres entregas irán llegando a la plataforma cada domingo hasta el 28 de julio—, ni siquiera nombra explícitamente estas acusaciones. La primera entrega pone los cimientos se dedica a hacer una sucinta introducción al personaje, esboza sus orígenes familiares, narra su primer gran escándalo con el desastre de Los Ángeles de San Rafael y lleva al protagonista hasta la alcaldía de Marbella y la presidencia del Atlético de Madrid, los tronos que le permitirían vivir su época dorada. Porque, al menos en su comienzo, El pionero no parece estar interesado en construir el perfil de un criminal, sino el de un líder carismático, un embaucador y un empresario con olfato. 

Es fácil ver, por tanto, a qué despeñaderos se arrima peligrosamente el documental dirigido por Enric Bach y producido por Justin Webster (responsable también de Muerte en León, sobre el asesinato de Isabel Carrasco), que firman el guion. El periodista Juan Luis Galiacho, que siguió de cerca a Gil desde sus primeros éxitos empresariales y que participa en el documental, no dudó en criticar el capítulo apenas lo hubo visto, calificándolo de "publirreportaje" en declaraciones al programa Todo es mentira. "No sé si pensar que han querido hacer un lavado de imagen al señor Gil y Gil", decía. La cadena y plataforma de streaming HBO ha promocionado el documental con eslóganes como "Jesús Gil: ¿valiente o temerario?", "¿Héroe o villano?" y "Ambicioso. Irresistible. Nada podía detener a Jesús Gil".

Carisma y dinero

En el primer capítulo, Bach y Webster han tomado una decisión controvertida: aunque participan en él periodistas y adversarios políticos y deportivos, quienes llevan el peso narrativo son los hijos y hermanos del empresario. Las opiniones de esta parte interesada son, claro, las que pueden ser. "Marbella estaba mal, y con Gil Marbella estuvo muy bien", dice Jesús Gil Marín, su hijo mayor y consejero delegado de Gilmar. "El dinero para él nunca fue algo relevante, sino un medio de divulgar a los cuatro vientos que él era una persona capaz. Él intentaba hacer las cosas sin ánimo de hacer daño, y por supuesto sin robar", dice Miguel Ángel Gil Marín, hoy consejero delegado del Atlético de Madrid. "Mi padre levantó tres ciudades, creó valores incalculables en negocios que no existían", dice el también empresario Óscar Gil Marín. Galiacho afeaba esta decisión de los creadores: "La versión oficial tiene que ser la que hemos demostrado nosotros [periodistas e investigadores], no lo que dicen los hijos del señor Gil".

"Hace falta alguien que tenga carisma, alguien que tire de esta locomotora", dice la voz de Jesús Gil al inicio de la serie. El planteamiento de la obra queda así claro desde la secuencia inicial. "Jesús Gil era el ídolo de muchas personas, a muchos les hubiera gustado ser como él. Ahora todo el mundo lo calla y no lo confiesa, pero esta es la verdad", apunta Isabel García Marcos, que se presentó por el PSOE a las elecciones a la alcaldía de Marbella en 1991... antes de convertirse en teniente de alcalde y acabar condenada por el caso Malaya —algo que tampoco se menciona en esta primera entrega del documental—. "Les guste o no a los ciudadanos de Marbella hoy en día, en aquella época todos votábamos a Gil", dice Antonio Sampietro, a quien la serie rotula como "teniente de alcalde", refiriéndose a su labor en la localidad de San Pedro de Alcántara, pero que fue también uno de los fundadores de GIL, concejal de Urbanismo durante la primera legislatura del partido. Es el relato de sobra conocido sobre Gil y Gil: que se salvó del castigo por su carisma, su visión comunicativa y el apoyo popular que estas le valieron. Que Jesús Gil fue fruto de una especie de delirio colectivo alimentado por los medios. Que Jesús Gil somos todos. 

Pero el fiscal Carlos Castresana, que llevó en Anticorrupción el caso Atlético contra el empresario, da otra clave: "Él entendió que la mezcla de la promoción inmobiliaria más la política más el deporte es una mezcla explosiva". No fue solo el carisma: fue el poder y el dinero. En este sentido, el primer capítulo del documental es parco en detalles. Por ejemplo, cuando se aborda sucintamente la entrada de Jesús Gil en el Atlético de Madrid en 1987, auspiciada por el entonces presidente, Vicente Calderón, se le describe como salvador de la "situación dramática financiera del club" que auxilió al Atlético poniendo dinero de su cartera, a golpe de fichajes estrella como el de Paulo Futre. "Para ser presidente del Atlético de Madrid no se puede ser pobre, hay que aportar algo de dinero", decía al poco de su nombramiento en una entrevista televisiva. 

El problema no fue únicamente que Gil mezclara las cajas de sus empresas privadas, las del Atlético e incluso las del Ayuntamiento de Marbella como si todo fuera de su propiedad, un hecho que se nombra brevemente en el debut del documental. No se cuenta que el empresario se cobró con creces lo que pudo haber aportado: el Tribunal Supremo consideró en 2004 que Gil había cometido un "delito de apropiación" en el proceso de conversión del equipo en sociedad anónima. Según la sentencia, en 1992 Jesús Gil se convirtió en el principal accionista del club gracias a una aportación de 1.950 millones de euros... una aportación que el club le devolvía de inmediato reconociéndole una deuda falsa. Es decir, que Gil se hizo "con la totalidad del club", el 95% de las acciones, sin haber desembolsado una peseta. Sin embargo, el caso se consideró prescrito, y de hecho la sentencia llegó un mes después de que falleciera el empresario. 

El precedente de Los Ángeles de San Rafael

El pionero sí dedica un tiempo de metraje sustancial al primer escándalo en el que se vio envuelto Jesús Gil, el de Los Ángeles de San Rafael, una promoción que él impulsó en el municipio de El Espinar, en Segovia. Gil, que ya había pasado de la compra-venta de camiones —fraudulenta, según su propio hermano— a la promoción inmobiliaria, pretendía construir en aquel páramo una ciudad "que tenga la sierra y el mar en el mismo sitio". El mar lo ponía él, con un pantano de uso exclusivo para los copropietarios. En 1969, el empresario inicia unas labores de mejora en la urbanización, incluida la ampliación del restaurante, pero decide hacerlo sin arquitecto, sin aparejador y sin licencia de obras. Los trabajos se aceleran hasta el límite para acoger la reunión anual del grupo alimentario SPAR: el 16 de junio, durante la comida de empresa, la estructura se desploma. Mueren 58 personas y 150 resultan heridas. 

En el documental, uno de los hijos de Gil llega a asegurar que "él no era responsable" y que su padre "en ese momento no conocía los riesgos de la construcción". Pero la sentencia, que no se recoge en la cinta, es clara: "Estas obras sin cálculo, ni estudio facultativo de ninguna clase (...) las acometió y ordenó el señor Gil y Gil con olvido de las más elementales ideas y nociones sobre la seguridad de los edificios". Una carta fechada el 17 de mayo anterior, enviada al promotor por uno de los aparejadores responsable de otra de las obras del conjunto, que se nombra en El pionero pero no se reproduce, advertía del riesgo: "Debes coger un arquitecto o técnico superior que calcule la estructura y revise después la obra que se está realizando, para que se responsabilice de ella, pues (...) podría suceder alguna desgracia que todavía hay tiempo de reparar".

Un baño en la costa del crimen

Un baño en la costa del crimen

Jesús Gil fue condenado en 1971 a cinco años de cárcel por homicidio imprudente e imprudencia temeraria —en el documental se nombra el tiempo de condena pero no el delito— y a indemnizar a las víctimas. "Cuando hubo el hundimiento de Los Ángeles de San Rafael, que yo no tuve la culpa ni nada, pero bueno, habían muerto muchas personas y entonces tuve que ir comprando muerto a muerto, que era muy duro decirlo así", llegó a decirle Jesús Gil a Jesús Quintero durante una entrevista. Pero el promotor no cumpliría íntegra la condena: a los dos años y medio de prisión, que el empresario había convertido en una oficina, y donde le servían comida de los mejores restaurantes, su madre logró que Franco le concediera el indulto. No sería el primero: años después, condenado por un delito de estafa de nuevo relacionado con Los Ángeles de San Rafael, el Gobierno socialista le concedería de nuevo el perdón, permitiendo así que se presentara a las elecciones muncipales de Marbella que terminó ganando. 

¿Quiénes ayudaron a que Jesús Gil se levantara una y otra vez del barro? ¿A quiénes beneficiaron sus desmanes? ¿Cuánto llegó a embolsarse él mismo en operaciones fraudulentas a lo largo de su carrera? ¿Cómo ha beneficiado a los negocios familiares aún en marcha? ¿Qué otros motivos hubo para un éxito que el carisma no explica por sí solo? El pionero tiene muchas preguntas a las que dar respuesta en los próximos tres capítulos. Otra cosa es que se proponga responderlas. 

 

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