Todo llega en la vida, hasta la despedida de Sabina: "El éxito es perdurar e irte con todas las entradas vendidas"
Parece mentira, pero todo llega en la vida, incluso la despedida de Joaquín Sabina. A sus cincuenta y veintiséis, que se dice pronto, ampliamente superada ya la edad de jubilación. "Ni para empezar, ni para terminar como ahora, nunca he tenido planes concretos. Lo que me ha pasado en la vida con mi profesión me ha ido pasando sin yo soñarlo ni imaginarlo, ni hacer algo para que pasara. Simplemente ha sido una especie de regalo de los dioses paganos que, desde luego, agradezco", nos contaba el propio artista hace un par de días, con la paz que da estar en la antesala del adiós decidido y consciente.
Todo es siempre mejor cuando uno se va cuando quiere. De una fiesta, de un trabajo o de una delegación de Hacienda, lo mismo da. Y así se va Sabina, 'ese que canta', al que le dieron las diez, las once, las doce y la una y las dos y las tres y termina marchándose de los escenarios a los 76. Una cifra considerable si atendemos a su faceta de verbenero infinito de eterna jarana, tan aficionado a las penúltimas rondas que llamó con sorna a su anterior gira Contra todo pronóstico. Pero una edad más que suficiente para haber aprendido, eso como poco, a decir Hola y adiós —así se llama la turné final— sin dejarse enredar de más.
El público de Joaquín es muy entregado, prácticamente adicto. Yo lo comparo siempre con los hinchas de fútbol, es como si vieran a Messi, una cosa loca
Y Sabina se va, definitivamente, este domingo 30 de noviembre de 2025, en el décimo concierto de esta gira que repite en el Palacio de los Deportes de Madrid, llenos todos ellos a razón de 12.000 personas por noche. Un récord empatado con Dani Martín, que se queda así porque "no hay ni fechas libres" en el pabellón capitalino "ni ganas tampoco", tal y como apunta a infoLibre su mánager, José Emilio Navarro 'Berry'. "Además, la cabeza se te programa para acabar un día. Pero empezamos con seis fechas en Madrid y lo que hicimos fue meter otras cuatro en octubre y noviembre", explica, remarcando a su vez que doblar citas ha sido la tónica habitual en las ciudades con más demanda. En un momento álgido se despide, pues, Sabina. Otra gran virtud a saber valorar, vendiendo más entradas que nunca: 350.000 en los shows americanos y otras 350.000 en España (y Londres y París).
"La gira ha funcionado como un relojito suizo, ha sido todo perfecto, decir otra cosa sería una tontería porque esa es la realidad", prosigue el mánager, poniendo el foco en la emoción desbordante que hay en todas y cada una de las veladas. "Para mí también es muy emocionante, se acaba una vida, tengo 77 tacos, y sé que no voy a hacer nada más, ni quiero. Joaquín también está en ese punto, tiene muchas ganas de terminar. Además, se ha portado maravillosamente bien y lleva ya mucho tiempo sacrificándose por la gira y ahora tiene ganas de acabar y relajar", comenta, aun apostillando: "Porque mientras tengas conciertos nunca te relajas, estás pensando que tal día tienes que estar perfecto para viajar y para cantar en esa ciudad, y eso te limita también mucho en tu vida".
Tiene muchas ganas de terminar. Además, se ha portado maravillosamente bien, lleva ya mucho tiempo sacrificándose por la gira y ahora tiene ganas de acabar y relajar
Emoción, decíamos. Y exaltación, agitación, turbación, enajenación. Todo eso y "mucha gente que llora", señala Berry, quien no duda en calificar de "muy fuerte" lo vivido en países como Argentina y México. "Yo al público le veo muy entregado, con una ternura y un cariño diferentes", tercia Antonio García de Diego, guitarrista, teclista y escudero de Sabina desde 1988, confesando además que noche tras noche va "notando que se va acercando el final". "Y el hecho de que la gente sepa que es la última vez que ve a Joaquín es un plus, obviamente, por lo que recibe esas canciones, que ya son suyas, en un estado de comunión con el artista por última vez cantando todos en el presente", destaca a infoLibre.
Coincide con su compañero Mara Barros, cantante y corista desde 2009 al lado del "genio" de Úbeda —"aunque él odia que le llamemos genio o maestro, pero es así", recalca—, que establece una comparación futbolera: "El público de Joaquín es muy entregado, prácticamente adicto. Yo lo comparo siempre con los hinchas de fútbol, es como si vieran a Messi, una cosa loca. Cuando sales al escenario en un concierto de Joaquín sientes unas emociones completamente diferentes a las que yo había sentido. Ahora, al ser su última gira, imagínate, la gente casi siempre termina llorando. Pero es un llanto distinto, percibes que el llanto de emoción de otras giras es diferente al de este año, que sí es de despedida y tristeza. Al mismo tiempo, disfrutamos muchísimo, porque además Joaquín está haciendo unos conciertos increíbles, pero está ese velo triste de la última vez".
El hecho de que la gente sepa que es la última vez que ve a Joaquín es un plus, por lo que recibe esas canciones en un estado de comunión con el artista
Por su parte, Jaime Asúa, también guitarrista de la banda y relacionado intermitentemente con Sabina desde 1981 hasta quedarse como integrante fijo en 2006, insiste en las "reacciones desproporcionadas" de los asistentes a los conciertos, especialmente en Argentina, "porque ellos son de natural hooligans y además a adoran a Joaquín". Afirma, en cualquier caso, que en general todos los recitales de este tour han tenido "una carga emotiva extra" porque la gente ha acudido "a sabiendas de que era la última" y, por eso mismo, ha estado "cargada de una especie de emotividad nostálgica desde el primer momento".
Siguiendo con esta carga sentimental, comparte con infoLibre el guitarrista, asimismo, una sensación íntima de lo que ve desde el escenario al comienzo de cada show cada noche, cuando se siente lógicamente "un poco nervioso" y, para tranquilizarse, utiliza un mantra personal: "Pienso 'muy mal lo tengo que hacer para que me echen de este grupo'. Porque está todo hecho desde el primer minuto. Eso es algo que no he sentido nunca. El público le recibe con un abrazo y te dices 'venga, pues a disfrutar'. Es una experiencia muy placentera en ese sentido".
He aprendido con él que vale más un público fiel que ninguna otra cosa, y que a ese público fiel no se le conquista con una campaña de marketing
Sea como fuere, ochenta conciertos después, aunque parecía que nunca llegaría, el 30 de noviembre de 2025 ya llega. "Con la vida que vivimos hoy, que no da tiempo ni a reflexionar un segundo, parece que no es verdad que esto se acabe", concede Íñigo Argomaniz, CEO de Get In —una de las tres promotoras de esta gira junto a Riff Producciones y The Project— y que lleva cuarenta años organizando conciertos de Sabina, quien se atreve a imaginar el momento de después: "Cuando estemos allí y se recoja todo veremos con tristeza que esto se ha acabado, que ya no hay año que viene o el siguiente. Eso es así. Pero quedará el orgullo mío personal de todos estos años y de esta gira que ha sido una auténtica pasada".
Una gira final con la que la cultura y el negocio de la música, explica el promotor a infoLibre, pierde una referencia, como ya pasó con Joan Manuel Serrat, de que "el éxito es perdurar e irte por la puerta grande con todas las entradas vendidas". "Recuerdo que antes llenaban estadios los grandes artistas que tienen una carrera de 25, 30 o 40 años. Hoy parece que el objetivo, si tienes 20 años, es llenar estadios, no hacer una carrera larga. Por eso, creo en la importancia del ejemplo de artistas como Joaquín Sabina, en que el éxito no es el tamaño, sino el tiempo, seguir con generaciones distintas comunicando, emocionando y gustando".
De Chicote a la modernidad: "Sabina ha escrito la crónica sentimental de nuestro tiempo"
Ver más
Esto mismo ha aprendido Asúa después de tantos años junto a Sabina, tal y como reconoce, de nuevo tirando de sus recuerdos más personales: "Alguna vez, hace tiempo, mientras nos despedíamos del público, le dije 'gracias por sacarme del pueblo'. Porque mi circuito natural, como rockero español, era mucho más local. He visto mundo con él y he ido a muchos sitios, pero sobre todo he aprendido que vale más un público fiel que ninguna otra cosa, y que a ese público fiel no se le conquista con una campaña de marketing".
"Es que Joaquín, como él ya dijo alguna vez, va a dejar una veintena de canciones para la historia, muy arraigadas en la gente", retoma Berry, para quien también estamos ante "el fin de una época y de una forma determinada de hacer música, con unas letras de una fuerza terrible". "A nivel cultural me preocupa mucho que Joaquín se retire", intercede Barros acto seguido argumentando a infoLibre: "Porque la música es una medicina para el alma y nos acompaña en un montón de momentos, pero luego hay también música que te hace crecer, como la de Sabina, Serrat, Pablo Milanés o Chavela. ¿Quiénes serán los clásicos de las nuevas generaciones? Me preocupa mucho que se retire un genio como él, que está al nivel de Lorca. Es que yo me recuerdo con 14 años buscando la palabra 'exilio', por ejemplo, que no sabía lo que era hasta que la escuché en una canción de Joaquín. Esa es música que te hace pensar y te hace crecer".
Cuando estemos allí y se recoja todo veremos con tristeza que esto se ha acabado, que ya no hay año que viene o el siguiente. Eso es así
Y toma la palabra de nuevo García de Diego para rematar con una pequeña intimidad de la banda que resume todo lo anterior: "A nosotros nos hace mucha gracia un momento, cuando termina Tan joven y tan viejo, en que todo el mundo se pone en pie. Hace dos años, en la gira anterior, la gente se tiraba tres minutos aplaudiendo, pero ahora él corta eso. Otros artistas probablemente dirían 'bueno, voy a aprovechar mi momento y a disfrutar que me aplauden como si fuera Plácido Domingo en la ópera'. Y, sin embargo, él quiere acabar y dice 'venga, que nos quedan dos canciones'. La gente lo respeta aunque seguiría aplaudiendo. No sé si es pudor o necesidad de decir 'quiero irme a mi casa', pero a nosotros nos hace gracia. Al mismo tiempo, Joaquín lo pasa bien, se le nota emocionado y sintiendo el reconocimiento".