Robe se va por la vereda de la puerta de atrás: "Convirtió la poesía en música, la rebeldía en belleza"

Robe Iniesta.

No sale el rock español de su estado de shock. No es para menos, pues han caído en el camino dos de sus más grandes tótems en menos de 24 horas: ayer, Jorge Ilegal; hoy, Robe Iniesta. Ilegales y Extremoduro. Y si la marcha del asturiano cavaba de una sola palada un hondo agujero en el corazón de nuestra cultura contemporánea, la igualmente inesperada partida del placentino genera en nuestro memoria colectiva un profundo socavón en el que resulta imposible vislumbrar el fondo. Es el vacío del silencio, el impenetrable fundido en negro donde el tiempo no es que se detenga, es que directamente no existe. Si te vas, el vacío de la nada, solo eso queda.

"Todos hemos muerto un poco hoy", afirma a infoLibre el cantante de M Clan, Carlos Tarque, para quien Robe "es la figura más importante del rock español de los últimos treinta años". "Seas fan o no, la importancia y la influencia que ha tenido es brutal, con su espíritu absolutamente artístico y anárquico haciendo su música, demostrando además que no hay por qué seguir las tendencias o lo comercial para ser auténtico y llegar a la gente. Así, pasó del punk más rastrero y callejero a hacer verdaderas obras de arte casi barrocas en sus últimos discos en solitario", argumenta, aún insistiendo: "Nos morimos todos un poco con la muerte de Robe, sin ninguna duda". 

Tenía el público más entregado, enfervorecido, apasionado y leal que he visto, era como estar en un acto religioso

Paz Aparicio — Directora del Movistar Arena Madrid

Varias generaciones hemos crecido con su música. Multitud de vidas en las que, sorprendentemente, cabemos todos en una. Con recuerdos principalmente, pero no solo, de juventud: de garitos poco aconsejables sin hora de cierre, noches inconfesables, de amar ensanchando el alma y equivocarse con determinación. Banda sonora de mañanas asesinas, de volver a las andadas, de acudir a conciertos con la solemnidad necesaria para convertirlos en ceremonias del rock. Extremoduro y Robe (lo mismo son) son la libertad de cuando lo único que importaba era beberse la vida en vasos compartidos. Cuando no había reglas, cuando éramos inmortales. Por eso, regresar a una canción de Robe, más aún a partir de hoy, es abrir la puerta a todo lo que una vez fue y a su manera nunca dejará de ser.

Por eso también, la certeza de la muerte redobla el impacto ya de por sí contundente de la marcha inesperada. "Hoy me he levantado a las 5:30, he puesto la radio y de repente sonaba Extremoduro y he pensado 'qué guay'. Pero luego he escuchado la noticia y se me ha roto algo dentro que me cuesta explicar, me he echado a llorar como si se me hubiera muerto una especie de padre", confiesa Rozalén, antes de continuar contando a infoLibre: "Me pasó también cuando se fue Aute, que son artistas que sigo escuchando tanto que sientes que se está yendo algo tuyo. Además, Extremoduro fue el primer concierto al que fui pagando mi entradica, con 16 años, a la plaza de toros de Albacete, y Robe seguía haciendo discazos el cabrón. Yo pensaba que le iba a volver a ver, pero se ha ido muy pronto, menos mal que tenemos sus canciones. Habrá que seguir honrándole, escuchándole y cantando con todo el respeto".

Se ha perdido a un tremendo poeta, un buen músico, muy consciente de lo que estaba haciendo. Es una pérdida irreparable para el rock en este país

Fernando Madina — Reincidentes

También pensaba que iba a volver a verle sobre un escenario la directora del Movistar Arena de Madrid, Paz Aparicio, pues allí cancelaba poco antes de su celebración Robe en noviembre de 2024 los dos conciertos finales de su última gira, al ser diagnosticado con un tromboembolismo pulmonar. "Siempre tuve la esperanza de que recuperara en otro momento esas fechas que no pudo hacer. Nos quedamos con las ganas", explica a infoLibre, tratando de llenar ese vacío con el recuerdo de los que sí pudo vivir: "Tenía el público más entregado, enfervorecido, apasionado y leal que he visto, era como estar en un acto religioso. Recuerdo perfectamente ese fervor. Era una sensación muy especial y mira que hemos visto conciertos aquí".

El bajista de Rosendo durante más de treinta años, Rafa J. Vegas, trata por su parte de condensar igualmente: "Se nos ha ido el padre de la Constitución del Rock transgresivo". Más desarrollo le da la periodista musical Isabel Guerrero: "Lo que hizo Robe fue, en cierta manera, milagroso. En una época de prejuicios donde todo lo que oliera a rock urbano era bastante subestimado, demostró que se podía ser muy interesante con una música que igual sonaba al macarreo glorioso de unos Thin Lizzy pero con personalidad propia, líricas tan personales como universales. Nunca olvidaré su Rock transgresivo y la mella que hizo en mi yo juvenil. Su éxito masivo fue de justicia poética y la prueba de que hay artistas que de una manera especial y contra todo pronóstico consiguen unir a mucha gente. Con auténticos himnos como Ama, ama, ama y ensancha el alma".

La también periodista Virginia Díaz ha sido otra de las sorprendidas de mala mañana, antes incluso de salir el sol, con la funesta noticia del fallecimiento de Robe. "Me lo ha mandado un amigo por Whatspp y he tenido que leerlo varias veces, ha sido un mazazo brutal", confiesa a este periódico. Y prosigue: "Robe es un ser mitológico, un filósofo, un poeta, un gran pensador, un músico increíble, un artista con todas las letras, un intérprete inigualable que ha unido hasta tres generaciones distintas, y no solo diferentes por edad, sino también muy diferentes entre sí siendo de la misma generación. Ha sido la voz de la calle de verdad, diciendo las cosas claras, escribiendo como ninguna otra persona ha hecho y con universo creativo absolutamente inabarcable. Estoy en shock. Ha sido una de las figuras irrepetibles de la cultura española y mundial. Donde quiera que esté, va a amar, amar, amar y ensanchar el alma".

Comparte Rulo sus sensaciones en este día trágico ya para este nuestro malherido rock español en el que todos estamos, como el músico cántabro, "intentando encajar el golpe". "Poquitas palabras me salen por el revoltijo de tripas que tenemos todos", nos cuenta, pero consigue sacarlas: "Me venía a la mente la primera vez que lo vi, como fan que yo era con 15 años, recién salido el Deltoya (1992), en una sala muy pequeña a las afueras de Santander. Recuerdo entrar al camerino con mi libreta de Deltoya y que me la firmara él, me ha venido eso. Luego hemos coincidido en muchas ocasiones. Aprovecho para agradecerle el legado y recordarle como un puto genio, que es lo que es".

Robe es un ser mitológico, un filósofo, un poeta, un gran pensador, un músico increíble, un artista con todas las letras, un intérprete inigualable que ha unido hasta tres generaciones

Virginia Díaz — Periodista de Radio3

Y es que disco a disco, canción a canción, Robe creó su personalísimo universo de lúcido irracionalismo y vitalismo, totalmente alejado de convencionalismos y del mundanal ruido de los cualesquiera. Aunque en sus temas tratara temas tan diversamente mundanos como el amor, el consumo de drogas o la protesta social, la capacidad poética del extremeño le hacía inimitable y singularmente universal desde la primera escucha con esa voz rota y violenta y esa manera de cantar a los sentimientos más feroces y, por ello, honestos. Sobre el escenario, escuálida figura, guitarra en ristre, con el aura de quien escoge las palabras para llenar el cielo de verdades que todos sentíamos pero sólo él sabía expresar.

"Es una suerte haber vivido en un mundo en el que existía Robe Iniesta. Convirtió la poesía en música; la rebeldía en belleza. Su voz siempre será inseparable de nuestra historia, y por ello, solo queda decir qué afortunados hemos sido", subraya la periodista musical Wilma Lorenzo. Una visión que coincide bastante con la que comparte con este diario el cantante y bajista de Reincidentes, Fernando Madina: "Robe ha sido el primer gran poeta que ha musicalizado de modo rabioso sus poesías, sobre todo en la primera parte de Extremoduro. Y ha creado un estilo que luego se ha imitado hasta la saciedad, han salido como hongos artistas que se asemejan a esa primera piedra que él puso, que fue poner la música rockera y agresiva a los pies de muy buenos poemas. Se ha perdido a un tremendo poeta, un buen músico, muy consciente de lo que estaba haciendo. Es una pérdida irreparable para el rock en este país".

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"Puede parecer exagerado" para algunos, avisa, pero no le duelen prendas a Diego Arroyo, vocalista, guitarrista y teclista de Veintiuno al reconocer que lleva llorando desde que se ha levantado a primera hora de este infausto miércoles. "Me ha partido por la mitad cuando me he enterado", confiesa a infoLibre, asegurando a su vez que él no escribiría canciones sin un referente como Robe, "un hombre con sus luces y sus sombras, como todos, pero con esa dimensión mitológica que alcanza la gente que consigue conectar su forma de ver el mundo con la de otros seres humanos". "Alguien con la capacidad de mirar el mundo como otros no son capaces de mirarlo, y de extraer de la realidad imágenes que los demás no somos capaces de extraer", continúa, antes de rematar: "Es una figura trascendental en su manera de ver el mundo, de escribir canciones y de entender la música como algo rabioso que sale del estómago. No se ha muerto un hombre, se ha muerto una idea y una forma de ver el mundo. El rey de Extremadura, Jesucristo García, El hombre pájaro".

Javier Alcaraz, periodista y autor del libro Poesía básica. Extrechinato y tú ensancha el alma (Efe Eme, 2023), comparte esa sensación de que "la pérdida de Robe nos duele a todos", pues "nos enseñó a vivir con intensidad, desde el desafío en los tiempos más combativos de Extremoduro hasta la sensibilidad poética y del amor en su época como solista". "Más allá de los cambios, la actitud vital y creativa era la misma, ya sea divirtiendo con letras gamberras, agrediendo con el lenguaje, enamorando con esa forma de cantarle al amor y a la ausencia, o esa manera de filosofar también", plantea a infoLibre, recordando el impacto que le provocó siendo adolescente escuchar gracias a sus primeras canciones versos de Lorca, Miguel Hernández, Machado o Marcos Ana. "Más allá de filia y fobias, la obra queda ahí y es incontestable. Ha tenido ya reconocimientos en vida, pero irá a más con el paso del tiempo. Era irrepetible, le quedaba mucho por hacer, pero han venido así dadas", resalta.

"Se nos ha ido un colega que estaba ahí desde toda la vida y nos deja un poco huérfanos", destaca igualmente a infoLibre la periodista musical Esther Al-Athamna, para quien Robe "siempre ha sido la calle y la suciedad hechas poesía". "Eso era lo que realmente le hacía especial. Extremoduro son recuerdos del instituto, de kalimotxo en los bajos de Argüelles de Madrid. Recuerdo escuchar por primera vez So payaso y quedarme completamente impactada. A partir de ahí no dejé de escucharle y no pienso dejar de escucharle", rememora, condensando esa sensación colectiva de pena, agradecimiento y desconcierto que ahora mismo a tantos nos desgobierna. Un sentimiento de unidad en la pérdida en el que no queda cosa que seguir aprendiendo de Robe, quien en una de sus últimas canciones, Nada que perder (2023), canta una estrofa tan perfecta para terminar estas líneas: "Íbamos dejándonos llevar, pero la inercia se acabó y siguió corriendo el tiempo. Quédate escuchando esta canción, que yo me tengo que marchar, que está cambiando el viento".

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