“Te contrato por 4 horas, te pago por 8 y trabajas 12": los migrantes cobran un 29% menos que los españoles

Migrantes marroquíes trabajan en un campo de Torre Pacheco (Murcia).

En España los trabajadores migrantes ganan un 29% menos que las personas nacidas en el país, según recoge un estudio publicado en la revista Nature y titulado La brecha salarial entre inmigrantes y nativos está impulsada por la falta de acceso a empleos bien remunerados. No es una dinámica nueva y suele responder a que los trabajos más precarios y peor pagados los desempeñan de manera habitual quienes llegan desde otros lugares. Pero una de las novedades que muestra el estudio es que en España la brecha es más significativa que en otros países del entorno. Alemania, Noruega o Francia se mueven en diferencias del 19% al 20%, Dinamarca tiene un 9% y Suecia un 7%. 

“La segregación de los trabajadores de origen inmigrante en empleos peor pagados explica aproximadamente tres cuartas partes de las diferencias salariales globales entre inmigrantes y nativos”, recoge el documento. Las condiciones particulares que ahondan o atenúan estas brechas dependen de muchos factores: composición de los flujos migratorios, políticas de integración, mecanismos para el reconocimiento de la formación en otros países, evolución del salario mínimo o políticas de formación profesional, entre otras. “Aquí el elemento central es que los migrantes acceden en su mayoría a trabajos precarios”, coincide Cesc Poch, responsable de migraciones del sindicato UGT.

En la comparativa —que los investigadores han realizado en base a datos de 13,5 millones de trabajadores repartidos en nueve países— España y Canadá, con una brecha del 29% y del 27% respectivamente, son los peor parados. Noruega tiene un 20%, Alemania un 19% y Francia un 18%. En el otro extremo, la brecha menos pronunciada se da en Suecia (7%) y en Dinamarca (9%). En cuanto a las diferencias que se dan dentro de un mismo empleo y nivel profesional, es decir, entre compañeros nacidos y no nacidos en el país, también existen diferencias, aunque están más atenuadas. Por ejemplo, en España son de un 7% y en Canadá de un 9%.

¿Qué hacemos mal?

En el caso concreto de España, Poch apunta a varios factores estructurales que podrían estar ahondando en estas diferencias. El primero, que se ha mencionado arriba, tiene que ver con la mayor presencia de migrantes en trabajos precarios, pero hay otros. Uno añadido es la parcialidad: “Te contrato por cuatro horas, te pago por ocho y trabajas doce, es un tópico habitual”, explica el responsable de UGT. Algo que se ve agravado por la situación de vulnerabilidad y de quien acaba de aterrizar en un país nuevo o necesita coger el empleo desesperadamente. “Por ejemplo, las trabajadoras del hogar tienen muchas veces más de un empleo y todos parciales”, explica.

Además de analizar este fenómeno por regiones, la procedencia también expone más a las personas migrantes a cobrar menos. Por ejemplo, aquellos que se desplazan desde África Subsahariana u Oriente Medio, se enfrentan en general a diferencias más severas, que van desde un 26% a un 23%. Una dinámica que se corrige hasta el 9% si se toman datos de europeos o norteamericanos que se desplazan a otros países. 

Y aquí entra el problema de la formación. “La subocupación, es decir, la gente con formación que se emplea en labores de baja cualificación, es habitual”, puntualiza Poch. Un punto que también explica Sofía Castrillo, secretaria de Migraciones de Comisiones Obreras (CCOO): “Eso no quiere decir que las personas inmigrantes no estén cualificadas, muchos tienen estudios superiores, pero se encuentran en algunos casos con discriminación. Nos pueden servir el café, pero no llevar nuestras finanzas”, ironiza. Además, la responsable de CCOO cuenta que los procesos de convalidación de estudios son complejos, caros y el sistema que los tramita está colapsado.

En España trabajan más de tres millones de personas que han nacido en otros países, un dato que supone el 14% del total de cotizantes. Si se analizan los sectores en los que suelen emplearse, más de 300.000 trabajan en el comercio al por mayor, que incluye mozos de almacén, repartidores, etc. Len sigue la construcción, con más de 230.000 cotizantes extranjeros, y la industria manufacturera, que supera los 200.000, según los últimos datos que proporciona la Tesorería General de la Seguridad Social.

Una generación no basta

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Las barreras de la primera generación suelen tener que ver con la formación, el idioma, la necesidad de aceptar un trabajo —aunque las condiciones sean malas— o la escasa formación, pero en la segunda generación la brecha, aunque menor, se perpetúa. El estudio, que encabeza Are Skeie Hermansen (Universidad de Oslo, Noruega), junto a coautores de EEUU, Canadá, España, Francia, Suecia, Dinamarca, Alemania y Países Bajos, también hace un mapa de situación sobre los descendientes de personas migrantes y la integración en el mercado laboral de sus países. Habla de un progreso apoyado en la mejora de la formación y el idioma, pero la brecha se mantiene en el 5% en el cómputo global.

“Aquí existe otro problema, que es el acceso limitado a la formación, que muchas veces viene por la falta de recursos”, apunta el delegado de UGT. “De hecho, en los cortes de edad más bajos, hay más trabajadores migrantes que nacidos en el país, debido a que estos últimos suelen alargar más los años de formación”, concluye.

Desde Comisiones, Castrillo insiste en la necesidad de hablar de inclusión: No podemos olvidar que cuando hablamos de inmigrantes, estamos hablando de personas que por razones de pobreza extrema, regímenes políticos o guerras tienen que abandonar su país dejando atrás a sus familias”, concluye.

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