Fadel Afana, psiquiatra de Gaza: "La población está en una situación de depresión y agotamiento total"

Desplazados de Gaza esperan para recibir alimentos de una cocina benéfica en Khan Yunis, al sur de la Franja este viernes.

Gwenaelle Lenoir (Mediapart)

¿Hay que olvidar el alto el fuego en la Franja de Gaza? Washington asegura que no y el ejército israelí también. Pero sobre el terreno, los habitantes de Gaza tienen sus dudas. Y con razón. Tras un ataque perpetrado el martes 28 de octubre contra soldados israelíes en Rafah, en el que murió un reservista, el Gobierno israelí acusó a Hamás, que negó estar implicado. No importa, Benjamín Netanyahu ordenó ataques masivos en todo el territorio palestino.

En la noche del martes al miércoles, el enclave fue bombardeado durante doce horas. Según el ejército del Estado hebreo, se atacaron “docenas de objetivos terroristas”. Entre los 104 muertos contabilizados por los hospitales de la Franja de Gaza figuran 46 niños, y 78 entre los 253 heridos.

En la noche del miércoles al jueves, después de que el Estado Mayor israelí anunciara la “reanudación del alto el fuego”, nuevos ataques mataron a dos personas y destruyeron infraestructuras eléctricas en la región de Jan Yunis.

Las esperanzas de los habitantes de Gaza de ver el fin de la guerra genocida, suscitadas por el acuerdo de alto el fuego del 9 de octubre y luego por la cumbre “de paz” celebrada en Sharm el-Sheij el 13 de octubre, ambos patrocinados por Estados Unidos, se vieron frustradas por los aviones de combate y los drones israelíes.

Fadel Afana, psiquiatra de Gaza, investigador asociado al Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica (Inserm), acogido en Francia desde diciembre de 2024, explica a Mediapart las consecuencias de estos nuevos ataques sobre la sociedad palestina de la Franja de Gaza.

Mediapart: ¿En qué estado se encuentra la sociedad gazatí, afectada por la violación del alto el fuego?

Fadel Afana: Para comprenderlo, primero es necesario volver al estado de esa sociedad antes de octubre de 2023. La población gazatí ha vivido momentos extremadamente difíciles desde 2007, con el asedio total del territorio por parte de Israel y una sucesión de guerras. Conoce por lo tanto la pérdida de la esperanza y las continuas presiones económicas, políticas y militares. Nos hemos enfrentado a casos individuales de trauma agudo, que se manifiesta en reacciones biológicas y psicológicas. Siempre hemos encontrado la manera de tratar a las personas que sufren estrés agudo.

A partir de 2017, hemos tenido casos de trauma continuo, crónico, con repeticiones de las manifestaciones. No obstante, la gente ha logrado adaptarse a unas condiciones de vida muy duras.

¿Cuál ha sido el efecto de la guerra genocida librada desde octubre de 2023?

Creo que el objetivo de Israel era quebrantar la resistencia de la población, utilizando de forma masiva la fuerza y el terror. Establecer momentos de calma y luego reanudar las masacres rompe la capacidad de adaptación de las personas y su fuerza para seguir adelante. Porque si las personas salen de un episodio traumático y este se repite, de la misma manera o con mayor intensidad, pueden desarrollar un estado de agotamiento que les hará aceptar cualquier cosa con tal de que ese episodio termine.

Se observa en las personas una desorganización del pensamiento, del proceso cognitivo, del comportamiento, un fuerte sentimiento de incertidumbre

Eso es exactamente lo que ocurrió. La población de la Franja de Gaza creyó en ese alto el fuego. En concreto, creyó que se trataba, más que de un alto el fuego, del fin de la guerra, debido, sobre todo, a las garantías y promesas estadounidenses. Esto le dio un poco de esperanza y comenzó a proyectarse en la reconstrucción, en el futuro. Salió del proceso de resistencia psicológica desarrollado para “aguantar” durante la guerra. En este caso, el cerebro le indica al cuerpo que el peligro es menor y que puede relajarse, calmarse.

¿Cómo actúan, entonces, estos nuevos ataques?

Es un momento extraordinariamente difícil para la gente. Tienen un sentimiento de angustia, de pérdida de esperanza, de depresión, de agotamiento total y, sobre todo, el deseo de aceptar cualquier cosa. Es decir, el cese de las hostilidades en cualquier condición. El cerebro debería recuperar su capacidad para hacer frente al nuevo peligro, pero no puede, porque esa capacidad ya se ha utilizado en exceso. Ya no consigue movilizarla.

La diferencia entre hoy y la ruptura del alto el fuego el pasado mes de marzo es que, en enero, todo el mundo en la Franja de Gaza sabía que el cese de las masacres era provisional y solo se había conseguido para intercambiar rehenes [la tregua duró del 19 de enero al 18 de marzo de 2025 y fue rota unilateralmente por Israel, ndr]. Por lo tanto, la sensación de peligro seguía siendo muy alta, al igual que la capacidad de resistencia.

Hoy, tras esa esperanza, con los bombardeos a tiendas de campaña y casas, con la muerte de mujeres y niños, el trauma alcanza un nivel demasiado alto como para que la gente pueda adaptarse. Se observa en las personas una desorganización del pensamiento, del proceso cognitivo, del comportamiento, un fuerte sentimiento de incertidumbre. Eso crea el caos.

¿Podrá reconstruirse la sociedad de Gaza?

Conozco bien mi sociedad. Estoy convencido de que, a nivel individual, el proceso de adaptación continuará y que la gente podrá recuperarse. Pero aunque con la psiquiatría de guerra logremos tratar los síntomas y las enfermedades mientras la violencia continúa, aunque logremos, incluso en casos de trauma crónico, encontrar soluciones para que las personas puedan seguir viviendo y gestionando los pensamientos y comportamientos causados por ese trauma, no conseguiremos erradicar todas las consecuencias de ese trauma colectivo.

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Este trauma que afecta a los niños crecerá con ellos, cambiará la visión que la sociedad tiene del mundo, de la paz, de sí misma y de los demás. Puede alimentar el ciclo de violencia y tener consecuencias catastróficas para todos, no solo para los palestinos.

Después de la guerra será necesario poner en marcha proyectos a gran escala para curar el trauma social e introducir cambios en la forma en que trabajan con la sociedad los servicios educativos y sociales. Eso llevará tiempo. Lo que se necesita sobre todo es un mínimo de paz. Que termine esta terrible pesadilla.

Traducción de Miguel López

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