John Bolton, exasesor de la Casa Blanca, última víctima de la venganza de Donald Trump
En pocas semanas, tres personas que Donald Trump incluyó en la lista de enemigos han sido imputadas por la justicia. El último en serlo, el jueves 16 de octubre, fue su exasesor de Seguridad Nacional, John Bolton. El hombre del bigote, conocido por sus apariciones en los medios de comunicación y sus repetidos ataques contra aquel con quien trabajó entre abril de 2018 y septiembre de 2019, ha sido imputado por un gran jurado del Estado de Maryland, donde reside.
Se le acusa de haber revelado información clasificada a dos de sus allegados, cuyos nombres no se han revelado. Según los medios de comunicación estadounidenses, se trataría de su esposa y su hija, a quienes habría mantenido informadas regularmente, en forma de diario, de sus actividades habituales. Se le acusa en virtud de la ley de espionaje aprobada en 1917, poco después de la entrada en guerra de Estados Unidos, un texto que se ha utilizado en numerosas ocasiones, en particular contra Julian Assange y Edward Snowden.
En un comunicado, John Bolton denunció la instrumentalización del Departamento de Justicia por parte del presidente, “que representa lo que el jefe de la policía secreta de Joseph Stalin [Lavrenti Beria, ndr] dijo una vez: ‘Enséñame al hombre y te mostraré el delito’”. “Me he convertido en el último objetivo del uso indebido del Departamento de Justicia para perseguir a aquellos que [Trump] considera sus enemigos, con acusaciones que han sido desestimadas anteriormente o que distorsionan los hechos”, indicó también.
Desde su regreso a la Casa Blanca en enero, Trump está animado por un espíritu de venganza y cuenta con dos de sus fieles, la secretaria de Justicia Pam Bondi y el que nombró director del FBI, Kash Patel, para encargarse de esa labor. El 20 de septiembre se lo recordó claramente a Pam Bondi en un mensaje que le envió públicamente a través de su red social Truth Social, una metedura de pata según el Wall Street Journal, ya que creía que se trataba de un mensaje privado.
Los precedentes de James Comey y Letitia James
Al considerar que no actuaba con la suficiente rapidez, Trump instó a su fiscal general a procesar a varias personalidades: el exdirector del FBI, James Comey, la fiscal general de Nueva York, Letitia James, y el senador demócrata Adam Schiff. “No se está haciendo nada”, se quejaba, al considerar que todos ellos eran “culpables”. “No podemos esperar más, esto daña nuestra reputación y nuestra credibilidad”, añadió.
El mensaje provocó la ira de Pam Bondi, que llamó a la Casa Blanca, lo que llevó a Trump a borrar su mensaje y sustituirlo por otro en el que elogiaba su “EXCELENTE trabajo”. Sin embargo, el presidente republicano tuvo éxito porque, poco después, el Departamento de Justicia inició acciones legales contra Comey y James.
El primero está acusado de hacer declaraciones falsas al Congreso y de obstrucción a la justicia. Se declaró inocente de ambos cargos. “Mi familia y yo sabemos desde hace años lo que cuesta oponerse a Donald Trump”, declaró el exdirector del FBI en un vídeo publicado en Instagram cuando se anunció la acusación. Comey fue destituido durante el primer mandato, mientras la agencia investigaba la injerencia rusa en la campaña presidencial de 2016. “Confío en la justicia federal y soy inocente”, concluyó.
Letitia James, por su parte, ha sido acusada ante un tribunal federal de Virginia por fraude bancario y declaraciones falsas a una institución financiera, tras las acusaciones de fraude hipotecario. En una declaración criticó “el uso desesperado del sistema judicial como arma” por parte del presidente. “Esas acusaciones son infundadas, y las declaraciones públicas del propio presidente dejan claro que su único objetivo es obtener venganza política a cualquier precio”, prosiguió.
Documentos clasificados
La fiscal Lindsey Halligan, que acusó a Comey y James, fue nombrada en septiembre, dos días después del mensaje enviado a Pam Bondi, en el que Donald Trump elogiaba sus cualidades: una “muy buena abogada”. Lindsey Halligan defendió a Trump antes de unirse a su equipo en la Casa Blanca. Sustituyó a un fiscal que se negaba a procesar a Comey y James alegando que las pruebas reunidas contra ellos eran demasiado débiles.
En el caso de John Bolton, sin embargo, la acusación es mucho más sustancial. Contiene dieciocho cargos por divulgación o retención de documentos relacionados con la defensa nacional, cada uno de los cuales conlleva una pena máxima de diez años de prisión, según ha indicado el Departamento de Justicia. El escrito detalla cómo John Bolton pasó ilegalmente a dos personas cercanas documentos e información confidenciales recopilados en el ejercicio de sus funciones, y cómo conservó documentos clasificados.
Es una mala persona, es una pena. Pero así son las cosas
También se revela que una cuenta de correo electrónico de John Bolton fue pirateada entre 2019 y 2021 por “un presunto ciberdelincuente vinculado a la República Islámica de Irán”. El hacker habría chantajeado al exasesor, quien informó a las autoridades estadounidenses, sin precisar, sin embargo, según destaca la acusación, “que la cuenta contenía información relativa a la defensa nacional, incluida información clasificada, que Bolton había colocado allí cuando era asesor de seguridad nacional”.
Cuando se le preguntó el jueves sobre la imputación del exembajador ante la ONU, ahora su adversario, Donald Trump respondió: “Es una mala persona, es una pena. Pero así son las cosas.”, al tiempo que negaba haber sido el origen de sus problemas judiciales. En un libro publicado en 2020, que parecía un ajuste de cuentas, el neoconservador John Bolton escribía sobre los diecisiete meses que pasó en la Casa Blanca, lo que había despertado la ira de Donald Trump.
En 2020, el Departamento de Justicia de la primera administración Trump abrió una investigación penal y civil tras la publicación del libro. Pero tras la elección de Joe Biden, se abandonó.
Irónicamente, algunos de los cargos que se le imputan a Bolton son los mismos que se le imputaron a Trump por conservar documentos clasificados en su residencia de Mar-a-Lago, en Florida, después de dejar la Casa Blanca. En 2022, durante un registro, agentes del FBI encontraron allí más de cien documentos clasificados. Los cargos contra él fueron retirados tras su victoria en las elecciones presidenciales de noviembre de 2024 debido a su inmunidad, confirmada este verano por el Tribunal Supremo.
Joe Biden sufrió la misma desventura cuando era presidente. A principios de 2023, se nombró a un fiscal especial para investigar el hallazgo de documentos clasificados que databan de la época en que era vicepresidente (2009-2017) en su oficina y su residencia. Sin embargo, no recomendó iniciar un procesamiento.
El miércoles, durante una rueda de prensa en la Casa Blanca, Trump dio a conocer otros tres nombres de enemigos: Jack Smith, el fiscal especial que había iniciado dos procesos penales contra el multimillonario republicano, uno por posesión ilegal de documentos clasificados y otro por su papel en el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021; Andrew Weissmann, un exresponsable del FBI que fue el fiscal principal del equipo encargado de investigar los posibles vínculos entre la campaña de Trump y Rusia durante las elecciones de 2016; y Lisa Monaco, fiscal general adjunta durante la presidencia de Joe Biden.
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En su sed de venganza, Donald Trump no tiene intención de detenerse.
Traducción de Miguel López