Los socios políticos de Erdoğan conviven con grupos de extrema derecha y estructuras mafiosas

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan

Yann Pouzols (Mediapart)

Estambul (Turquía) —

Se sabe poco sobre el líder de la extrema derecha turca, Devlet Bahçeli, de 77 años. Solo se conoce su pasión por los trajes a medida, los coches de época y los vehículos de lujo en los que suele aparecer, a veces acompañado de canciones empalagosas que, para los observadores de la política turca, podrían esconder un posible mensaje oculto.

También se sabe que en 1978 tenía un Renault blanco. Turquía era entonces un país al borde de la guerra civil, desgarrado por la violencia entre la extrema izquierda y la extrema derecha. Su coche, prestado a unos amigos, habría sido interceptado por la policía en Ankara, donde era profesor universitario, con armas de guerra en el maletero. Como él no conducía y contaba con la simpatía ideológica de las fuerzas del orden, no se le molestó.

Líder del Partido de Acción Nacionalista (MHP) desde 1997, Devlet Bahçeli es desde 2017 un aliado indispensable del presidente islamo-nacionalista Recep Tayyip Erdoğan. El presidente cuenta con la base electoral del MHP (alrededor del 8% de los votos), pero también con su influencia dentro de la burocracia estatal, en particular en las fuerzas de seguridad, gracias a una estrategia de entrismo desarrollada desde hace más de cuarenta años.

Desde esa alianza, en las ceremonias de entrega de diplomas de las academias de policía está muy presente el signo de los lobos grises. Se hace juntando tres dedos, con el índice y el meñique levantados en el aire para dibujar un lobo, animal totémico de la extrema derecha turca y apodo de sus grupos paramilitares de los años 70. El juramento pronunciado por las fuerzas especiales del ejército y de la policía es el llamado juramento “de los idealistas”, como se autodenominan los fascistas turcos.

A pesar de ciertas tensiones y desacuerdos, Devlet Bahçeli parece decidido a seguir a Erdoğan en su deriva autoritaria. Un autoritarismo que va acompañado de otra deriva, de naturaleza mafiosa. La alianza entre la espada fascista y el hisopo islamista ha reactivado un tríptico venenoso que une a la extrema derecha, el crimen organizado y los servicios de seguridad, que ya había marcado a la Turquía de los años noventa. Una serie de casos lo ilustran.

Mafiosos “amigos” salidos de prisión

Desde el momento en que se selló la alianza, Devlet Bahçeli solicitó y obtuvo la liberación de varios grandes capos “idealistas”. Así ocurrió con Kürşat Yılmaz y Sedat Şahin, temibles jefes de banda que inmediatamente fueron a dar las gracias a Bahçeli al salir de prisión. Desde entonces acuden a visitarle cada poco, según puede observarse por las fotografías que publica el partido. Uno de los mafiosos más famosos del país, Alaatin Çakıcı, también fue liberado en 2020 por insistencia del líder del MHP.

Çakıcı, cuyo padre y un tío murieron en los enfrentamientos con los comunistas turcos en 1980, también puede presumir de antiguos vínculos con los servicios de inteligencia. Así, cuando fue detenido en Francia en 1998, en un casino de Niza, llevaba consigo un auténtico pasaporte diplomático turco expedido a nombre falso. Y Çakıcı está agradecido.

Cuando, en otoño de 2024, el famoso predicador rigorista “Cübelli” Ahmet Hoca criticó públicamente las sorprendentes declaraciones de Devlet Bahçeli con vistas al inicio de las negociaciones de paz con la guerrilla kurda del PKK, Çakıcı le hizo una visita acompañado de cámaras. El predicador, que le besó la mano en señal de sumisión, se suma inmediatamente a su opinión.

El padrino tampoco se priva de amenazar a los líderes de la oposición, ni de aparecer en público con el asesino de Hrant Dink, un famoso periodista armenio de origen turco asesinado en 2007 a su salida de prisión.

Tráfico de cocaína

La connivencia entre la extrema derecha y los círculos mafiosos se refleja en el tráfico de drogas. Si el tránsito de heroína desde Afganistán hacia Europa llenó los bolsillos de los “idealistas” en la década de 1990, ahora su nuevo El Dorado es la cocaína.

La droga adquirida por estos grupos, procedente de Sudamérica, se transporta en cargueros a Europa, donde se lanza al mar Mediterráneo y es recuperada por otros, o bien llega directamente a Turquía, en particular a través del puerto de Mersin, desde donde se distribuye a Rusia o a los países del Golfo e Israel, vendiéndose a los precios más altos del mercado mundial.

Como muestra de impunidad, esos vínculos ocultos se muestran a veces a la luz pública, en particular en una serie de vídeos en los que hombres armados hablan en español y reivindican su pertenencia al grupo de Ismael Zambada García, cofundador del poderoso cártel mexicano de Sinaloa, y detenido en 2024 por las autoridades estadounidenses. Se graban escuchando canciones fascistas turcas para saludar a sus compañeros, que les responden en un español aproximado desde Turquía y las montañas del noroeste de Siria, donde numerosos voluntarios de extrema derecha luchaban junto a grupos turcomanos apoyados por Ankara.

El 18 de julio fue detenido en la frontera entre Bulgaria y Turquía un vehículo con matrícula diplomática. En su interior, la policía búlgara descubrió 206 kilos de cocaína, con un valor de mercado de 20 millones de euros. Curiosamente, algunos de los paquetes en los que se encontraba la droga tenían impresas tres medias lunas rojas, emblema del MHP, que inmediatamente denunció una “conspiración”, alegando que “todos los partidos tienen ovejas negras que se aprovechan de su afiliación para fines personales”.

Ajuste de cuentas mortales

El estado de salud de Devlet Bahçeli, hospitalizado y ausente durante varios meses de la escena pública a principios de año, también genera tensiones dentro del partido, en vistas de su posible sucesión. En los últimos meses, la lucha por el poder ha dado lugar a varios altercados físicos e incluso a heridos por armas de fuego. Así lo informa un periodista turco en el exilio, gran conocedor del entorno, que precisa que cada bando se apoyaría, para sus acciones contundentes, en la ayuda de diferentes clanes mafiosos.

Ya en 2022, el asesinato de Sinan Ateş, expresidente de Ülkü Ocakları, los “Hogares idealistas”, una especie de rama juvenil del MHP, había puesto de manifiesto la violencia de la lucha interna por el poder y los vínculos entre la extrema derecha, la mafia y los servicios de seguridad, así como el mal funcionamiento de la justicia turca. Debido a desacuerdos ideológicos y personales, Sinan Ateş había sido apartado por la dirección de Ülkü Ocakları y luego sería ser asesinado a tiros en una calle de Ankara.

En junio de 2025, el tribunal de apelación de Ankara desestimó el recurso interpuesto por veinte personas condenadas en este caso a duras penas de prisión. Entre ellas el asesino de Ateş, un traficante de drogas que había sido trasladado a Ankara por policías de las fuerzas especiales, también condenados. El autor intelectual, identificado y condenado por la justicia turca, es también un traficante de drogas, buscado oficialmente por tráfico, robo, proxenetismo agravado y por un asesinato en 2013. Había abierto fuego contra militantes de izquierdas durante una manifestación contra el tráfico de drogas en el barrio de Maltepe, en Estambul, y había matado a uno de ellos.

Pero la familia de Sinan Ateş, a pesar de las amenazas, sigue afirmando que los verdaderos autores intelectuales hay que buscarlos entre los actuales dirigentes de los Hogares Idealistas y en las filas del MHP en la Asamblea.

Serdar Ökten es una figura clave en este caso, uno de los que más temen que empiece a hablar

Ayşe Ateş, viuda de Sinan Ateş, antes del asesinato de Serdar Ökten

En otra vertiente del caso, aún abierto, la justicia turca decidió, el 4 de octubre, unir la instrucción de dos expedientes relativos a personas sospechosas de haber informado a los asesinos y servido de intermediarios entre los diferentes actores del caso. Fueron detenidas dos personas y posteriormente puestas en libertad provisional: un policía, Mustafa Ensar Aykal, exdirector de la oficina de homicidios de Ankara, y un abogado, Serdar Ökten, candidato a las elecciones legislativas en la lista del MHP para Estambul en 2023.

El destino de este último es revelador. Serdar Ökten, que durante sus comparecencias había declarado sufrir problemas de memoria debido al covid, fue hospitalizado durante su detención. Recibió la visita en el hospital del líder de los “idealistas”, Ahmet Yiğit Yıldırım, acusado por Ayşe Ateş, la viuda de Sinan Ateş, de ser uno de los principales instigadores de su asesinato. Este hombre fue fotografiado hablando con los guardias de prisiones responsables del detenido.

“Serdar Ökten es una figura clave en este caso, uno de los que más temen que empiece a hablar”, advirtió a principios de año la señora Ateş. Recientemente había publicado mensajes en las redes sociales que daban a entender que tenía cosas que contar. Quienes temían que hablara ya no tienen nada de qué preocuparse. En la tarde del 5 de octubre, el abogado, atrapado al volante de su vehículo en los atascos de Estambul, fue tiroteado por varias personas, muriendo en el acto.

Blanqueo de dinero en el norte de Chipre

El pacto fáustico forjado entre el AKP de Erdoğan y el MHP, a pesar de la proximidad que este último reivindica con el crimen organizado, se produce en un contexto de abundancia de casos de corrupción que afectan a personas cercanas al poder.

El país se ha convertido en un centro neurálgico para el blanqueo de dinero ilícito de delincuentes turcos, pero también extranjeros. El blanqueo a través de los juegos de azar es un método probado y muy rentable, tanto a través de plataformas en línea como físicamente, en los casinos del norte de Chipre, donde proliferan las casas de juego prohibidas en Turquía. La parte norte de la isla es turcoparlante y está ocupada militarmente por Ankara desde 1974.

Apodado el “rey de los casinos” del norte de Chipre, Halil Falyalı fue asesinado allí en 2022 después de que un famoso mafioso de extrema derecha que iba por libre, Sedat Peker, le acusara públicamente, desde su exilio, de blanquear cientos de millones de euros para el crimen organizado y de financiar a numerosos políticos del AKP, el partido de Erdoğan, así como a Ersin Tatar, el presidente pro-Erdoğan y pro-MHP de la República Turca del Norte de Chipre.

Afectado por el covid, el presidente de Chipre del Norte no pudo asistir al funeral casi nacional del rey de los casinos, cuyo ataúd estaba cubierto por las banderas turca y turcochipriota. Demasiado visiblemente sometido al poder turco, Ersin Tatar fue derrotado en las urnas el 19 de octubre. El resultado no gustó a Devlet Bahçeli, que se negó a reconocerlo y pidió en vano que se declarara la anexión del norte de Chipre a Turquía.

Otro hombre que no asistió al funeral del empresario fue Cemil Önal, que se presentaba como su contable y había huido a Europa tras la muerte de su jefe. Detenido por la policía en Países Bajos, en virtud de una orden de Interpol solicitada por Turquía, finalmente fue puesto en libertad sin ser extraditado, tras las revelaciones que hizo a las autoridades neerlandesas. En prisión, fue entrevistado durante veinte horas por el consorcio de periodismo de investigación del Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP).

Liberado en abril, prometió a la prensa turcochipriota hacer declaraciones impactantes, una lista de nombres de políticos turcos que, según él, habían sido financiados por Falyalı con 15 millones de euros al mes. También habló de la existencia de grabaciones de vídeo realizadas por su antiguo jefe en hoteles de lujo de Chipre, que habría utilizado en su momento para chantajear a burócratas y políticos turcos, vídeos que los servicios secretos turcos, el MIT, estarían tratando de recuperar.

Mientras esperaba la visita de diputados de la oposición turca que habían acudido a escuchar sus declaraciones, fue asesinado el 2 de mayo en la terraza de la cafetería de un hotel de la ciudad holandesa de Ryswick. Sus asesinos, que según los testigos hablaban turco, siguen en libertad.

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El Global Organized Crime Index es un organismo internacional financiado por Estados Unidos y la Unión Europea, encargado de medir el alcance de la delincuencia organizada en el mundo. En su informe de 2025, situaba a Turquía en el décimo puesto de los 193 países estudiados (Francia ocupa el puesto 56). El informe destaca en particular la pasividad y la complicidad de las autoridades en relación con el tráfico de drogas y de seres humanos. También advierte sobre el blanqueo de capitales, “en el que probablemente están implicadas personas integradas en el aparato estatal”.

 

Traducción de Miguel López

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