El terrorismo no ha dejado de golpear Francia diez años después de Bataclan y suma 119 víctimas desde entonces
Hace diez años, el 13 de noviembre de 2015, una oleada coordinada de atentados perpetrados por comandos del Estado Islámico tuvo como objetivo el Estadio de Francia, en Saint-Denis, así como las terrazas de los cafés y la sala de espectáculos Bataclan, en París, matando a ciento treinta personas e hiriendo a cientos más. Luego se suicidaron tres supervivientes de esos atentados.
Mientras Francia conmemora el décimo aniversario de esa matanza, las noticias de los últimos días han recordado las palabras de una víctima en el juicio: “El terrorismo hace imposible la tranquilidad.”
Todo comenzó con un telegrama enviado el viernes 7 de noviembre a los prefectos y responsables de seguridad, en el que el ministro del Interior, Laurent Nuñez, pedía una mayor vigilancia, especialmente en torno a las “salas de conciertos” y las “manifestaciones festivas de importancia” con motivo de la conmemoración.
Luego se anunció la detención, el 10 de octubre, de tres jóvenes que hablaban de atacar las terrazas de los cafés o una sala de conciertos, en un siniestro homenaje a la acción de los terroristas.
También apareció el nuevo caso de Salah Abdeslam, el único superviviente de los comandos del 13 de noviembre. Los medios de comunicación estallaron: el preso más vigilado de Francia habría preparado desde su celda un nuevo atentado. En realidad, el bruselense “solo” consultó propaganda yihadista, y fue su expareja, con la que ya no se comunicaba, quien alimentaba “un proyecto de acción violenta”, según la Fiscalía Nacional Antiterrorista (Pnat).
Independientemente de la relevancia y la gravedad de estos diversos acontecimientos, las palabras “terrazas”, “sala de conciertos”, “atentado” o incluso “Abdeslam” ensombrecen la conmemoración. Francia aún no ha acabado con la amenaza terrorista yihadista suní.
Mediapart ha consultado informes y notas en las últimas semanas y ha mantenido reuniones individuales o colectivas con diversos servicios de inteligencia y con el ministerio de Justicia para hacer un balance de esta amenaza, cuya naturaleza y forma han evolucionado profundamente. Una amenaza “atomizada, individualizada, menos organizada, menos letal, más difusa y, por lo tanto, más difícil de entender”, según un oficial de inteligencia.
Entre el asesinato del preso corso Yvan Colonna en marzo de 2022 y el del profesor Dominique Bernard en octubre de 2023, Francia había pasado un año y medio sin llorar a ningún muerto a manos de un yihadista, pero luego se han sumado otros tres a una lista que, según nuestros cálculos, asciende a 119 personas asesinadas desde el 13 de noviembre, incluidas las 86 víctimas mortales del atentado de Niza el 14 de julio de 2016.
Organizaciones terroristas “debilitadas”
En 2015, Al Qaeda y el Estado Islámico tenían la capacidad de formar a operativos en sus santuarios para luego enviarlos a los países objetivo y llevar a cabo ataques complejos. Diez años después, estas dos organizaciones ya no tienen los medios para hacerlo. Sus mandos centrales se han visto muy debilitados, hasta tal punto que sus respectivos líderes estarían “poco implicados”, según la fuente citada, en la vida de dichas organizaciones terroristas.
Las células dedicadas a las operaciones exteriores, es decir, a la comisión de atentados en el extranjero, han sido desmanteladas. La probabilidad de un segundo 13 de noviembre “ha disminuido considerablemente”, estimó en France Inter Nicolas Lerner, director de la DGSE, el servicio de inteligencia exterior francés.
Desde la caída de su califato, los yihadistas de la zona sirio-iraquí continúan con su agenda local, es decir, sobrevivir más o menos. El Estado Islámico busca hombres y mujeres para regenerar sus filas. Pero las redes de envío de yihadistas se han extinguido. En cuanto a los franceses, según nuestros cálculos, quedarían unos cien hombres y unos trescientos niños y mujeres en Siria.
La caída del tirano Bashar al-Assad y la toma del poder por el antiguo yihadista Ahmed al-Charaa no han cambiado la situación, ya que el nuevo hombre fuerte de Siria lleva una década luchando contra el Estado Islámico. En este cambio de época, al-Charaa es incluso considerado un elemento de estabilidad y un aliado para los servicios de inteligencia, que temen el caos que provocaría su asesinato.
El nuevo epicentro del yihadismo es África. El Estado Islámico ha trasladado allí sus funciones de mando y dispondría de más de 10.000 combatientes en todo el continente, mientras que en Siria solo tendría unos 1.500 como mucho. En el momento de escribir estas líneas, los yihadistas africanos no se preocupan por cometer atentados en Europa. Sin embargo, los servicios de inteligencia no descartan ataques contra embajadas o turistas franceses.
En los últimos años, la principal amenaza en términos de proyectos de atentados complejos y matanzas masivas era el Estado Islámico de Khorasan (EI-K), una filial en Afganistán que activaba a distancia a personas indecisas —ciudadanos de las comunidades del Cáucaso Norte o de Asia Central— en los países objetivo. El ejemplo más trágico fue el de las 149 víctimas mortales del Crocus City Hall, en las afueras de Moscú, en marzo de 2024.
A finales de 2022, un ciudadano tayiko y otro checheno, detenidos en Estrasburgo antes de perpetrar un atentado, habían sido manipulados a distancia por un miembro del Estado Islámico de Khorasan. Hoy en día, según analistas de diferentes servicios, la filial afgana habría visto reducida considerablemente su “capacidad nociva” gracias a la acción de los talibanes, que libran contra el EI-K “una guerra feroz y eficaz”.
Instrumentalización de Gaza
A finales de 2017, la DGSI subrayaba que, a pesar de sus reveses en la zona sirio-iraquí, el Estado Islámico seguía siendo “la principal fuente de amenaza terrorista” que se cierne sobre Europa, debido a “su capacidad para inspirar a actores aislados a pasar a la acción mediante su propaganda”.
En los últimos años, “la ideología sigue viva y se sigue difundiendo”, como subrayó a finales de 2023 otro alto cargo de los servicios de inteligencia franceses, en particular reciclando, a veces con la ayuda de la inteligencia artificial, antiguos contenidos de la época del califato del Estado Islámico. Esa propaganda sigue circulando, principalmente en los canales de Telegram, pero también en TikTok y, desde el fin de su moderación, en X.
Para movilizar a los candidatos a la yihad, el Estado Islámico no duda en instrumentalizar la causa palestina, por la que no se interesaba cuando estaba en su apogeo. En septiembre, su revista en lengua árabe Al-Naba evocaba la siuación de Gaza para hacer un llamamiento a atacar, entre otros, a Francia.
Aunque los servicios de inteligencia interrogados no ven ninguna relación entre estas amenazas yihadistas suníes y las organizaciones chiíes pro palestinas, y aunque Hamás, según estas mismas fuentes, no muestra ninguna intención de atacar Europa, esta instrumentalización resulta ser un tema muy movilizador para el público al que se dirige el Estado Islámico.
Según los servicios de inteligencia, desde el 7 de octubre, la mitad de los atentados perpetrados o frustrados están relacionados de una u otra manera (elección del objetivo, reivindicación) con la situación en Gaza, mientras que, como reveló Mediapart, el reclutador del Estado Islámico Rachid Kassim exhortaba en 2016 a los candidatos al martirio a “no centrarse en los judíos” para que la causa palestina no desviara la atención.
Imputados 51 menores
En 2020, la DGSI elaboró un informe dedicado a la “amenaza yihadista endógena”. Tras constatar la “amplificación” del fenómeno, el servicio de inteligencia escribía que sus “recientes investigaciones judiciales” demostraban que la amenaza terrorista de inspiración yihadista “ya no es solo prerrogativa de individuos que han combatido en tierra yihadista, sino que ahora la llevan a cabo nuevos actores que no han estado en zonas de combate”. Los últimos cinco años no han hecho más que confirmar este análisis.
“El perfil de las personas implicadas en estos procedimientos ha evolucionado notablemente”, subraya la Pnat. “Frente a los perfiles de personas de entre treinta y cuarenta años en la década de 2010, se observa un claro rejuvenecimiento, con un predominio de personas menores de 20 años y, ahora, de numerosos menores de edad.”
De imputar a dos o tres menores por delitos terroristas al año a principios de la década de 2020, la fiscalía ha pasado a 51 en los últimos tres años. “Esta constatación es compartida por otros países de la Unión Europea, en Gran Bretaña y también a nivel mundial”, concluye la Pnat. Y los últimos seis planes de atentado frustrados por la DGSI tenían como autores y autoras a jóvenes de entre 17 y 22 años.
Menos curtidos que sus predecesores, sin raíces en la yihad y con una cultura religiosa aún más débil, los terroristas en ciernes muestran una atracción por la violencia más extrema, empezando a veces como consumidores de imágenes y vídeos gore en las redes sociales, y luego, gracias a la magia de los algoritmos, llegando a contenidos del Estado Islámico.
Aunque muchos son vulnerables psicológicamente, estos adolescentes y jóvenes adultos, nacidos y escolarizados en Francia, han crecido en un entorno familiar “estructurado”, según la calificación de un alto mando de un servicio de inteligencia. Los padres se ven desbordados por sus hijos, que ocultan sin dificultad sus conexiones digitales más sensibles.
Como consecuencia directa de ese rejuvenecimiento, estos aprendices de terroristas prefieren métodos operativos sencillos contra objetivos vulnerables y/o simbólicos. Sus atentados son rudimentarios. Tres cuartas partes de los ataques cometidos desde 2020 en Francia se han llevado a cabo con armas blancas.
El problema es que, al estar desconectados de las redes yihadistas tradicionales, son más difíciles de identificar previamente. Dos tercios de los autores de los atentados cometidos desde 2020 eran “desconocidos para los servicios”.
Mujeres que quieren cometer atentados
Lejos de las ideas preconcebidas y de la propia doctrina del Estado Islámico, hay mujeres que quieren convertirse en protagonistas de la yihad, independientes de los hombres. Ninguna ha matado en Francia, pero, desde el 13 de noviembre, lo han intentado o han querido hacerlo varias.
Por supuesto, en 2016 hubo quienes fracasaron en su intento de hacer explotar un vehículo cargado con seis bombonas de gas en las inmediaciones de la catedral de Notre-Dame de París. Al mismo tiempo, otra planeaba una acción violenta con su marido, aunque luego renunció porque se quedó embarazada. En 2017, una retornada confesó haber manejado armas en Siria y haber querido cometer un atentado a su regreso a Francia, lo que le valió una condena de diecisiete años de reclusión.
A principios de 2021, una mujer fue detenida cuando quería atacar lugares de fiesta en Rennes; ya había redactado una carta de reivindicación y un testamento. Unas semanas más tarde, una joven fue detenida en Béziers por querer atacar una iglesia con una espada o un artefacto incendiario durante la Semana Santa. Había estado discutiendo sus planes con neonazis.
El 10 de octubre de 2025, también se detuvo en Lyon, Villeurbanne y Vierzon a tres jóvenes que planeaban celebrar de forma sangrienta el 13 de noviembre.
456 investigaciones en curso
Desde principios de 2025, se han cometido tres atentados yihadistas en el territorio (en Apt, Lyon y Mulhouse), que han causado dos muertos, y la DGSI ha frustrado seis atentados. Según la Pnat, la amenaza yihadista, “que sigue siendo especialmente apremiante y predominante”, representa en noviembre de 2025 el 86 % de los procedimientos seguidos por sus magistrados, es decir, 456 procedimientos en fase de investigación o de instrucción judicial.
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En una década (de enero de 2016 a noviembre de 2025), se han abierto 1.300 investigaciones por terrorismo, primero por la sección antiterrorista de la fiscalía de París y, a partir de julio de 2019, por la Pnat. Durante el mismo período, se celebraron cerca de 640 juicios en primera instancia, 115 audiencias ante el tribunal especializado y 524 ante la sala 16 del tribunal correccional de París. Esto ha dado lugar a la condena de más de 1.500 personas, 26 de ellas a cadena perpetua.
Traducción de Miguel López