Así censura Trump a las mujeres y minorías en la universidad

Fotomontaje de Mediapart con uno de los documentos a los que ha tenido acceso.

Benjamin Jung (Mediapart)

Apenas llegada al poder, la nueva administración del presidente Donald Trump ha encadenado una serie de medidas impactantes contra las minorías, con el pretexto de luchar contra la “ideología woke” y defender los valores tradicionales americanos. Esta purga histórica también afecta de lleno al mundo académico y científico, que sufre “el ataque más fuerte, violento y masivo desde el macartismo”, como explica Romain Huret, historiador americano y presidente de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS).

Este ataque se refleja en la nueva política de EducationUSA, el servicio de apoyo a estudiantes extranjeros en la educación superior americana que depende del departamento de Estado, el equivalente al ministerio de Asuntos Exteriores. La función de la institución es proporcionar consultas y apoyo gratuito a las personas que deseen cursar estudios universitarios en Estados Unidos.

Mediapart ha tenido acceso a un documento interno de esta organización. En un correo electrónico enviado el 5 de febrero, una directora responsable de las oficinas de unos veinte países se dirige a todos los agentes de EducationUSA bajo su autoridad. “Por favor, tomen en consideración activamente el archivo adjunto durante sus actividades de asesoramiento y sensibilización”, escribe, mencionando el documento del 3 de febrero titulado “Directiva de comunicación para EducationUSA: ‘America First’ [‘América primero’, lema utilizado por Donald Trump - ndr]”.

Esta guía proporciona a los empleados instrucciones lingüísticas para su uso en el trabajo y en la comunicación con los socios. La primera medida enunciada es: “Para los informes destinados al personal del departamento de Estado, destaque cómo las actividades de su centro pueden hacer que Estados Unidos sea más seguro, más fuerte y más próspero”.

Para Romain Huret, esto materializa la voluntad de Trump de “convertir la universidad en un lugar de formación para el patriotismo, donde se defienda el modelo familiar, religioso y tradicional americano, de acuerdo con la idea generalmente compartida por los republicanos de que la educación superior es una fábrica de socialistas y antiamericanos”.

Este deseo patriótico se apoya en la siguiente consigna: “Aumentar el uso del nombre ‘América’ y del adjetivo ‘americano’». Para el historiador, el uso del nombre del continente en lugar del del país (Estados Unidos) no es en absoluto anodino y proviene de una “antigua tradición del siglo XIX, cuando Estados Unidos era una gran potencia imperial”.

“Términos y frases que hay que evitar”

El memorándum ordena a los agentes de EducationUSA que prohíban “términos descriptivos que identifiquen el estatus económico personal, la religión, la etnia o la orientación sexual de un alumno”. Esta prohibición, aplicada aquí a los estudiantes, también se ha impuesto en el ámbito de la investigación, como recuerda Romain Huret, que expone el peligro que esta medida supone para los científicos, “especialmente en medicina, donde el género y el origen son importantes para la categorización de las enfermedades”.

Tras hacer un repaso de los mensajes y palabras que se deben promover en las comunicaciones de la organización, el documento enumera los “términos y frases que deben evitarse”: “diversidad, equidad, inclusión, identidad, género, identidad de género y afirmación de género, LGTBIQ+, educación sexual, mujeres, niñas, minoría, subrepresentadas, desfavorecido, oprimidos y opresores, privilegiados, vulnerables y poblaciones vulnerables”.

“Esto es censura. Se ha declarado la guerra”, asegura Romain Huret. “La rapidez de implementación de esta medida es extremadamente preocupante”.

Alice (nombre ficticio), empleada de EducationUSA, cuenta a Mediapart el impacto que supuso para ella descubrir este documento: “A partir de ahora, tendremos que temer constantemente decir lo que no debemos decir. Constatar que palabras como ‘inclusión’, ‘diversidad’ e incluso ‘mujeres’ se consideran ahora problemáticas es muy desesperante”.

Y añade: “Soy feminista, formo parte de la comunidad LGTBIQ+ y he pasado gran parte de mi vida defendiendo los derechos humanos. Ahora me dicen que ni siquiera puedo reconocer públicamente mi identidad en el ejercicio de mis funciones. Esto me enfurece. ¿Cómo puedo trabajar para una organización que prohíbe esto? Siento que me estoy traicionando a mí misma y a mis principios. No puedo hacer como si fuera aceptable”.

Encargada de la asistencia a estudiantes extranjeros, Alice también detalla cómo uno de los equipos de EducationUSA recibió la orden de editar y eliminar todas las publicaciones en las redes sociales “que mencionen el feminismo”, una medida que recuerda a la reciente directiva de la NASA de “limpiar sus web de menciones relativas a las poblaciones indígenas y a las mujeres”.

Estos regímenes toman el poder escandalizando a la gente, normalizando la desmesura y enterrando la oposición en lo absurdo hasta la sumisión

La investigadora americana Sophie Fullerton

En el correo electrónico que acompaña a las instrucciones, la directora de EducationUSA añade, en medio de una frase, un detalle cargado de significado: “Tenga en cuenta que hasta el martes 18 de febrero, las cuentas oficiales de EducationUSA solo reproducirán y amplificarán el contenido del presidente, la secretaria de Estado, el departamento de Estado y el portavoz del departamento de Estado”.

Para Alice, “EducationUSA nunca tuvo como fin ser una herramienta de difusión de mensajes presidenciales, pero parece que eso es exactamente en lo que la institución está a punto de convertirse”. Nada sorprendente para Romain Huret, quien observa que en todas las organizaciones públicas, “la información está ahora totalmente controlada por la Casa Blanca y el equipo de Donald Trump”.

Una peligrosa deriva autoritaria

Alice también describe el miedo que reina en la institución desde la aplicación de estas nuevas medidas: “Mis colegas temen por su futuro. Primero, estas restricciones de lenguaje, pero ¿qué pasará después? ¿Qué compromisos tendremos que aceptar para conservar nuestro empleo? También existe un miedo general a hablar de la situación. Algunos temen perder su trabajo si expresan su descontento. Muchos de ellos creen en la misión de EducationUSA, que consiste en ayudar a los jóvenes a acceder a una educación de calidad. No quieren perder la oportunidad de poder hacer algo solo por mostrar su desacuerdo”.

“Muchos científicos están preocupados. Se observa una verdadera consternación ante la brutalidad de este enfoque”, señala Romain Huret. “No debemos olvidar que Estados Unidos debe en parte su riqueza y su éxito a la fuga de cerebros europeos que se establecieron allí durante las guerras. Ahora está ocurriendo exactamente lo contrario. Al igual que en Argentina, donde el sistema universitario ha sido devastado por el presidente Javier Milei, Trump está organizando el decaimiento duradero de su país. Es un suicidio”.

La investigadora de la Universidad de Nueva York Sophie Fullerton observa esta preocupación cada día. “Todo sucede tan rápido que los profesionales del mundo académico están desconcertados”, relata a Mediapart esta profesora especialista en autoritarismo. “Esta guerra ideológica está muy calculada y es una clara señal de que Estados Unidos se está deslizando rápidamente hacia un régimen autoritario. Estos regímenes toman el poder conmocionando a la gente, normalizando la desmesura y enterrando a la oposición en lo absurdo hasta la sumisión”.

Para el presidente de la EHESS, el peligro va más allá de las preocupaciones inmediatas: “Debemos esperarnos una mayor polarización del país, una brecha entre las universidades privadas independientes que seguirán investigando estos temas prohibidos y las universidades públicas, que son las de la clase media y popular, en las que ya no se enseñará la historia del racismo o los derechos de la mujer por temor a perder la financiación”.

Por su parte, la profesora Fullerton recuerda que, por naturaleza, la adhesión de los académicos a los hechos y al método científico es un obstáculo para la administración Trump. Ella ve en esta campaña anti-progresista y anti-universitaria “el auge de una ideología nacionalista blanca llevada al extremo”. “Primero arremeten contra las minorías étnicas y sexuales, luego contra las mujeres, luego los pobres, luego las otras religiones, con el objetivo de establecer una especie de teocracia construida para los oligarcas americanos blancos”, detalla.

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La investigadora concluye con una advertencia: “Estados Unidos ha sido un faro democrático que ha inspirado a otros países. Temo que hoy en día ocurra lo mismo con el autoritarismo, que encontrará eco en otros países, especialmente en los europeos”.

 

Traducción de Miguel López

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