CUMBRE DEL CLIMA

Brasil aspira a pactar una hoja de ruta contra los combustibles fósiles en la recta final de la COP30

Indígenas y simpatizantes participan en la Marcha Global por el Clima 'La Respuesta Somos Nosotros' este lunes, en la Aldea COP30 en Belém (Brasil).

La cumbre del clima organizada por Naciones Unidas comenzó este lunes la recta final de su edición número 30, y se espera que a lo largo de esta semana se debatan los asuntos más políticamente divisivos de la crisis ambiental. La COP30, organizada en Belém (Brasil), finaliza en teoría este viernes y se espera que para entonces se aborde un aumento del apoyo económico de los países ricos a las naciones en desarrollo y un compromiso para elaborar una hoja de ruta que acabe con los combustibles fósiles. Sin embargo, observadores externos confiesan que los dos asuntos están en el aire a apenas 100 horas de que finalice el encuentro.

La cumbre anual de la ONU se caracteriza por debatir los grandes asuntos en los últimos días, jugando con la presión del reloj y las negociaciones nocturnas. Las reuniones comenzaron oficialmente el lunes de la semana pasada, pero los organizadores brasileños prefirieron dejar los temas más peliagudos para la recta final para evitar un estancamiento de las conversaciones, de manera que todo se decidirá en los próximos cuatro días.

La COP28 de 2023, celebrada en Emiratos Árabes, tuvo que extenderse dos días para lograr por primera vez un compromiso de "alcanzar las cero emisiones netas en 2050", por los casi 200 países que acudieron. Dos años después, la ambición se ha rebajado sustancialmente por la ausencia de Estados Unidos –por decisión de Donald Trump– y por la sensación general de que la lucha climática está en su peor momento en una década.

Para dar continuidad a aquel logro, la negociación que más resuena en la cumbre de 2025 es la puesta en marcha de un plan global para llevar a término el compromiso de 2023, puesto que aquello quedó en una mera declaración. Lograr unas emisiones cero a mitad de siglo supone abandonar casi por completo el uso de combustibles fósiles mediante medidas claras y consensuadas, de manera que el presidente de Brasil, Lula da Silva, subrayó en su discurso inaugural de la semana pasada que el mundo necesita una "hoja de ruta que permita a la humanidad, de manera justa y planificada, superar su dependencia de los combustibles fósiles".

Según los grupos ecologistas presentes en la cumbre, en la última semana alrededor de 60 países –de los 194 presentes en Belém– han apoyado esta propuesta, pero hay otros 70 en contra. La hoja de ruta consistiría en sentar las bases para que en los próximos dos años se elabore un plan global que garantice las emisiones netas cero en 2050, una manera de forzar a los petroestados o a las economías en desarrollo a acabar con el petróleo, el carbón y el gas.

El problema es que esa hoja de ruta todavía no forma parte de manera oficial de las conversaciones de la COP. Pero como ocurre a menudo en esta cumbre a medida que un tema gana peso en los pasillos, puede saltar al debate formal o incluso monopolizar la fase final de las negociaciones. "A esta hora no hay nada descartado", dijo este lunes el portavoz de Observatório do Clima, una red de ONG climáticas de Brasil. "El abandono del petróleo es indispensable para garantizar el objetivo de calentamiento de 1,5 ºC, y no hay razón para que no se pueda cerrar un acuerdo" en estos cuatro días, añadió.

Pedro Zorrilla, delegado de Greenpeace España en la COP30, también destaca las negociaciones de la COP30 sobre financiación climática, un asunto que se discute cada año. Este debate gira en torno a las transferencias económicas de los países más ricos a las naciones que no pueden cubrir los costes de adaptarse a los desastres naturales ni invertir en energías renovables para deshacerse del carbón y la gasolina.

En la COP29 se acordó triplicar el apoyo que ya daban entonces los países ricos, de 100.000 millones de dólares anuales a 300.000 millones, pero Brasil busca ahora incrementar esa cifra a 1,3 billones de dólares al año a partir de 2035 entre contribuciones públicas y privadas. Los observadores insisten, sin embargo, en que ese dinero no puede seguir entregándose en forma de préstamos que deben devolver, por mucho que las condiciones sean más favorables que las que ofrecen los bancos.

"Necesitamos discutir sobre financiación accesible que no suponga una deuda para los países en desarrollo", explicó este lunes Marlene Achoki, experta en derecho ambiental de la ONG Care Climate Justice. "Tras 10 años de París tenemos que ir en serio y actuar, no podemos seguir hablando, hablando y hablando".

En su discurso de la semana pasada, el presidente Lula da Silva también pidió "detener y revertir la deforestación y movilizar recursos para alcanzar este objetivo", otro punto clave que sobrevuela ahora las reuniones. Marcio Astrini, secretario del Observatório do Clima, publicó este fin de semana un artículo de opinión en el que detalla que el líder brasileño "elige sus palabras con cuidado", por lo que cuando habla de combustibles, bosques y financiación es porque son su "hoja de ruta" personal para la COP30. Y es de sobra conocido que el país que alberga las conversaciones, es el que tiene el poder para introducir o retirar los debates.

La presión de Lula da Silva para cerrar una cumbre ambiciosa, tras el fiasco del año pasado en Azerbaiyán, ha sido muy criticada porque el mes pasado se conoció que el presidente ha dado permiso a la petrolera Petrobras para perforar una zona de la Amazonía y extraer petróleo. "Puede considerarse una contradicción, y de hecho lo es, pero limitarse a verla como tal sería demasiado simplista. Ante esta situación, el mensaje es claro: Lula puede actuar en conjunto con otros, pero no se debe esperar que actúe solo", añade Astrini.

Una década del Acuerdo de París

Cientos de miles de personas se movilizan para exigir justicia climática durante la COP30

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La cumbre de Belém se celebra cuando se cumplen diez años del famoso Acuerdo de París, en el que los gobernantes de todo el mundo se comprometieron a tratar de contener el calentamiento global en 1,5 °C frente a la temperatura media del periodo 1850-1900, o al menos por debajo de los 2 °C. Pero los últimos cálculos apuntan a que esa cifra va camino de los 2,6 °C, según Climate Action Tracker, una noticia nefasta para la supervivencia. Hace una década, cuando apenas se habían tomado medidas para frenar el desastre, la estimación de calentamiento del planeta era de 3,6 °C.

La ausencia de Estados Unidos en la COP30 era la noticia más importante con la que arrancó la cumbre, pero a medida que pasan los días se ha instalado una sensación de que su portazo podría estar ayudando a facilitar las conversaciones del resto del mundo. "Por ahora no se ha notado tanto, ni hemos sufrido ataques externos como en las negociaciones de emisiones marítimas", opina Pedro Zorrilla. Se refiere a la cumbre global de la Organización Marítima Internacional de octubre, que fracasó tras las amenazas de Trump con imponer aranceles a los países favorables a imponer una tasa a los buques contaminantes. 

Según añade el especialista en cambio climático, "la ausencia de Estados Unidos y el perfil bajo que ha adoptado hasta ahora la Unión Europea, parece que China está tomando el liderazgo, aunque esto se tendrá que ver a partir de ahora, en los días decisivos". El país más contaminante del mundo podría aprovechar la falta de grandes voces en la COP para tomar el mando o al menos influir en unas conversaciones en las que normalmente ha optado por ponerse de perfil.

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