¡A la escucha!

El plástico que comemos y respiramos

Pregunta: ¿cuánta agua bebe al día? ¿Es de los que se autoimpone beber esos 2 litros de agua diarios que recomiendan los médicos? Si lo hace, aquí viene la pregunta clave: ¿de dónde bebe esa agua? Porque puede que esté poco a poco contaminándose y no lo sepa.

Cada día yo puedo beber de media 2 ó 3 botellas de agua embotellada. Vivo pegada a una botella, y no, no es de ésas que se han puesto de moda últimamente, tipo termos. Es una botella de toda la vida, la que nos venden en la máquina o la que tenemos en plató para echar mano de ella cada vez que nos quedamos sin voz o se nos seca la garganta. Pero puede que un gesto tan cotidiano y que en teoría me servía para estar más hidratada y por tanto más saludable, esté provocando el efecto contrario.

Un estudio nos ha dicho ahora que cada persona, al año, puede ingerir entre 70 mil y 127 mil partículas de plástico. Una cantidad excesiva que no siempre entra a través de alimentos contaminados, que también. Las botellas de plástico son parte del problema, pero no el único. Una persona que no beba agua de botella también llegará a ingerir hasta 7 mil partículas de plástico, pero ¿cómo? Hay frutas, pescado, marisco, que ya han sido contaminados en los mares o en los campos con partículas minúsculas de plástico y que acaban llegando a nuestra mesa y por tanto a nuestro organismo.

A principios de semana nos proponían el reto de llenar nuestra cesta de la compra sin plásticos, buscar alternativas a las lechugas envueltas en papel film, a las bolsas donde pesamos la fruta, a las bandejas de los filetes de carne que nos venden en el supermercado ya envasados… Si echamos un vistazo rápido a nuestra compra vemos que, efectivamente, hay demasiado plástico. Al final todos esos alimentos acaban contaminados e inevitablemente acaban también en nuestro organismo. Por tanto ya no es sólo una cuestión de contaminación sino también de salud.

Incluso el azúcar o la de mesa que procede del agua marina está también contaminada. Tiene micropartículas de plástico que también acaban contaminando todos nuestros platos y nuestros aliños.

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Pero lo más sorprendente de este estudio, y también lo más preocupante, es que aunque quisiéramos evitar que lo que comemos esté contaminado con plástico, no lograríamos evitar su ingesta. Porque el plástico no sólo lo ingerimos sino que también lo respiramos. Sí, parte de esas 127 mil partículas que entran en nuestro organismo al año también llegan por vía oral. La contaminación de los mares es parte del problema, pero también los materiales de los que estamos rodeados, en nuestras casas, en la oficina, en el trabajo, en el coche.

Los expertos no han determinado qué efectos a largo plazo va a tener todo esto en nuestra salud. Pero sí que han detectado que la toxicidad de esos microplásticos han llegado ya a nuestro organismo y a nuestros tejidos. Están presentes en nuestras heces, por ejemplo.

Desde hace meses, la pequeña Greta Thunberg, activista a favor del medio ambiente y que ha conseguido movilizar a miles de jóvenes de todo el mundo, pedía a Gobiernos e Instituciones que se implicaran en parar el deterioro del planeta. Y que lo hicieran, además de tomando medidas, cambiando su lenguaje. No se trata ya de cambio climático, dice, sino de emergencia climática. Es urgente y necesario actuar. El Parlamento británico fue uno de los primeros en votar esa declaración de emergencia climática. Y muchos medios de comunicación de todo el mundo se han sumado a esta iniciativa. Hay cientos de indicadores que así lo demuestran, y este informe es uno más.

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