Desde la tramoya

Fernández Díaz y el diablo

Luis Arroyo nueva.

Parece en especial interesante la vis integrista del imputado Fernández Díaz, ex ministro del Interior, que el jueves el juez decidió enviar a juicio por espiar a Bárcenas. Porque... ¿cómo no va sentirse legitimado para pagar dos mil euros de dinero público al conductor del extesorero para sacarle información quien ha declarado que cuenta con un ángel de la guarda llamado Marcelo, que le ayuda a aparcar y también a otras tareas mayores?

Yo supongo que a quien se le aparece todo el rato un ángel de la guarda debe investirle un aura de impunidad, a partir de la encomienda de una misión divina que está más allá de las leyes terrenales. En otras palabras, si tienes un ángel de la guarda que te ayuda en grandes y pequeñas cosas, ¿para qué necesitas el Código Penal?

Si Dios salió a tu encuentro en Las Vegas, como nos cuenta el exministro en su biografía, cuando el pecado inundaba tu vida, entonces lo de pagar a un chofer para obtener información sobre la cúpula del PP investigada por corrupción debe parecerte una nimiedad.

El altísimo valor que le da a la transcendencia quien decide condecorar a la Virgen en 2014 con la más alta distinción policial, por sus "valores como la dedicación, el desvelo, la solidaridad y el sacrificio", denota un desprecio profundo por las cosas materiales. Digo yo que si decides darle esa medalla distintiva a una virgen, lo de espiar a una persona para salvar a los tuyos debe parecerte una chorrada.

Durante el confinamiento vimos cómo el exministro ahora imputado interpretaba el mundo. Benedicto XVI le había dicho que el diablo ataca a los mejores, y que el diablo por eso está tan empeñado en destruir España, por la gran labor que hizo en la evangelización de América y por su resistencia en las persecuciones religiosas de los primeros años 30 del siglo pasado.

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Quien tiene una misión salvífica encomendada por Dios como la que tiene Fernández Díaz no se detiene ante los obstáculos legales. Por eso puede, como nuestro hombre, promover una "policía patriótica" que permita hacer la vista gorda en la persecución de los independentistas. O por eso puede y debe fomentar normas, como la llamada ley mordaza, que permitan someter con más facilidad a los pecadores. Puede y debe declarar a la organización ultracatólica y ultraderechista HazteOir como de utilidad pública. Puede y debe igualar a las mujeres que interrumpen su embarazo con los terroristas de ETA.

Si vemos próximamente al devoto Fernández Díaz entrar en el juzgado para dar cuenta ante el tribunal de sus posibles delitos, será entretenido adivinar lo que pasará por su mente iluminada. Quizá sea lo mismo que corría cuando visitaba con asiduidad, según cuentan las crónicas, el Valle de los Caídos.

Qué suerte la del exministro al contar con Marcelo, el ángel de la guarda, con Nuestra Señora María Santísima del Amor y con el Dios que se le reveló en Las Vegas. Que afortunado el ministro que sentirá que actuó en conciencia y que, por tanto, será perdonado en el Juicio Final. Pero afortunados nosotros también, que antes de eso le veremos rendir cuentas por sus presuntos delitos ante unos tribunales mucho más modestos: los de la Audiencia Nacional. Amén.

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