Hijos (o padres) del rencor Jesús Maraña

Aprender algo nuevo es apasionante pero también, en ocasiones, estresante. Nosotros ya hemos olvidado esa angustia cuando empezabas un curso nuevo, con asignaturas y profesores nuevos y veías que no te enterabas de nada. Las primeras clases de física y química eran un galimatías para mí. Ahora sé que el profesor que me tocó fue clave para que no me apasionara ni me interesara y para que, definitivamente, tirara por letras. Me gustaban las matemáticas, sacaba notas excelentes y aún estaba dudando, pero aquel curso decidí que ése no era mi camino. Siendo padres, vuelves a revivir ese miedo, ese abismo que se les abre con el arranque de cada curso cuando tienen una asignatura nueva. El otro día, tuve que consolar a alguna personita que ya estaba lamentándose porque “no entendía nada" de lo que le "decían en clase”, y la personita ya tiene sus años… Pero le ocurre cada septiembre: el miedo a no ser capaz. Miedo que supone una barrera y que hay que aprender a vencer.
Hace unos días leía que uno de los mejores profesores de la universidad de Nueva York, con una larga experiencia en química orgánica, ampliamente premiado, había sido expulsado porque un grupo de estudiantes se había quejado de que sus clases eran muy difíciles. Él es toda una institución en esa facultad, lleva años impartiendo clases, pero el rectorado, tras la carta que firmaron 80 alumnos, decidió que había llegado su final. Decidieron ceder ante las quejas de esos alumnos. La noticia, publicada en medios anglosajones, fue ampliamente comentada y algunos lograron contactar con el profesor en cuestión. Él daba la clave de lo que estaba pasando: su método de enseñanza no está basado en la memorización, él prefiere plantear problemas y que sus alumnos piensen, reflexionen, el problema es que “los alumnos no entienden las preguntas de los exámenes, leen mal”. Y ahí el mal de todo lo que nos pasa últimamente. No sabemos leer, no entendemos lo que leemos, o no queremos entenderlo.
No sabemos leer, no entendemos lo que leemos, o no queremos entenderlo
Algunos padres y los alumnos que sí entendían y valoraban la calidad de las clases de este hombre se quejaron: con su salida se empobrecía el nivel educativo de la universidad y sentaba un mal precedente. Adaptar las clases al nivel educativo de los alumnos universitarios puede llevarnos a un camino incierto. Es verdad que cada promoción es diferente, pero también es cierto que, quienes nos dedicamos a la docencia universitaria, detectamos cada vez más que el nivel de los alumnos es, año tras año, más bajo. Apenas leen y, lo peor, no tienen ningún complejo en admitirlo. Creen que leer es aburrido, que no les aporta nada. Pero es que ya, en el caso de los futuros periodistas, es dramático que confiesen que tampoco leen periódicos. Yo ahí me quedo ojiplática. Es como si un futuro conductor de autobús te dijera que él no se sabe las señales de tráfico y que no pasa nada o que un futuro chef jamás ha utilizado un cuchillo porque le da miedo.
En el caso de las quejas de los estudiantes neoyorquinos, la facultad ha tirado hacia la autocomplacencia: mantengamos a los alumnos y a sus padres contentos, y lo demás, poco importa. Si cada promoción la hacemos un poco más pobre en cuanto a conocimientos, no es nuestro problema. Ya apechugarán otros. No admitamos que, con esta decisión, hacemos de esta sociedad una sociedad mucho más cortoplacista, menos autoexigente, penalizamos la cultura del esfuerzo y hacemos que todo se haga un poco más fácil. Más simplista. Llegas, estudias un poquito, no demasiado, y te sacas un título. Y ya con eso, puedes empezar a circular por la vida. Cuando tengas un problema ya aprenderás a gestionarlo, o no, porque aquí no hemos hecho nada por ayudarte a superar la frustración, a abordar lo que nos es desconocido, a aprender a caernos y a volver a levantarnos. Lo que te vas a encontrar en la vida, vamos. Ya si eso, lo aprenderás cuando te toque… o no.
Lo más...
Lo más...
Leído¡Hola, !
Gracias por sumarte. Ahora formas parte de la comunidad de infoLibre que hace posible un periodismo de investigación riguroso y honesto.
En tu perfil puedes elegir qué boletines recibir, modificar tus datos personales y tu cuota.