… Que mueve molinos Raquel Martos
¡Sin insultos, por favor!
Ya tenemos gobierno. La legislatura ya ha arrancado. Y guste más o guste menos, esto es lo que se ha votado en el Congreso. Un Congreso elegido en las urnas. Si para llegar hasta aquí no se ha contado toda la verdad, si se han hecho quiebros ideológicos o si se ha negociado y pactado más allá de lo que deberían, lo tendrán que sancionar, castigar, los votantes en las próximas elecciones o lo podrán refrendar. Pero todo lo demás, todo lo demás, es incendiar una convivencia que empieza a estar demasiado deteriorada.
Lo que está pasando estos días es un delirio. Y preocupante. Y algunos políticos deberían moderar y rebajar el tono si de verdad quieren y aman tanto a este país como dicen. Subirse a una tribuna del Congreso a decir barbaridades es lo contrario a hacer política. Alentar, aplaudir a los exaltados que amenazan con gritos e insultan a todo el que se pone por delante (periodistas, agentes antidisturbios, el Rey, ministros y, por supuesto, presidentes del gobierno) es convertir el debate político en un fango tan profundo que va a ser muy difícil después limpiar esa mierda para poder pasear con tranquilidad por ese camino de la convivencia. Se señala a gente en redes. Se presiona. Y luego nos echamos las manos a la cabeza cuando vemos agresiones gratuitas a diputados, como pasó este jueves, o a periodistas, como llevamos viendo muchas noches frente a Ferraz.
Muchos se empeñan en enfrentarnos. En dividir a las personas entre quienes piensan bien y piensan mal, según los parámetros personales de unos. Entre quienes se apropian de un país y de unos símbolos y quienes, incluso compartiendo parte del enfado, son enemigos porque no se les hincha la vena del cuello cada vez que salen a la calle a gritar contra todos.
Al PSOE le quedan semanas de tener que explicar la diferencia entre la oportunidad de sacar esta ley ahora y el oportunismo de hacerlo justo con los votos de quienes van a beneficiarse de ese perdón
Es tan bajo el nivel intelectual de todo lo que estamos viendo y escuchando, también en el Congreso, que es decepcionante. Muy decepcionante. Luego hablas con algunos de esos políticos que nadan entre la moderación y la hipérbole de algunos de sus compañeros y te confiesan estar preocupados, ¡como para no estarlo!
Creo que al PSOE le quedan semanas de tener que explicar la diferencia entre la oportunidad de sacar esta ley ahora y el oportunismo de hacerlo justo con los votos de quienes van a beneficiarse de ese perdón. Quedan muchas explicaciones por dar, desde luego. Y queda que se pronuncie el TC sobre si esta ley es o no constitucional.
Cómo va a ser la legislatura, si corta, si larga, si complicada, si farragosa, si débil por los apoyos que tanto va a costar sumar en cada votación, lo veremos en los próximos meses. Pero lo que no debería ser nunca es una legislatura con las calles incendiadas cada noche.
Para eso los políticos tienen que hacer su trabajo. Procurar que, efectivamente, todos tengamos los mismos derechos y las mismas obligaciones, que la separación de poderes sea real, que los jueces puedan hacer su trabajo, sin presiones de unos u otros, y los políticos también. Nuestro papel es luego ir a votar y decidir lo que queremos, sancionar a quienes creemos que se han equivocado o mentido, y después, aceptar el resultado de esas votaciones. Esto es la democracia. Y esto es lo que hay que cuidar, con mimo. Sin insultos, por favor, presidenta, y sin exabruptos.
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