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Aquí me cierro otra puerta

Un mal 2021

Quique Peinado nueva.

2021 va a ser un mal año. Todos queremos creer que no, y es lógico porque es un método de autodefensa muy humano, pero va a ser un año jodido. La normalidad volverá tarde (o quizá no vuelva, si entendemos por normalidad que todo vuelva a ser exactamente como era), la crisis económica será tremenda, mucha gente va a seguir pasándolo mal en demasiadas esferas (posiblemente sea el año en el que nuestra salud mental se quiebre, ahora que no necesitaremos dar un pedaleo después de otro para no caernos de la bici) y nuestro país sale de esta más encabronado, sin haber aprendido demasiadas cosas y con ganas de seguir pudriéndose. Siento ser yo el que lo diga, pero creo que va a ser así.

¿Quiere decir esto que haya que ser un apóstol del pesimismo? Creo que no. Mi psicóloga me enseñó a vivir en la incertidumbre, a no crearme escenarios futuros (que siempre eran catastróficos) para vivir en una falsa certeza. Tendemos a hacerlo mucho eso, y el primer párrafo quizá sea eso también. Lo que sea, será. No sabemos lo que va a venir. Pero sin querer ser pesimista y asumiendo que muchas de las cosas que nos van a pasar en 2021 serán un redescubrimiento de una felicidad que nos ha negado la pandemia, es evidente que el plan que se presenta para 2021 no es para tirar cohetes. Eso sí: la vacuna parece que nos devolverá eso que llamábamos vida, y si de esta no asumimos que hay que invertirlo todo a la casilla de la ciencia y del conocimiento ya será para considerarnos un caso perdido. No soy muy optimista en esto, aunque lo intente.

Yo solo aspiro a que 2021 sea un año en el que el miedo deje de ser mi (quizá nuestra) principal sensación del día a día. Hemos pasado por muchos temores, creo. Y también que sea el año en el que hagamos memoria de verdad. Un país confinado, en shock, no era un buen lugar para sacar cadáveres en la prensa. Creo que no aportaba nada y que solo valía para hacer espectáculo. Pero siento que ahora necesitamos ver lo que pasó, escuchar a la gente que se sigue matando en los hospitales por salvarnos la vida, hacer una auditoría profunda y aprender. Todos. Tendemos a quedarnos muy panchos diciendo que "la clase política" (ese eufemismo) es malísima, pero sinceramente creo que tampoco los ciudadanos somos para tirar cohetes. Quizá enfrentarnos de verdad a lo que ha ocurrido nos sirva para aprender. Pero vaya, que también soy pesimista en esto.

Hay una emoción muy humana que es quitar la cara cuando vemos el dolor. Apagar la tele, girar el cuello, no dar click en la noticia. Será la labor de los comunicadores enseñarnos lo que ha ocurrido en este país de una manera empática, respetuosa, queriendo aportar al bien común y no impactarnos ni convertirnos en consumidores de sensaciones turbias. Confío en los buenos y buenas periodistas de este país para que nos lo cuenten. Y que todo esto sirva para algo. Lo que nos ha pasado en 2020 y, también, todas las cosas tremendas que nos ocurrirán en 2021.

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