Prudencia democrática Luis García Montero
El Che te observa
Donato Gama da Silva nació en una familia humilde. Su padre le enseñó a dar patadas al balón en las calles de Río de Janeiro donde luego se ganó la vida como vendedor de paraguas y chico de los recados. "No éramos una familia pobre. En época de vacas flacas, siempre comíamos arroz con huevos fritos”, aclaró en una ocasión. Sus piernas le llevaron primero al Vasco da Gama y luego al Atlético de Madrid, donde Jesús Gil le echó a la calle tras sufrir una lesión con 30 años. "Es un muerto de hambre, además de viejo y cojo”, sentenció tal y tal. Fichó por el Superdépor, donde la grada le recibió con frialdad. Pero fue allí, en Riazor, donde un brasileño ya cuarentón se convirtió en leyenda. Hasta este martes, cuando alentó un golpe de estado en su país. "El pueblo brasileño ha despertado. Si sale a la calle, puede haber una intervención militar. El comunismo no puede volver", dejó escrito en su Instagram tras confirmarse la victoria de Lula sobre Bolsonaro.
Gerard Piqué Bernabéu nació en una familia bien. Su abuelo fue vicepresidente del Barça. Con poco más de un año, se cayó desde la terraza de la casa de su abuela cuando iba detrás de un balón. Estuvo en coma. "Le vino bien el golpe, así salió más listo", dijo una vez su padre. Piqué no solo ha sido el defensa central clave de su equipo, donde ha levantado tres Champions, sino que se ha consumado como un as de los negocios y de las comisiones. A través de Kosmos Holding, promueve la Copa Davis, ha comprado el FC Andorra y tiene su propia marca de gafas. Ganó además un pulso a Hacienda logrando que le devolviéramos dos millones de euros. Su relación con Shakira le dio fama global y su amistad con Ibai Llanos, un trono en Twitch. A sus 35 años, anunció que este sábado colgaba las botas en el Camp Nou. "Tarde o temprano, volveré”, avanzó en Twitter. Un día presidirá el Barça.
Sí, no hay nada más tonto que olvidarse de la calle donde corrías con la pelota, o de tu padre llegando deslomado del curro todas las noches a casa, o de tu madre forrándote los libros del colegio con papel barato. Uno nunca puede olvidar de dónde viene
Donato, ahora empresario de poca monta, se quedó en Galicia y vive en Oleiros, uno de los 25 municipios más ricos de España. Ángel García Seoane, un alcalde que se define como castrista, gestiona desde hace tres décadas un territorio superpoblado de millonarios a los que les obliga a pagar el IBI en calles con nombres como el de Dolores Ibárruri, Emiliano Zapata o Salvador Allende. Las rotondas también lucen nomenclatura bolchevique. Si Donato coge el coche, ha de pasar por la que exhibe una monumental efigie del Che Guevara que te clava la mirada. "No hay nada más tonto que un obrero de derechas”. Es frase atribuida a Santiago Carrillo, que en Oleiros tiene su propio parque. Sí, no hay nada más tonto que olvidarse de la calle donde corrías con la pelota, o de tu padre llegando deslomado del curro todas las noches a casa, o de tu madre forrándote los libros del colegio con papel barato. Uno nunca puede olvidar de dónde viene. Piqué lo sabe.
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