Desde la tramoya

Que gane Rajoy y otras hipótesis

No es verdad que las elecciones del 26 de junio vayan a dejar un mapa político bloqueado como el actual. Sí, puede ser que la aritmética parlamentaria siga siendo más o menos la misma. Pero incluso aunque fuera idéntica a la actual, sería inaudito que los partidos no cambiaran de estado de ánimo y de actitud tras meses de negociaciones, escenificaciones y bloqueo, y alargaran el impasse aún por más tiempo. En cualquier caso, pequeñas variaciones en el porcentaje de voto suponen casi siempre variaciones importantes en el reparto de escaños, por lo que el panorama político cambiará con seguridad en el verano, incluso –insisto– aunque no haya alteración sustancial en el orden de los partidos y sus posibilidades de formar mayorías.

Así las cosas, y viendo las tendencias que apuntan las encuestas, a veces de modo contradictorio, ¿qué podría pasar? ¿Cuáles serían las consecuencias políticas previsibles en los distintos escenarios?

Imaginemos que gana el PP con un resultado igual o mejor al de diciembre. El resto de los partidos, en mayor o menor medida, ¿no aceptarán aún entonces que Rajoy debería tener carta blanca para formar Gobierno? A un marciano que viera la situación desde la distancia, le parecería una locura que tras dos victorias electorales el partido ganador no pudiera formar Gobierno. Al PSOE y a Podemos les costaría mucho aceptarlo, y no lo harían probablemente, pero Ciudadanos y los demás apoyarían con sus votos la investidura. Incluso es probable que hubiera fuertes presiones para que la izquierda se abstuviera en la medida necesaria para que Rajoy siguiera en Moncloa.

El “circo” español

Imaginemos que el PSOE obtiene un mejor resultado que el 20-D, con respecto al PP y a Podemos, y que Ciudadanos sube. ¿Insistirá Pablo Iglesias en no dar su apoyo a Sánchez? ¿Cómo podría justificarlo ante su electorado? Es incluso probable que la tensión sobre esa decisión pusiera en dificultades a Pablo Iglesias en el mantenimiento del orden interno. Sánchez sería presidente, por muy precarios que fueran los apoyos parlamentarios.

Imaginemos que se produce el sorpasso y Podemos supera al PSOE en número de votos. Aparecería el fantasma que más asusta a los socialistas: la pérdida del liderazgo de la izquierda española. Es entonces cuando el cuestionamiento de Pedro Sánchez se haría público y evidente. Incluso en esas circunstancias, lo más probable es que el PSOE no apoyara un Gobierno de Iglesias y prefiriera abstenerse para facilitar uno de Rajoy, aunque esa decisión generaría un fuerte debate entre los socialistas y una fractura quizá letal.

Sé que hago pura política-ficción. Estamos en una situación obviamente inédita, la ciudadanía aún está digiriendo que tendrá que votar de nuevo y quién sabe lo que deparará esta extraña campaña electoral que está empezando. Pero tenemos razones para sospechar que, por muy leves que sean los cambios en los porcentajes de voto, los cambios en la política española pueden ser dramáticos.

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