El Ojo Público
El entrevistador
Larry King es —me niego a escribir "era"— "el entrevistador". Su imagen, aparentemente dominada por las grandes gafas y sus fieles tirantes, es la primera que nos aparece a muchos periodistas cuando pensamos en la entrevista, ese género, "el más sencillo y el más difícil", dicen los teóricos, y el único que nunca ha quedado atrás en los sucesivos cambios y modas que rodean al periodismo.
Larry ha sido, desde siempre, un estilo, una manera de conversar franca, seria, directa. Preguntaba, claro que preguntaba, pero sobre todo conversaba. Nunca buscaba la confrontación. Se acercaba al invitado de turno, le hacía sentir que él solo escuchaba, que el importante era el entrevistado. Le hacía sentir cómodo, relajado... y la mayoría contaban más cosas que nunca antes. Sus millones de espectadores, durante décadas, no buscaban escándalos, ni siquiera revelaciones extraordinarias, pero al término de cada entrevista conocían mucho mejor al entrevistado. Quizás, esta falta de estridencia sea determinante para que se sentaran con él personajes habitualmente reacios a comparecer ante las cámaras (de algunos se sabe que se ofrecieron para ser invitados, tras rechazar múltiples requerimientos de otros medios y periodistas).
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Corre la leyenda de que Larry King jamás preparaba las entrevistas, que no veía ninguna documentación previa sobre el personaje; algo que supondría el despido fulminante de cualquier novato y que se atribuye a uno de sus primeros trabajos en Miami, que realizaba desde una especie de cafetería, y en el que entrevistaba a cualquiera que pasara por allí. Es posible, aunque poco probable. Lo único cierto es que, desde 1957 hasta hoy, ha realizado alrededor de 50.000 entrevistas. A todos los presidentes de Estados Unidos, a la gran mayoría de líderes mundiales, a deportistas de élite y, en general, a todas las figuras en cualquier campo que adquirieran notoriedad.
King comenzó en la radio, y a ese medio dedicó la mitad de su carrera profesional. Pero, desde la mitad de los ochenta, y a pesar de que un infarto estuviera a punto de acabar con su vida en 1987, fue la imagen de la cadena CNN, dedicada en exclusiva a la información en un país en el que todas las cadenas se dedican prioritariamente al entretenimiento y el espectáculo.
Cadena y entrevistador tuvieron un papel de gran importancia al estallar la primera guerra del Golfo en 1991. Peter Arnet desde Bagdad y Larry King desde la sede central vivieron días, semanas, cubriendo la primera guerra que se veía por televisión. Arnet desde el terreno; King entrevistando a políticos, militares y especialistas, pero también a ciudadanos de a pie que conectaban con CNN ávidos de noticias, y que con sus apoyos y reproches marcaban buena parte de la opinión pública del país. A partir de ahí, Larry King pasó a ser una figura incontestable. Su nariz ganchuda, en la que apoyaba las citadas gafas "nada televisivas", en mangas de camisa y tirantes, la cabeza apoyada en uno o ambos puños e inclinada hacia el interlocutor... Durante sus años de mayor éxito ya no era joven; nunca fue atractivo, tampoco levantaba la voz, ni buscaba el sensacionalismo. Larry King solo era el hombre que preguntaba, El Entrevistador.El Entrevistador