Extrema derecha
La “ansiedad económica” se suma al combustible que propulsa el voto a Vox
¿Por qué crece Vox? La encuesta de 40dB para El País publicada este lunes ha confirmado que la extrema derecha española continúa el marcado camino al alza que inició en mayo (un punto al mes, hasta alcanzar un 17,4% de intención de voto, muy por encima de lo que consiguió en las elecciones de hace dos años), sobre todo a costa del PP.
Un crecimiento que coincide con la aparición o extensión de varios casos de supuesta corrupción en las filas del PSOE y del PP —los de Cerdán y Montoro— y con la decisión de Alberto Núñez Feijóo de hacer suyo el discurso antiinmigración de la extrema derecha. Los primeros alimentan la antipolítica, de la que Vox es hoy el principal representante en el Congreso, lo que según los expertos en demoscopia le permite movilizar voto de la abstención. Lo segundo, como demuestran numerosos precedentes europeos perfectamente documentados por el mundo académico, blanquea y normaliza el discurso xenófobo, lo que acaba por favorecer a sus impulsores: los votantes suelen preferir el original a la copia.
Vox nació o tomó fuerza impulsado por la reacción del nacionalismo español frente al independentismo catalán y casi inmediatamente alzó el vuelo haciendo bandera de la xenofobia, la islamofobia y las guerras culturales (cuestionando la violencia machista, la crisis climática o los derechos trans). Pero, ¿sigue siendo ese su principal motor? ¿O ya están operando razones económicas en la transversalidad, cada vez más importante, de sus votantes?
“Ahora mismo es muy complicado distinguir” entre unas causas y otras, confiesa Pablo Simón, profesor de la Universidad Carlos III y experto en partidos, sistemas electorales y participación política. Son asuntos “relativamente solapados” que “interactúan” entre sí.
Es verdad, explica, que hay un elemento vinculado “al malestar” de una parte de la sociedad que tiene que ver con lo que la academia llama los “perdedores de la globalización”: las personas que han visto reducidas sus oportunidades de mejorar de posición económica y que no tienen expectativas de hacerlo a medio o largo plazo.
El mito del obrero socialista que vota a Vox
Simón recuerda que en la mayoría de los lugares del mundo “lo que estamos viendo es que los partidos de extrema derecha crecen entre las clases medias que votaban a la derecha tradicional y entre las clases obreras que votaban a la izquierda”. Pero en el contexto español “esto no se está manifestando exactamente así. No sabemos en el medio plazo, pero hay un mito persistente que es esta idea del obrero que votaba al PSOE antes y ahora vota a Vox. Eso no se está dando”.
Los “sectores con menos recursos, los que consideraríamos trabajadores manuales no cualificados o cualificados clásicos, o se abstienen o votan mayoritariamente al PSOE. También porque son gente que normalmente tiene una edad media más alta y eso hace que estén más vinculados con el PSOE”.
Ahora bien, precisa, “sí que es verdad que entre los sectores con menos recursos que votan a la derecha es Vox el que arrasa. Es decir: el PP está perdiendo esos sectores de menos recursos que le votaban”. Los obreros de derecha y los sectores con menos recursos votan a Vox antes que al PP, resume.
Así que no hay fuga de la izquierda hacia Vox, insiste el profesor de la Carlos III, sino un trasvase en el bloque de la derecha hacia el partido de Abascal, que también gana de la abstención. Y eso significa que, al menos de momento, “no estamos viendo lo que sí pasa en otros sitios, lo que pueda ocurrir en Francia o lo que pueda ocurrir en Alemania”.
Peter Matuschek, del instituto de opinión pública alemán Forsa, tiene claro que el ascenso de la AfD en su país no es resultado de su discurso contra la inmigración, sino de factores económicos.
"No te haremos vegetariano, puedes usar petróleo...”
La AfD, recuerda Matuschek, “estaba en torno al 3% [en intención de voto] cuando surgió la crisis de los refugiados en 2015. El partido logró alcanzar el 12,7% en las elecciones de 2017, pero perdió votantes hasta la última elección en la que participó Merkel. Llegaron a 2021 con alrededor del 10%”. Su verdadero salto se produjo en 2022 y 2023, cuando la coalición liderada por Olaf Scholz comenzó a hacer agua por razones principalmente económicas.
El experto alemán hace referencia a una ley elaborada por el Partido Verde, que componía la coalición de gobierno con el SPD de Scholz y los liberales del FDP, que fomentaba el cambio de los sistemas de calefacción domésticos basados en combustibles fósiles por eléctricos, más caros, aunque hubiera subsidios. La narrativa de la extrema derecha amplió la discusión a otras áreas del comportamiento.
“En ese momento, la AfD ni siquiera necesitaba jugar con la cuestión de la inmigración”, subraya Matuscheck. “Lo que hizo la AfD fue presentarse como el partido de la gente normal. ‘Cuando votas por nosotros, puedes comer lo que quieras, no te haremos vegetariano, puedes usar petróleo, puedes usar gas, no te enseñaremos cosas”. En el sentido de que “no te costará más”.
En España lo que estamos viendo, añade Pablo Simón, es también un voto de insatisfacción antipartidista que recoge Vox, un elemento de voto protesta que explica también por qué se está transversalizando. Crece en prácticamente todos los segmentos, salvo entre los pensionistas, prosigue Simón.
“Lo que sí captura Vox es el voto, podríamos decir, de la ansiedad económica”, señala. “El voto de aquellos sectores que están en un contexto de incertidumbre, de vulnerabilidad”. “La inflación ha golpeado a todos los segmentos, pero más a las clases medias y bajas”. “Normalmente, las crisis de inflación, como la que estamos viviendo, o cuyos efectos aún se notan, hacen que normalmente se gire más a la derecha. Yo creo que eso puede explicarnos un poco el puzle que tenemos ahora”, concluye.
“Es interesante porque estamos viendo que Vox, que era un partido que antes tenía el voto de las clases altas, de la gente con más recursos, de la gente más preocupada con el procés, está cambiando. Está llegando ahora a segmentos electorales nuevos tratando mucho el tema de la inmigración y del voto protesta”.
Los datos de los más recientes estudios de opinión del CIS, incluido el último barómetro, pero también los que recogen las opiniones de los ciudadanos respecto a los impuestos y la situación social, retratan a unos votantes de la extrema derecha muy movilizados en asuntos como la inmigración, pero sobre todo en lo relacionado con la economía.
Los menos satisfechos
Son los menos satisfechos con su actual nivel de vida: poco, 27,4%, o nada, 11,9%. Las medias son de 22,8% y 6,4%. Ningún otro partido está peor.
También son los que más dicen que les resulta difícil llegar a final de mes, en porcentajes muy superiores a la media o al resto de partidos, en particular entre quienes no tienen más remedio que endeudarse para sobrevivir. Algo que atribuyen —más que cualquier otro grupo de votantes— al alza continuada de precios por la inflación y al estancamiento de los salarios.
Los que apoyan a la extrema derecha creen que cada vez hay peores condiciones para encontrar empleo, a la vez que afirman tener a más personas en paro en su entorno. Son los más pesimistas del arco político a la hora de predecir lo que viene: el 88% sostiene que todo irá a peor y que se van a reducir sus posibilidades de adquirir bienes de consumo (desde automóviles a muebles, electrodomésticos u ordenadores).
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Los datos del CIS retratan fielmente a los partidarios de Vox como los que peor califican su propia situación económica y la del conjunto del país, en ambos casos muy por encima de la media. Los que creen que España es hoy más desigual que nunca en los últimos diez años, los que más creen que no tienen las mismas oportunidades que sus padres.
Junto con los votantes de Sumar, son quienes se muestran más pesimistas acerca de la evolución de los precios de la vivienda y, de hecho, son los que menos piensan que podrán adquirir una algún día.
Lo que no quita que sean, al mismo tiempo, los votantes más antisistema, los que más culpan de los problemas no sólo al Gobierno sino a los partidos políticos en general.