LA VIVIENDA EN LA ESPAÑA DESPOBLADA

Casas vacías en pueblos de Extremadura se caen a pedazos: "¿No se puede intervenir para alquilarlas?”

Alba Palmero Cuello de Oro junto a su pareja, Eduard, en Montánchez

“Hay calles en las que apenas habitan vecinos, solo existen casas vacías y abandonadas; algunas se caen a pedazos. ¿No se puede actuar para arreglarlas y ponerlas en el mercado? A mí me parece muy bien que se construyan nuevas de protección oficial para quien lo necesite, pero es una pena que no se intervenga para recuperar esas viviendas que nadie usa”. Sabe bien de lo que habla porque hace año y medio regresó a su pueblo y tuvo que enfrentarse al mercado inmobiliario. “En algunos casos cuesta encontrar a los propietarios porque ha habido fallecimientos y la familia hace tiempo que ya no vive allí”. Es el resumen de Alba Palmero Cuello de Oro, 35 años, extremeña, antes residente en Mataró, ahora vecina de Montánchez, una localidad de 1.600 habitantes, en la provincia de Cáceres. Ella creció en este municipio y ahora ha regresado a sus raíces con su pareja y su hija de tres años. 

¿Por qué volvió? Varios motivos. Se asfixiaba en la ciudad, pero sobre todo influyó el elevado precio de la vivienda. Bromea y exagera cuando dice que con lo que le ha costado una casa en Montánchez solo podía aspirar a un parking en Mataró.

En su caso, la historia familiar se repite. Ha seguido literalmente los mismos pasos que sus padres. Madre extremeña y padre castellanomanchego. Se conocieron en Mataró, pero en los años 90 regresaron a Montánchez porque la vida se volvió dura en las ciudades. “Sintieron lo mismo que nosotros”, asegura Alba.

En la ciudad catalana ella estaba empleada en un centro comercial. “Nos vinimos a Extremadura sin trabajo pero con la casa ya comprada. La verdad es que no nos costó encontrar empleo. Yo soy dependienta en la tienda de electrodomésticos y Eduard (su pareja), que en Mataró era cocinero en un colegio, regentó un tiempo el bar de la piscina y ahora va a abrir un restaurante con otro compañero”. ¿Diferencias de sueldos? “Tampoco te creas que hay tanta, y aquí la vida es más barata”.  

Un ejemplo analizado

Su experiencia es uno de esos ejemplos analizados de pareja joven con niños que regresa a las zonas rurales en busca de una mejor calidad de vida. ¿Cuánto hay de mito y de realidad? “A ver, es cierto que se respira más. Y tenemos red familiar. Con el colegio estoy muy contenta, porque tienen actividades por las tardes. Ya la sanidad es otra cosa…”. Se queja de la atención pediátrica en Alcuéscar (el municipio a unos 12 kilómetros donde le corresponde la asistencia). “Todo el mundo te lo dice, que allí mejor que no vayas, que directamente a las urgencias del Hospital de Cáceres”. O lo que es lo mismo, unos 46 minutos en coche. “En Mataró teníamos el hospital al lado de casa…”.

Volviendo a la vivienda, la descripción que hace del parque inmobiliario de Montánchez viene a poner el caso práctico de lo que dibujan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre casas vacías en zonas rurales (se califican así las que tienen nulo consumo eléctrico). 

Las cifras dicen que Extremadura reúne más de 123.000 hogares sin habitar. El dato supone casi el 18% de total. En otras comunidades como Madrid o el País Vasco, el porcentaje se queda en torno al 6,5%.

Además, en la región extremeña el problema se acrecienta significativamente en los pueblos: acumulan alrededor del 85% de los inmuebles sin vida. Cuanto más pequeño es el municipio, más se palpa esta realidad.

En el caso de Montánchez, por ejemplo, el INE habla de un 31% de casas vacías. En otros lugares como Puebla de Alcocer (en la Siberia), se llega al 37%: significa 459 viviendas apagadas en un pueblo de 1.100 vecinos.

La visión de los alcaldes

Con los datos sobre la mesa, los alcaldes de algunos de estos municipios hacen su valoración y explican el contexto de otra manera. El regidor de Valle de la Serena, Martín Caballero (PSOE), discrepa de las cifras y asegura que en su pueblo las casas sí están en uso. “Tenemos abierto solamente un expediente por una vivienda en ruinas, no digo que haya alguna más, pero muy pocas”, asegura. Las cifras del INE reflejan que en su localidad el porcentaje sin uso es del 35%. La traducción son 487 en un municipio de algo más de mil habitantes. “Pero hay que tener en cuenta que son segundas residencias y sí que se habitan en las Navidades, en los puentes, en Semana Santa, en verano… Es que aquí en verano se triplica la población”, subraya.

Otro caso es Logrosán: 1.900 habitantes, un 31% de casas vacías. Su alcalde, Julio Roldán (Cs), se sorprende con el número y hace su propia lectura. “Aquí se ha estado construyendo una planta de biomasa y se ha requerido de trabajadores que han tenido que vivir un tiempo de alquiler. Es cierto que donde se han quedado no tenía todas las comodidades del mundo, pero durante ese periodo no han estado cerradas”. No obstante, hace un apunte: “Alguna vez hemos tenido problemas porque algún propietario no ha querido alquilar por el miedo que hay a la okupación… y hemos tenido que mediar”. 

- ¿Ha habido alguna okupación en Logrosán?

- No, no, pero ya se sabe el miedo que hay… Sí ha ocurrido alguna vez que algún recibo del último mes se ha quedado sin pagar, pero ya está…

Las medidas políticas

Más allá de las diversas visiones, ¿qué medidas políticas existen? Hace menos de un año, desde la Junta de Extremadura, el PP puso en marcha un paquete de medidas fiscales que, entre otros aspectos, incluía una reducción del 15% de las cantidades invertidas en la rehabilitación de viviendas destinadas al alquiler; la medida era específica para municipios de menos de 3.000 habitantes.

Por su parte, desde el PSOE han defendido, pero con timidez, un impuesto sobre las viviendas vacías, pero solo para grandes tenedores (propietarios con más de cinco inmuebles).

Y desde Unidas por Extremadura (la coalición de Podemos e Izquierda Unida) han insistido en un programa más amplio de rehabilitación de esas casas sin uso que permita más opciones de alquiler asequible en los pueblos, bajo el argumento de que la construcción de nuevos inmuebles es más costosa.

Alba Palmero Cuello de Oro, la nueva vecina de Montánchez, hace su propia valoración: “Yo no voy a decir que las medidas propuestas estén mal, yo me he beneficiado, por ejemplo, de la rebaja en el impuesto de transmisiones en la compra de la vivienda, pero la realidad es que la política no está sirviendo. Hacen falta más ayudas para, por ejemplo, arreglar estas casas que se compran de segunda mano”.

Y hace un último análisis: “Parecía que, después de la pandemia, íbamos a volver más a los pueblos, pero al final esa idea se ha ido diluyendo”.

Más sobre este tema
stats