Derechas
De la mano de hierro de Abascal a los barones del PP que tumban a su líder: dos derechas, dos modelos

La pugna entre las derechas está más viva que nunca con las diferencias sobre su modelo de partido como debate de fondo. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha entrado esta semana al choque directo con la formación de Santiago Abascal tras las críticas por parte de los ultras por su viraje respecto al decreto ómnibus del Gobierno. "Nos sorprende que el primer objetivo de Vox parece que es hacer oposición a la oposición", aseguró el martes el líder conservador en Espejo Público (Antena 3), una entrevista en la que aprovechó para ahondar en la crisis interna abierta en Vox tras la marcha del exlíder de Castilla y León, Juan García Gallardo.
Feijóo se refirió a las "distintas renuncias de personajes importantes" dentro de la formación ultra en los últimos años y aludió a las salidas de la candidata a la Junta de Andalucía y la portavoz en la Asamblea de Madrid, Macarena Olona y Rocío Monasterio, respectivamente. Ambas forman parte de una lista más amplia en la que, además de Gallardo, completan el exportavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, y los exdiputados Víctor Sánchez del Real, Juan Luis Steegmann e Inés Cañizares, entre otros nombres. Para Feijóo "es evidente que hay gente que no está de acuerdo en cómo se dirige, cómo se organiza y cómo se manda" en Vox.
Abascal, por su parte, aseguró este jueves que "no va a permitir" que el "proyecto de Vox" se "destruya desde dentro" que, es, a su juicio, lo que querían los diputados autonómicos de Castilla y León que "actuaron deslealmente intentando montar directamente una alternativa" según el líder ultra. En una entrevista en Negocios TV aseguró, además, que Vox es "un partido nacional”, que "da indicaciones" y que las personas son "instrumentos al servicio de un bien mayor".
El secretario general de la formación ultra en el Congreso, José María Figaredo, fue más claro en una entrevista en Radio Nacional de España (RNE) el miércoles en la que aseguró que en su partido "no hay baronías" y lanzó un reproche dirigido a García Gallardo, sin citarlo, por querer ser "una especie de barón autonómico": "Eso no tiene cabida en Vox", dijo, por lo que quien piense así "tiene una opinión diferente de la línea que realmente tiene el partido", subrayó.
Lo cierto es que, a diferencia de Vox, el PP sí tiene asentadas sus baronías pero todos los candidatos a las elecciones autonómicas deben contar con la aprobación —o directamente el dedazo— de la dirección nacional de la formación. Feijóo, además, fue elegido en un congreso extraordinario, en contra de los que dicen sus estatutos y vulnerando así los derechos de los afiliados. El Ranking 2024 sobre la calidad democrática de los partidos políticos españoles, realizado por +Democracia, suspendió al PP y Vox, con un 4,1 y un 1,3, respectivamente.
Feijóo, un líder aupado por los barones del PP sin oposición, pero cuestionado
Pablo Casado siempre presumió de tener la legitimidad interna que no tuvieron otros líderes como Manuel Fraga, José María Aznar o Mariano Rajoy, nombrados a dedo y aupados sin ratificación de la militancia o de otros cargos del partido. Casado fue el primer presidente del PP elegido con el aval de la militancia y de los compromisarios de la formación en el año 2018, pero quien le hizo caer no fueron los militantes, sino los barones del partido capitaneados por Feijóo. Aquellos que auparon a Casado fueron también los que certificaron su final.
Capitaneados por Feijóo y con la imprescindible colaboración de su antigua aliada, Isabel Díaz Ayuso, a la que el propio Casado eligió como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid sin pasar por primarias, como sucede con todos los cargos autonómicos y municipales en 2019. En 2022 el entonces presidente de la Xunta se aseguró bien de no tener rivales de peso de cara al Congreso Extraordinario de abril y desde el PP justificaron esa elección "por aclamación" para no dividir más al partido. La idea que siempre ha flotado en el PP es que las primarias no sirven porque son las urnas las que legitiman a los candidatos, no los congresos, y por ese motivo los barones tienen más 'poder' que su propio líder nacional.
El propio expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, reconoció en su libro Política para adultos que no fue una buena idea implantar las primarias. "Tuve la feliz y demagógica idea de apuntarme al llamado sistema de elecciones primarias para elegir a sus líderes, siguiendo la estela de todos los demás partidos”, señala. Y añade: “Era la quintaesencia de la democracia. Lo que sucede es que todos los que mandan en los partidos mandan más que los anteriores, se someten a menos controles, deciden sobre todas las organizaciones territoriales de los partidos y algunos incluso nombran sucesores después de fallecidos, en el sentido figurado de la palabra".
Abascal, un líder personalista para un partido opaco y sin contrapesos
Vox responde con claridad al modelo de partido personalista, abono ideal para el déficit de democracia interna. No ha conocido otro líder que Santiago Abascal, presidente desde su fundación en el año 2014 y con un mandato garantizado hasta el 2028. En enero del año pasado renovó su liderazgo sin oposición interna, ya que la dirección de Vox solo dio veinte días de plazo para reunir los más de 3.600 avales necesarios para competir. La falta de rivales permitió al partido justificar la reelección de Abascal como presidente sin que se produjera ninguna votación, pese a que el artículo 23 de los estatutos de Vox establecen que son los militantes los que eligen directamente a su presidente.
La opacidad fue la nota dominante de la última asamblea de un partido híper centralizado, en línea con su visión del Estado donde todo debe pasar por la dirección estatal. Una opacidad patente también en las instituciones en las que la formación ultraderechista tiene presencia, donde se ha producido un goteo incesante de dimisiones y denuncias internas e incluso judiciales por la forma en que la cúpula ejerce el poder, llegando a prohibir las reuniones de afiliados durante las primarias y expedientándoles por hablar con la prensa.
En sus historias hay de todo: rupturas personales y distanciamientos ideológicos, acusaciones de "traición", salidas airadas y expulsiones, fichajes de disidentes, partidos que son un calco de Vox pero sin Abascal a la cabeza y otros que han intentado trazar su propio camino. Pero hay al menos un rasgo en común: la denuncia de la falta de democracia interna en Vox. Esa ha sido, precisamente, la crítica que ha lanzado esta semana la exdiputada y actual vicealcaldesa de Toledo Inés Cañizares: "Si no otorgamos una verdadera participación política a las bases, estaremos convirtiendo a los afiliados en simples financiadores del partido", afirmó.
PP y Vox: dos modelos a los que les hace falta más democracia y debates
En 2019 Vox ya abolió en su asamblea la elección de sus candidatos a cargos públicos en elecciones primarias, por lo que todos los candidatos han sido designados por la dirección nacional. Sucede lo mismo en el caso del PP, ya que la dirección nacional puede elegir al cabeza de lista para las elecciones autonómicas y municipales, aunque sí se votan, por ejemplo, los congresos autonómicos —habitualmente el cabeza de lista autonómico es también el líder del partido en su región, como pasa con los principales barones del partido—.
De 'mena' a 'inquiokupa', los neologismos ultras de los que se apropia el PP para criminalizar a colectivos vulnerables
Ver más
En 2022 Abascal puso fin a cualquier atisbo de pretendida democracia dentro de Vox suprimiendo por sorpresa y sin debate interno la elección directa de los comités ejecutivos provinciales del partido. Abascal y los suyos consumaron la reforma de los estatutos en 24 horas. Primero remitieron un escrito a los afiliados proponiendo la modificación y, a continuación, la ratificaron en una asamblea convocada en horario laboral y sin posibilidad de enmiendas. Desde entonces, es la dirección de Vox la que elige a los presidentes provinciales y ratifica a los miembros de su dirección, incluida cualquier vacante que se produzca durante el mandato, dejando poco espacio para el disenso. En el PP los presidentes provinciales eligen a su dirección, aunque los nombres se suelen elegir con el aval de Génova.
En el PP hay más debate interno que en Vox y suele llegar de la mano de 'barones' con poder dentro del partido como el andaluz Juanma Moreno o la madrileña Ayuso, que dan su opinión sobre materias diversas. Sin embargo, a nivel formal, el PP incumple sus estatutos al no celebrar un congreso en el que plantear los grandes temas. El último se celebró en febrero del año 2017 con Mariano Rajoy a la cabeza, que fue reelegido como presidente del partido, y el siguiente debería haberse realizado en 2021. Según manifestó el líder del PP hace unos meses su idea es convocar el congreso ordinario del partido en 2026, lo que implicaría que el partido pasaría casi una década sin actualizar su programa y sus bases ideológicas.
En Vox, en cambio, sí que se realizan habitualmente convenciones pero son una demostración de fuerza por parte de la dirección nacional para invitar a sus aliados internacionales y tratar de marcar la agenda, como sucederá este fin de semana. Pero no se debate ningún asunto que Abascal o su círculo más cercano no haya aprobado y se castiga la discrepancia interna.