La nueva legislatura

Rajoy insinúa que al PP le convenían elecciones pero que se “sacrifica” por el “bien de España”

Sacrificio por España. Estas fueron las palabras que retumbaron en el hemiciclo al cierre del discurso de Mariano Rajoy en la primera sesión del pleno de investidura este miércoles. El presidente del Gobierno en funciones calcó prácticamente su intervención de agosto, pero ahora que sabe que seguirá en su puesto se empeñó más en destacar que la legislatura va a ser complicada pero que él y el PP pondrán todo de su parte para que se lleguen a los máximos acuerdos posibles. Es decir, que aparcan la que fue su forma de actuar en el Parlamento durante la X Legislatura, cuando tenían una mayoría más que absoluta. Ahora, sus 137 diputados lo harán imposible.

Rajoy insinuó, como ya había hecho en alguna ocasión en los últimos meses, que para su partido unas terceras elecciones quizá no habrían sido malas. Que no habrían sido la fuerza que iba a salir peor parada. Pero quiso dejar claro que para los conservadores por encima de todo está lo que "España necesita ya". 

"No sé qué dificultades surgirán en el camino del futuro gobierno. Sin duda, no serán pocas ni pequeñas. Mi grupo, mi partido y yo mismo, estamos dispuestos todos a afrontarlas y a soportar los sacrificios que sean necesarios", arrancó. Y después, remató: "No sé si es lo que más nos conviene como grupo o lo que más nos perjudica. No sé si nos convendría más aguardar mejores coyunturas. No me interesan estas consideraciones. Me basta con saber que España lo necesita ya. Y esa es para el Partido Popular suficiente razón".

Entre su auditorio, Rajoy contó con un diputado que acaparó todos los focos antes de arrancar la sesión. Era Pedro Sánchez. Su marcha de la dirección del Partido Socialista dio lugar a la apertura de una nueva etapa en las relaciones PP-PSOE que culminará con una segunda votación exitosa a favor del líder conservador.

La idea del "sacrificio" estuvo muy presente en su intervención. "Si hemos de pagar un precio y aceptar un sacrificio, por ninguna otra causa lo haremos con mayor orgullo que por el bien de España", cerró Rajoy antes de que Ana Pastor, la presidenta del Congreso de los Diputados diese por concluida la sesión hasta el jueves a las 9.00 horas. Ahí será, según se comprometió Rajoy, cuando entre más en materia de su programa de Gobierno si el resto de grupos parlamentarios así se lo demandan.

"Como habrán comprobado, no he querido desgranar en este discurso un detallado programa de gobierno ni un prolijo catálogo de medidas. En cualquier caso, estoy a disposición de todos ustedes para profundizar mañana [por el jueves] en cualquier aspecto sectorial o territorial que sea de su interés", señaló. Minutos antes había remitido al diario de sesiones del pleno de investidura del mes de agosto como muestra de que sigue pensando lo mismo.

Lo que el PP espera de los partidos

El presidente del Gobierno en funciones ofreció, además del desgaste que va a suponerle a él y a su partido gobernar en minoría, diálogo y colaboración. Dijo que estará a la altura y que sabrá "interpretar lo que han dicho los españoles". Pero la situación, a su juicio, no sólo exige que el PP esté a la altura. "Lo que espero de todos es que, estando sujetos, como diputados, a la misma responsabilidad de mirar por el bien de los españoles, asuman el mismo compromiso". Por "excepcionalidad", justificó.

El contexto, dijo, "no supone que nadie tenga que renunciar a sus principios". "La excepcionalidad de las circunstancias exige que se dejen a un lado todas las confrontaciones ideológicas y se sumen los esfuerzos, de manera excepcional, porque se trata de una situación inédita que no conoce precedente. Y si no lo hiciéramos así, esta sesión de

investidura no se hubiera celebrado o fracasaría, y estaríamos abocados, todos, a repetir las elecciones".

Cinco grandes pactos

Como ya hizo hace dos meses, Rajoy ofreció cinco grandes acuerdos de Estado: pensiones, empleo, educación, financiación autonómica y lucha contra la corrupción y abundó en su discurso sobre la unidad de España.

"Es imprescindible que nos pongamos de acuerdo en lo que hay que hacer para llegar a entendimientos en los principales asuntos de Estado. Estoy hablando de esas grandes cuestiones cuya vigencia excede, con mucho, de un periodo de sesiones o de una legislatura, y que marcan la vida de un país durante generaciones", defendió su oferta.

Un Gobierno "estable"

Para el jefe de los conservadores, en esta legislatura "se abre la oportunidad de dar una solución compartida y estable a grandes retos como los que suscitan el envejecimiento de la población, el futuro de nuestros jóvenes, la gestión de las migraciones, la plena igualdad entre hombres y mujeres —incluida la conciliación y la erradicación de cualquier forma de violencia contra la mujer—, el cambio climático o la incorporación de los nuevos avances científicos y tecnológicos".

Cuando la operación Púnica sigue acaparando los titulares de los medios de comunicación el caso Gürtel ha llegado ya a los juzgados, Rajoy sacó pecho de las actuaciones de su Gobierno en esta materia. "Hoy, los ciudadanos pueden comprobar sin lugar a dudas que en España no existe impunidad para la corrupción. Les ahorraré la enumeración de las

muchas mejoras legislativas que ha aprobado mi gobierno en este campo. Son instrumentos que están haciendo ya más eficaz la prevención de los delitos y la tarea de los jueces".

También abundó en la idea de que la corrupción no es algo que afecta sólo al Partido Popular. "Realizo esta invitación [al pacto] desde la humildad y el reconocimiento de los casos que han protagonizado personas de mi partido, pero también desde la certeza de que en este campo, como en ninguno en la vida, nadie puede presumir de infalibilidad", añadió.

50 minutos

A las 18.00 horas, el jefe del Ejecutivo se subía a la tribuna de oradores para hacer el discurso que le servirá de pasaporte para continuar en el palacio de La Moncloa. Salvo sorpresa mayúscula, el jueves no logará los 176 votos a favor que suponen la mayoría absoluta de la Cámara. Será el sábado, a última hora de la tarde, cuando lo logrará, ya con mayoría simple.

Con este paso, habrá presidente del Gobierno antes del 31 de octubre. Ese día tenían que disolverse las Cortes para la convocatoria de unas nuevas elecciones generales. Y lo más probable, según los cálculos del entorno de Rajoy, es que ese día ya se conozca la composición del nuevo Ejecutivo.

Rajoy llega a su segundo debate de investidura en los últimos dos meses aupado por la abstención del PSOE en segunda votación acordada en el Comité Federal del pasado domingo. En las últimas semanas, tras la marcha de Pedro Sánchez y el aterrizaje de Javier Fernández como líder de la gestora, el líder del PP dio órdenes a los suyos de no inmiscuirse en la crisis del PSOE. De no presionar para una abstención que cada día parecía más hecha.

Hace dos meses, en el discurso de investidura con el que arrancó el pleno en el que no obstuvo la confianza de la Cámara, Rajoy hiló una intervención fría, sin alma, en la que insistió en que no había más alternativa que un Gobierno del Partido Popular liderado por él. Este miércoles también se echó en falta la autocrítica.

"Necesitamos un Gobierno fiable y previsible en sus decisiones.

Urge cerrar el paso a cualquier sombra de duda", dijo al comienzo de su intervención del 30 de agosto. Una idea que, con otros matices, fue repitiendo a lo largo de las 36 páginas de extensión del mismo. "No existe alternativa que responda a los deseos de los españoles, que atienda a sus intereses, que cubra sus necesidades, que suscite confianza y que esté en condiciones de intervenir inmediatamente", llegó a decir.

En esta ocasión, las páginas se vieron reducidas a la mitad, 18. Las ideas fueron las mismas. Pero el contexto lo ha cambiado todo. Arrancó con un sonoro aplauso y cerró con un sonoro aplauso de los suyos. 

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