Memoria histórica

La segunda incógnita en el plan de Sánchez para Cuelgamuros: los restos de Primo de Rivera

Imagen del Valle de los Caídos.

“No es abrir heridas, es cerrar heridas”. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, confirmó este lunes que el nuevo Ejecutivo socialista resignificará, de una vez por todas, el Valle de los Caídos para que deje de ser el mausoleo donde descansan los restos de un dictador. No desveló ni el cómo ni el cuándo –por delante, sólo tiene dos años hasta la convocatoria de nuevas elecciones–. Sólo aseguró que la decisión de exhumar los restos de Francisco Franco de la Basílica de Cuelgamuros para entregárselos a su familia, convirtiendo así el Valle de los Caídos “en un memorial sobre la lucha contra el fascismo”, se tomará. Intentando alcanzar el mayor respaldo posible entre el resto de grupos políticos, sí, pero el paso se dará. Porque, dijo, “España no se puede permitir símbolos que separen a los españoles”. Y Cuelgamuros ha sido, durante los últimos cuarenta y tres años, el mayor vestigio franquista en pie de todo el país.

Aunque era un secreto a voces que una de las primeras medidas de la era Sánchez en materia de memoria histórica sería el levantamiento de la losa de 1.500 kilos de granito que lleva protegiendo los restos del dictador durante cuatro décadas, lo cierto es que el anuncio oficial no llegó hasta la mañana del lunes. Tras la reunión de la permanente de la Ejecutiva del partido, primer encuentro desde que Sánchez llegó a Moncloa, el portavoz del PSOE, Óscar Puente, aseguró que el Ejecutivo socialista ya se ha puesto manos a la obra para afrontar el que consideran “un asunto clave” en el “plazo más breve posible”. De sus palabras se desprendió que la decisión no es tanto fruto de la urgencia, sino de la oportunidad. “Es el momento de tomar esas decisiones. Sin urgencias, sin precipitaciones”, dijo Puente, que añadió que el paso se dará “tratando de generar las menores estridencias posibles”.

Tanto la familia Franco como la fundación que lleva el nombre del dictador ya han iniciado su particular ofensiva para frenar la exhumación. Según desveló este martes el diario La Razón, los siete hermanos Martínez-Bordiú Franco –nietos del caudillo– han enviado una carta al prior del Valle de los Caídos pidiendo que informe a la Santa Sede que el deseo de la familia es que no se mueva ni un centímetro el cadáver de su abuelo. Mientras tanto, la Fundación Nacional Francisco Franco ha puesto en marcha una campaña de recogida de firmas para intentar frenar la exhumación. “Pedimos y exigimos respeto a los españoles que murieron por una causa que ellos creyeron tan noble como para morir por ella y que hoy son escarnecidos por el odio, la indignidad y la revancha y para quien erigió un monumento a la reconciliación de los españoles”, reza la petición.

Durante los seis años que ha estado al frente de la oposición, la memoria histórica se ha convertido en una de las banderas que más ha agitado el PSOE. Lo hizo nada más arrancar la primera legislatura de Mariano Rajoy, cuando el Gobierno conservador decidió ir recortando hasta dejar a cero el presupuesto dedicado a esta materia. Y siguió haciéndolo durante los últimos compases del PP al frente del Ejecutivo. En mayo de 2017, por ejemplo, llevó al Congreso de los Diputados una proposición no de ley en la que exigía al Gobierno la retirada de los restos de Franco de la Basílica de Cuelgamuros. Y en diciembre de ese mismo año, registró en la Cámara baja una proposición de ley para reformar la Ley de Memoria Histórica, un texto que, entre otros aspectos, también recogía la salida del dictador del Valle de los Caídos. Pero, ¿y los restos de José Antonio Primo de Rivera?

Del informe de expertos a la proposición de ley

La proposición de ley que los socialistas pusieron sobre la mesa del Congreso, vetada presupuestariamente por el Ejecutivo de Rajoy, dedica todo su artículo 29 al futuro de Cuelgamuros. En este sentido, la propuesta del PSOE de Sánchez es mucho más ambiciosa que la que se planteó en la Ley de Memoria Histórica de Zapatero. El Valle de los Caídos se convertirá en un “lugar de memoria de las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura” y se regirá por “un nuevo marco jurídico” que determine el Gobierno –es decir, se derogará el decreto de 1 de abril de 1940 y el decreto-ley por el que se creó la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos–. Para ello, continúa el texto, “se procederá al traslado de los restos de Francisco Franco Bahamonde fuera del Valle de los Caídos y los de José Antonio Primo de Rivera a un lugar no preeminente del recinto o al que designe su familia”.

El PSOE desempolva así la propuesta que la Comisión de Expertos sobre el Futuro del Valle de los Caídos puso en la mesa del Ejecutivo de Zapatero el 29 de noviembre de 2011. En su informe, este pequeño grupo dejaba claro al Ministerio de Presidencia que “el objetivo de resignificar” Cuelgamuros solo será posible “si los enterramientos se reservan únicamente para los restos de las víctimas y los muertos de la Guerra Civil”. Y, para ello, es necesario romper la jerarquía establecida, sacando al dictador y al fundador de la Falange del “lugar preeminente” que ocupan en el mausoleo. El primero, decían los expertos, debe ser trasladado al sitio que designe la familia o “al lugar que sea considerado digno o más adecuado”. De Primo de Rivera, los expertos simplemente señalaban que sus restos “no deben ocupar un lugar preeminente en la Basílica”.

“De ningún modo puede quedarse en el altar”

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Las asociaciones de memoria histórica tienen muy claro que el fundador de la Falange “de ningún modo puede quedarse en el altar”. Para Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), los restos de Primo de Rivera tienen que tener “el mismo destino” que los del dictador: “Teniendo en cuenta que es un símbolo de lo que hicieron los falangistas –señala Silva–, en mi opinión tiene que salir del Valle de los Caídos y que su familia decida a donde lo quiere llevar”. El portavoz de la ARMH cree que lo que debe hacer el Ejecutivo es exactamente lo mismo que hizo el Ayuntamiento de Pamplona. En noviembre de 2016, después de varios meses de tira y afloja, el Consistorio pamplonica exhumó de la cripta del Monumento a los Caídos los restos de los generales golpistas José Sanjurjo y Emilio Mola y se los entregó a las familias.

Coincide con él Arturo Peinado, presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria, que considera que lo primero que se debe intentar es entregar los restos de Primo de Rivera a la familia para que le entierren “en un lugar privado”. A día de hoy, podría encargarse de ello Miguel Primo de Rivera y Urquijo, sobrino del fundador de la Falange. Sin embargo, si rechazara ocuparse de ello, Peinado pone un plan B sobre la mesa: “Que se entierre como uno más en las fosas, sin prioridad ni honor especial”. Pero, ¿con los restos de los republicanos represaliados? “No, no, claro. Ningún republicano debería permanecer dentro del Valle”, dice Peinado, que rechaza de plano la propuesta del líder de Ciudadanos de crear en Cuelgamuros un “cementerio nacional”. “Por supuesto, las familias que así lo quieran deben poder identificarlos y llevárselos de allí”, sentencia Silva.

Una vez sacados del Valle de los Caídos los restos del dictador y del fundador de la Falange, los colectivos memorialistas consideran que habrá llegado el momento de convertir el complejo en un memorial “que cuente su propia historia”. “Cómo se ideó, cómo y quiénes lo construyeron, cómo se ha usado desde que fue levantado”, explica Silva. “Sólo veo viable reconvertirlo en un museo homenaje a las víctimas y a todos aquellos trabajadores esclavos que lo levantaron”, asevera Peinado. Un memorial “aconfesional” que, en definitiva, “deje bien claro quiénes defendían la democracia y quiénes dieron un golpe de Estado”. Porque, en opinión del presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria, “no sería justo” transformarlo “en un mausoleo que iguale a unas víctimas con otras”. “Esperamos que las acciones que se hagan no sean simplemente cosméticas”, sentencia Peinado.

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