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Método Montessori, la educación 'sin presiones' que recibió el creador de Amazon

“¿Por qué va a tener que aprenderse toda una clase de cuarto de primaria los ríos de España para la semana que viene? ¿Y si a algunos de los niños les interesa más profundizar en los sistemas montañosos?”. Con este ejemplo explica María Antonia Ariño lo que es el método Montessori, uno de los modelos educativos que más ha proliferado en los últimos años y cuyo origen se remonta a principios del siglo XX, cuando la italiana María Montessori consolidó sus principios en el libro El método Montessori. Ariño es la directora de Montessori School La Florida (Madrid). “Lo fundamental”, señala, “es respetar el proceso de aprendizaje de cada niño de forma individualizada”. Por eso, según los profesionales que creen en el método, no tiene sentido que toda una clase de alumnos tenga que aprender un determinado concepto al mismo tiempo. “En el método Montessori sabemos perfectamente que después de aprender X, hay que aprender Y”, resuelve, “pero no forzamos los tiempos en los que tiene que llevarse a cabo el paso de X a Y”. Sin embargo, el modelo también tiene sus detractores y sus limitaciones. ¿Cuáles son sus ventajas? ¿Y sus puntos débiles? ¿Cómo se ha implantado en España la educación que recibieron figuras de la talla de Jeff Bezos, el creador de Amazon?

Y no solo él. Otros líderes empresariales como Sergey Brin o Larry Page –los creadores de Google– o el fallecido periodista Gabriel García Márquez también estudiaron, en sus primeros años, en colegios Montessori. Pero, ¿cómo se puede definir el método? Desde el Montessori School La Florida advierten de que se trata de un modelo que, aunque siempre fiel a los principios que fijó su creadora, ha ido evolucionando al ritmo de las nuevas investigaciones. De todos modos, en nada han variado los fundamentos que asentó la educadora y médica italiana, que consideraba las escuelas “un lugar donde la inteligencia y la parte psíquica de los niños se desarrollan a partir del trabajo libre, con un material didáctico especializado”. Por su parte, la catedrática en Pedagogía y en Ciencias de la Educación Mariví Cabero destaca la atención que se presta en los colegios Montessori a las necesidades educativas que presenta cada edad, el desarrollo cognitivo que experimentan los niños y niñas y la autonomía que tienen a la hora de gestionar, siempre bajo la supervisión de un guía, su propio aprendizaje.

“Efectivamente, en el método Montessori llamamos guías a los profesores”, señala la directora del colegio madrileño. “Es muy importante que los docentes estén atentos a las reacciones de los alumnos durante su proceso de aprendizaje”, explica. Insiste en que el profesor nunca debe interrumpir al alumno si comete un error, sino que tiene que esperar a que pida ayuda o a que manifieste, de alguna forma, que la necesita: “En ese punto, el profesor tiene que guiarlo para que pueda adquirir el conocimiento que está persiguiendo y asumirlo”. Fuentes de la Asociación Montessori Española (AME), la única entidad de nuestro país vinculada a la Association Montessori Internationale, explican a este medio que, hoy por hoy, estiman que hay unos sesenta centros Montessori en España. Quizás algunos más. De todos modos, apuntan, van a lanzar un proyecto para tratar de medir la calidad de los colegios y escuelas, con tal de garantizar, desde la propia AME, cuáles cumplen con los requisitos para poder considerarse Montessori: “Hay que tener en cuenta que cualquiera puede poner ‘Montessori’ en el nombre de su centro”.

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Limitaciones… ¿Qué pasa cuando hay que volver a la realidad?

Cuanto más se cuiden las necesidades de una etapa educativa, mayor será el éxito en las posteriores. Esa era una de las máximas de María Montessori. El método potencia, según la catedrática Mariví Cabero, el desarrollo personal de los alumnos. Sin embargo, también tiene sus limitaciones: “Si bien es cierto que los resultados son buenos en el plano individual, tengo algunas dudas en cuanto a las habilidades sociales que adquieren los alumnos”, expone. Por otra parte, la propia idiosincrasia del método, que respeta los ritmos de aprendizaje de los alumnos, “podría convertirse en falta de conocimientos”, toda vez que, en el momento de dar el salto desde un centro Montessori al sistema educativo tradicional –en España, la mayoría de los colegios donde se aplica el modelo son de Educación Infantil y, como mucho, Primaria–, el nivel desde el que arrancan, en la enseñanza Secundaria, algunos de los niños procedentes del Montessori puede ser más bajo del requerido. La propia dirección del Montessori School La Florida reconoce el riesgo, pero apunta que el bagaje madurativo que tienen sus alumnos es mayor que el de sus compañeros y aseguran que, a la larga, es preferible.

Por otra parte, Mariví señala algunas barreras económicas que presenta el método. En la actualidad, la gran mayoría de los centros que lo trabajan son concertados o privados. “Además”, continúa, “para su ejercicio se requiere un personal muy especializado”. El método, para el que su creadora diseñó un material muy concreto y que se desarrolla en aulas completamente adaptadas a la medida de los niños, se popularizó prácticamente desde su fundación, pero, como señalan fuentes de la AME, ha experimentado un ‘boom’ en los últimos años. Aunque María Montessori lo planeó para que funcionase en jóvenes de hasta 21 años, por el momento el choque con el sistema educativo tradicional suele impedir que los centros Montessori –que no ponen el acento ni en los exámenes ni en los deberes– lo lleven tan lejos.

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