Cuando queríamos ser indios Aroa Moreno Durán
Cuando se lea esto ya habrá comparecido Mazón en la Comisión de la Dana del Congreso y, seguramente, se seguirá ignorando qué estaba haciendo en ese tiempo en el que estuvo inencontrable en aquella aciaga tarde. Sin embargo, yo creo tener el secreto de lo que estaba haciendo: nada. No hacía nada de interés, nada que se pueda contar o recordar. Es decir, quizá charló un poco más con Maribel Villaplana, quizá regresó paseando al Palau de la Generalitat, quizá se detuvo en un par de escaparates, quizá se sentó en un banco porque la comida le había dejado satisfecho y quería rememorarla, quizá deseaba planificar sus próximos pasos; quizá se entretuvo mirando las nubes o se fijó en un coche que pasaba y que pensó en comprar. Mientras, la gente moría ahogada.
Quienes no han contemplado la posibilidad de que Mazón estuviera haciendo nada, quienes quieren llenar esos momentos con alguna actividad delictiva en sí misma o, al menos, condenable… pero desde luego inteligible… están dejando de lado una de las características principales de los políticos del PP: su absoluta irresponsabilidad y dejación en todo lo que tiene que ver con el manejo del interés general y el bien público.
Esto no lo digo de manera retórica, lo sé fehacientemente porque les conozco. He convivido con ellos, sé cómo actúan, qué les mueve en la vida. Por eso creo que es muy posible que Mazón no estuviera haciendo nada reseñable, sino que lo reseñable es que mientras la gente moría, él estaba haciendo… nada. No se estaba ocupando de la gestión activa de la catástrofe porque los políticos del PP no piensan en esos términos de su trabajo. No piensan en términos de servicio público por mucho que juren que lo hacen.
Los políticos y políticas del PP llegan a las instituciones para parasitarlas, para privatizar, transferir rentas desde lo público a lo privado, para garantizarse ellos mismos una salida de la política muy lucrativa, para hacer negocios, hacer relaciones, contratar a familiares y amigos, hacer favores de los que luego pidan retorno… en fin, para aumentar significativamente su patrimonio, el de sus familiares y para construirse redes de poder e influencia que les garanticen un buen aterrizaje cuando salgan de las instituciones. Esto puede hacerse delinquiendo (muchísimos delinquen) pero puede hacerse sin cometer delitos. Es su manera de entender la política y, desde luego, es un trabajo. Vagos no son, siempre están ocupados en sus cosas y, entre estas, no están los asuntos públicos en lo que tiene que ver con el bien común, y esto lo digo sin ironía; es una realidad que he podido constatar. No digo que hace años no pudieran existir políticos conservadores con valores morales, pero hoy eso no existe.
Es muy posible que Mazón no estuviera haciendo nada reseñable, sino que lo reseñable es que mientras la gente moría, él estaba haciendo… nada
Y por eso, cuando ocurre cualquier cosa que requiere una dirección activa, una diligencia particular, no están al mando, no están ni siquiera presentes; cuando ocurre algo que no estaba previsto, desde una tragedia a algo más cotidiano fruto de la falta de cuidado… nunca reaccionan con eficiencia. Después, cuando se ha desencadenado el desastre, jamás reconocen ninguna culpa porque eso sería reconocer que estaban a otra cosa y podría servir para que la gente terminara por darse cuenta de qué clase de políticos son. El Prestige, el Yak 42, el metro de Valencia, el accidente de Angrois, el covid-19, los cribados en Andalucía (ahora en Madrid), Filomena, los incendios… Da igual. El patrón es el mismo: ellos o ellas no estaban, no hicieron nada, no sabían, habían desmantelado la prevención, lo llevaba una empresa, no lo llevaba nadie, no había nada preparado. Siempre es lo mismo: negación, culpabilización de las víctimas, culpabilización de cualquier otro, mentir hasta el final, victimización de ellos mismos, ETA y Venezuela. Jamás reconocer un error, un mal funcionamiento, jamás pedir perdón. No importa de qué se trate ni quiénes sean las víctimas ni el sufrimiento que hayan tenido que enfrentar.
Y en este negar la verdad, aunque sea evidente, se emplean a fondo y pueden llegar a demostrar una crueldad y una falta de principios inusitada. Han acusado y culpabilizado a víctimas de ETA que no se plegaron a defender el relato que le interesaba al PP; destruyeron a Pilar Manjón, una mujer que perdió a su hijo, porque se negó a creer en las mentiras con las que el PP pretendía intoxicar a la población. Ahora Moreno Bonilla está dispuesto a culpabilizar a Amama por haberse dado cuenta de que la sanidad andaluza no las ha avisado a tiempo de que podían tener un cáncer. Ya han comenzado el proceso de destrucción de esa asociación, el mismo proceso que han seguido Mazón y el PP valenciano, el mismo que ha seguido Ayuso con las víctimas de las residencias.
No es casualidad, es el patrón. Y es doloroso ver cómo, desastre tras desastre, consiguen que les dé resultado. La gente sigue votándoles. Los políticos del PP no están para mejorar la vida de nadie, ni para que nada público funcione bien. Su irresponsabilidad en lo público, su dejación y desinterés en lo que tiene que ver con el interés general, es absoluta. Ellos y ellas están siempre a otra cosa: a los negocios, a sus negocios, los que sean. Mazón, aquella tarde, estaría a sus cosas, las que quiera que fuesen. Lo más probable es que decidiera acercarse dando un agradable paseo al Palau. Al fin y al cabo, por ese día, él ya había trabajado suficiente. Le habían molestado un poco durante la comida con los whatsap y ahora, encima, le querían para la foto. Se merecía un descanso.
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