Límites
La programación televisiva cuenta, en estos últimos tiempos, con amplios espacios dedicados al debate y al comentario de la actualidad. Parece que existe cierto interés en la audiencia, ya que son muchas las cadenas que, en horario de mañana y tarde, tratan —a través de contertulios con cierta relevancia— de opinar sobre la realidad más inmediata. ¿Cuál es el objetivo de este tipo de programas?
Desde mi humilde opinión, creo que el objetivo primigenio y principal es que la audiencia conozca opiniones diversas —a veces excluyentes, otras complementarias— sobre los hechos que acontecen y que, de alguna manera, la ayuden a posicionarse ante ellos.
Opinar es posicionarse sobre un hecho objetivo, complementándolo con actitudes, experiencias y emociones. Estas opiniones son especialmente valoradas por los espectadores cuando provienen de profesionales de la información acreditados y medianamente solventes, o bien de personas de diferentes oficios con trayectorias consolidadas, socialmente aceptadas y tenidas en cuenta. La diversidad permite cierta capacidad de atracción de esta programación, nunca ajena a lo inmediato.
La ética y los valores son los únicos que nos hacen mejores; deben ser exigibles, y más aún en los medios de comunicación
¿Cómo es posible que una cadena privada, en horario de cierta audiencia y en fin de semana, invite como comentarista y opinante de la realidad —la mayor parte de las veces política— a una exdiputada que tuvo que dimitir de su cargo por mentir? ¿Qué validez tienen sus posicionamientos?
¿Por qué se permite dar trascendencia mediática a las opiniones —desde mi punto de vista totalmente invalidadas— de quien mintió a la sede de la soberanía popular, mintió a sus votantes y nos mintió a todos los ciudadanos sobre asuntos neta y absolutamente relevantes desde el punto de vista ético (formación reglada personal)?
¿Cómo es posible que contertulios de cierto prestigio (directores de periódicos de tirada nacional, poetas, periodistas de consolidada trayectoria…) ayuden, compartiendo mesa, a “blanquear” a alguien totalmente “negro”?
Los límites deben estar totalmente claros. La ética y los valores son los únicos que nos hacen mejores; deben ser exigibles, y más aún en los medios de comunicación.
NO TODO NI TOD@S VALEN.
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Esther Sánchez Lavín es socia de infoLibre.