Subir e indexar al IPC los ingresos de la clase trabajadora: una necesidad

Mario Diego Rodríguez

Mucha tinta y saliva se utilizaron estos dos últimos meses para desmenuzar lo ocurrido con Pegasus o las tribulaciones del rey emérito y cuán preocupante e importante es para la democracia que tales cosas existan. Lo preocupante e importante para la democracia es el abismo que existe —y que se incrementa— entre los ingresos de los más pobres y los de los más ricos, en el mundo en general, y en nuestro país en particular.

Lo preocupante e importante es lo que nuestro monedero nos recuerda día tras día una vez situados frente a las estanterías de los supermercados: el vertiginoso baile de los precios que cada semana los está poniendo por las nubes e incrementando la tasa porcentual del IPC mes tras mes. Aunque algún mes, puntualmente, se frene esa tendencia al alza, en ningún caso este hecho cambia en lo más mínimo las consecuencias que las clases populares están sufriendo.

Los precios no suben por sí solos, las grandes multinacionales están detrás de tales subidas. La mayoría de ellas han subido los precios de sus productos aun si las materias primas utilizadas para fabricar dichos productos fueron adquiridas a precios muchos más bajos antes del comienzo de la guerra, como es el caso, por ejemplo, de la cosecha del año pasado del aceite de girasol y que vio cuadriplicar su precio. A pesar de que los costes de producción de muchas materias primas no se han incrementado, la especulación capitalista aprovecha la disminución de la oferta y el aumento de la demanda para subir sus precios y por consecuente sus beneficios. 

Una evidencia cuando las empresas del Ibex 35 presumen de haber alcanzado juntas casi 58.000 millones de euros de beneficios, lo que representa un 83,5% más respecto à 2019. Está claro que quienes fijan los precios en el mercado son dichas multinacionales pudiendo así repercutir en sus precios las eventuales subidas de materias primas, una forma de indexar sus ingresos a la inflación, lo que niegan a la clase trabajadora.

Es curioso que el Banco Central Europeo, en línea con los sindicatos —aunque quizás por razones diferentes— pidan subidas de salarios que compensen la inflación. Pero reivindicar una subida general de salario, hoy por hoy, no es suficiente. Siendo la patronal quien fija los precios en el mercado, tiene los medios, si se ve acorralada y obligada a subir los salarios, para anular los efectos de tal subida repercutiéndola en sus precios de venta, es decir, utilizar la inflación para recuperar con una mano lo que soltó la otra.

Si por el momento la clase trabajadora no puede detener la subida de precios puede, sin embargo, luchar para no ser quien meta la mano en el bolsillo, reivindicando una subida general de salarios y pensiones e indexarla al IPC, o sea, luchar para imponer una escala móvil de estos como también ningún ingreso, sea cual fuere, inferior al salario mínimo.

Mario Diego Rodríguez es socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats