Historia

El difícil relato “sin bandos” de la Guerra Civil

Ilustraciones de 'La Guerra Civil contada a los jóvenes", de Arturo Pérez-Reverte y Fernando Vicente.

En La Guerra Civil contada a los jóvenes (Alfaguara), el nuevo libro de Arturo Pérez-Reverte ilustrado por Fernando Vicente, apenas hay adjetivos. Este relato de la contienda pensado para las nuevas generaciones trata de ser "sencillo y limpio" y las palabras "atroz", "terrible" o "despiadado" sirven para calificar las batallas, los bombardeos las muertes. Las de ambos mandos. Pero hay dos que sobresalen, los únicos juicios a los que se atreve el escritor y periodista: "legítimo" e "ilegítimo". "Hubo un golpe de Estado ilegítimo contra un Gobierno legítimo. Eso está claro. Pero hubo una responsabilidad en los dos bandos sobre la tragedia", explicaba en la presentación del libro el viernes por la mañana. 

La idea del libro surgió después de que Pérez-Reverte leyera dos fragmentos extraidos de un libro de texto que se hicieron virales por decir que ambos poetas habían muerto durante la Guerra Civil, sin más detalle. "El escamoteo de la Historia y ese afán de hiperprotección está robando la memoria a los jóvenes", denunciaba el autor. Tras esa revelación, se impuso la necesidad de ofrecer un relato sencillo pero no maniqueo de la guerra a las nuevas generaciones, las primeras que no la conocen por sus testigos directos. 

El libro trata de explicar brevemente (cada capítulo consta de unas 20 líneas) conceptos generales como "los modelos extranjeros", refiriéndose a la tensión entre fascismo y comunismo en Europa, o "las atrocidades", sobre la represión en ambos frentes. Pero también momentos concretos de la contienda: el avance sobre Madrid, el asedio al Alcázar de Toledo, el bombardeo sobre los fugitivos en Málaga, el establecimiento de la capital rebelde en Burgos, la batalla del Jarama... Se habla de "la retaguardia nacional" —"una feroz represión" y "la retaguardia republicana" —"innumerable sdetenciones arbitrarias, torturas y asesinatos". Además, se incluye un glosario con términos como "comunismo" o "exilio", una cronología del avance del frente y un compendio de ilustraciones de los uniformes de ambos ejércitos. 

Pérez-Reverte insistía varias veces durante la presentación que la selección no pretendía ser exhaustiva —le señalaban la ausencia de episodios como el bombardeo de Barcelona por la aviación italiana—, sino que se trataba de incluir los episodios "más significativos": "Fui uniendo puntos comunes en los que los dos bandos y los historiadores extranjeros coincidían". La voluntad era huir del atrincheramiento sin faltar a la verdad. "Hay ideas buenas e ideas perversas. Pero en el campo de batalla, el ser humano es igual en todas partes. Todos los combatientes fueron por igual víctimas y verdugos", afirmó el escritor. 

La obra no pretende ser el relato definitivo de la guerra, sino una iniciación para los más jóvenes. "No quiero sustituir los libros de Historia, sino ser un prólogo para acudir a ellos. Pero no a uno de un bando u otro", decía el escritor. Fernando Vicente narraba cómo sus hijos, de 12 y 15 años, habían corrido a preguntarle a su abuela por sus recuerdos de la guerra después de haber leído el libro: "Sin él, no se hubieran interesado".  

Para establecer el guion y "el clima" de la obra, Pérez-Reverte se fijó especialmente en la obra del periodista sevillano Manuel Chaves Nogales, que en A sangre y fuego (1937) realizaba una crónica descarnada de las prácticas de guerra en ambos frentes. "Como él, sé que este libro no va a gustar a ninguno de los extremos", afirmaba el escritor en la presentación, insistiendo en los asesinatos y represalias cometidos por republicanos y nacionales. Esa idea estuvo ya presente en el acto, en el que un medio de derechas cuestionó el capítulo introductorio, en el que se habla de "pobreza, incultura y desigualdades sociales" como algunas de las causas políticas de la contienda. 

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Pese a esa voluntad de no tomar partido, no faltan los números: el libro recoge que 180.000 personas "fieles a la República" fueron asesinadas en la retaguardia nacional (entre ellas, Lorca), y que en la republicana murieron 50.000 (entre ellas, el dramaturgo Pedro Muñoz Seca). Además, se recoge que 400.000 personas pasaron por cárceles y campos de internamiento durante el franquismo. "Está claro que un bando alargó la represión porque tuvo tiempo para ello", decía Pérez-Reverte, "No sabemos qué hubiera pasado de no ser así". 

Las ilustraciones de Fernando Vicente, realizadas en acrílico y sobre caballete ("soy muy tradicional", bromeaba el ilustrador), han perseguido también esa difícil neutralidad, siendo riguroso en la documentación pese a su voluntad artística y recurriendo a menudo a fotografías existentes. "Ya me han dicho que, en la portada, el soldado republicano es joven y amable, y el nacional es temible. Estaba aterrado con la salida del libro", confesaba Vicente. Sus originales estarán expuestos en el Museo ABC de Madrid hasta el 8 de diciembre. 

Pero el afán más o menos posible de objetividad no está reñido, defendían, con la búsqueda de justicia y memoria. Un periodista preguntaba al autor sobre su opinión con respecto a la necesidad de abrir las fosas comunes de víctimas republicanas: "Sin un bando sacó a sus muertos de las cunetas en el 39, por qué el otro no va a hacerlo. Me extraña que haga falta una ley para algo que es evidente. Era una respuesta un poco obvia". Al parecer, no tanto. 

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