Las 865 cartas entre Albert Camus y María Casares: "Es una de las grandes historias de amor del siglo XX"

Albert Camus tenía treinta años y los bolsillos vacíos, pero era un prometedor autor de ascendencia argelina que había publicado su primera novela, El extranjero, militaba en la Resistencia y estaba casado con Francine Faure (y se daba un aire a Humphrey Bogart). María Casares, hija del político republicano Santiago Casares Quiroga, exiliada en Francia desde el comienzo de la Guerra Civil española, acababa de cumplir veintiuno y ante ella se abrían todas las posibilidades para convertirse en una gran actriz (aunque no se parecía a Ingrid Bergman).
Se conocieron en la casa del escritor Michel Leiris y tres meses después se estaban escapando, con la conveniente nocturnidad y alevosía, de la fiesta de Charles Dullin, director del Théâtre de la Ville, recorriendo las calles en bicicleta: él pedaleando, ella sentada en el marco. Era la noche del 5 al 6 de junio de 1944 y a trescientos kilómetros, en Normandía, estaban a punto de desembarcar más de 150.000 soldados para liberar al París ocupado por los nazis. Dos talentos potentísimos que cruzan sus caminos mientras el mundo a su alrededor literalmente arde. No está nada mal como comienzo.
"Es una de las grandes historias de amor del siglo XX", recalca a infoLibre Susana Fortes (Pontevedra, 1959), autora de Solo un día más (2025, Espasa), en la que una escritora en horas bajas rompe su bloqueo creativo cuando su editora le manda la correspondencia privada entre Camus y Casares. Dos personalidades tan potentes que llegan desde el pasado para ayudarla en su propia vida profesional y sentimental con 865 cartas a lo largo de quince años de relación clandestina pero no tanto, pues trascendieron los convencionalismos de la época para hacer posible lo imposible sin que él dejara a su esposa, manteniéndose cerca en la distancia y aprovechando los ratitos que les concedía el destino. Teniendo ambos, al mismo tiempo, incluso más amoríos mientras ella se convertía en icono en Francia y él ejercía de padre amantísimo y pensador indispensable.
Una novela histórica con un complejo telón de fondo: el París ocupado por los nazis, la Resistencia, la posguerra y las tensiones de la Guerra Fría. Fortes sitúa la relación entre Camus y Casares en un período de profundos cambios históricos: la liberación de Francia, la descolonización de Argelia y el auge de los conflictos ideológicos del siglo XX. Condiciones que resaltan las tensiones entre lo personal y lo político, entre la lucha por la justicia y los dilemas íntimos de los protagonistas. "Es una pareja muy icónica que se conoce en el corazón mismo del siglo XX, estallando la historia, porque pasan la primera noche juntos mientras los aliados están desembarcando en Normandía. El mundo está cambiando y eso imprime mucho carácter", plantea la escritora.
Cerca de un millar de misivas a lo largo y ancho de tres lustros. Esto tampoco está nada mal para un amor imposible. "Es que no fue imposible. Fue posible porque fue real, duró quince años, a ver qué matrimonio puede igualar eso con un nivel de pasión máximo", puntualiza Fortes, recordando que, de hecho, "duró hasta la muerte" del filósofo en enero de 1960, en ese accidente de coche al que eternamente perseguirán las sospechas de no haber sido tan accidental y que tal vez la KGB estuviera detrás. Solo la parca en tránsito contra un árbol pudo cortar en seco una relación que no fue convencional, pero que siguió siendo eterna hasta la muerte de ella en 1996 (y más allá). "Fue un amor intensísimo al 75%, que era lo que él podía ofrecerle de su vida", destaca la autora, que recuerda que hay muchas parejas formales que no tienen ni esa duración ni alcanzan nunca esa intensidad: Sin ir más lejos la esposa oficial de Camus, Francine, "que tendría el 25%" a pesar de ser una "mujer interesantísima, extraordinaria, guapa, con talento, profesora de matemáticas y de música". "Ella sabía perfectamente lo que pasaba, qué relación había entre Albert y María, y vivió con eso".
Fue un amor intensísimo al 75%, que era lo que él podía ofrecerle de su vida
Y continúa: "Ellos fueron felices. Tuvieron sus momentos de felicidad máxima y también de desesperación máxima, como todo hijo de vecino. Buenos y malos momentos, la felicidad es eso y es temporal, y si no comieron perdices fue porque a ellos les gustaba el queso brie. En el amor y en una situación así de complicada echas de menos lo que no tienes. María echaba de menos estar en pijama escuchando la radio, lo cotidiano, la rutina, lo que no tenía, incluso las fiestas familiares, las navidades y todas esas cosas que no podían compartir, porque compartían lo excepcional. En realidad lo compartían todo porque yo no he visto en mi vida tal manera de escribirse y de contárselo todo. Estas 865 cartas que se escribieron en quince años eran larguísimas, es un tocho, mucho más que Guerra y Paz. Se lo contaban absolutamente todo, desde lo que sentían a que se les había estropeado la cafetera o se habían enfadado con no sé quien".
Este persistente y vigoroso intercambio de correspondencia vio la luz por vez primera a través de la editorial francesa Gallimard, y pudo leerse en castellano en 2023. "Pueden resultar pesadas para un lector normal, pero son un material de oro para un historiador, un novelista o alguien que quiera hacer un trabajo de investigación", subraya Fortes, explicando que al ser textos privados ambos se tratan "tan cual son", por lo que "descubres la psicología detrás de las personas" y detalles tan importantes como que "ella le aconsejaba en todo, hasta cuando se ponían enfermos sus hijos", los mellizos Catherine y Jean (fruto de su matrimonio con Francine).
Ellos viven esta historia de amor que te hace pensar que hay gente que no conoce un amor así en toda su vida
Cabe preguntarse, llegados a este punto, si la obra de Camus o la carrera de Casares hubieran sido igual de no haberse cruzado sus caminos. "Él ya había escrito El extranjero", recuerda la autora: "En el caso de que no se hubieran conocido, ambos hubieran tenido una vida propia muy intensa como escritor y como actriz. Pero se conocen y se retroalimentan, se apoyan, se ayudan y viven el uno para el otro durante mucho tiempo. A veces hay historias que no son tan habituales, ya sea por las circunstancias, por la personalidad de ellos, por el momento histórico... pero son relaciones que te vertebran la vida. Ellos viven esta historia de amor que te hace pensar que hay gente que no conoce un amor así en toda su vida".
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Estas epístolas han llegado hasta el siglo XXI por un cúmulo de circunstancias, empezando por la rápida decisión del escritor René Char, más hermano que amigo, que tras el accidente de Camus fue raudo a su buhardilla para coger y entregarle a ella las cartas que ella misma le había enviado. María, como es lógico, guardaba las que le había a su vez mandado Albert, de manera que así quedaba su correspondencia a buen recaudo, como último legado. Años después, tras la muerte de Francine, María se encuentra con su hija Catherine, "quedan en un hotelito en Niza y pasan toda la tarde hablando y tomando un chocolate". De ahí surge una relación duradera que culmina con Catherine comprándole a María las cartas.
Me sorprende que después de la dictadura ella no fuera reivindicada, porque era una grandísima actriz y una mujer muy interesante
"Así pasaron todas a la hija de Camus que, después de pensarlo mucho, porque son documentos muy íntimos, consideró que eran importantes para el conocimiento y la comprensión de la obra de su padre al ser un complemento importante", relata Fortes. "En ellas aparecen el escritor, el Premio Nobel, el hombre comprometido y luchador, el periodista, el padre maravilloso, el amante profundamente enamorado y el marido pésimo. Él era todas esas cosas, un caleidoscopio", añade, haciendo extensivo este valor para conocer más a Casares, una "diosa" en Francia que incluso tiene un puente con su nombre sobre el Sena, pero es muy desconocida en España por culpa del franquismo: "Estrenó en todas las grandes capitales europeas y latinoamericanas con un éxito absoluto, en Broadway, lo que pasa es que aquí no se la mencionaba porque juró que no volvería a poner un pie en España hasta que se muriera Franco, y lo cumplió. Volvió en 1976 para representar una obra de Alberti y no se quedó. Lo que me sorprende es que después de la dictadura no fuera reivindicada, porque además era una mujer lista, valiente, que tenía temperamento, una grandísima actriz y una mujer muy interesante. Estoy orgullosa de dar a conocer a esta mujer de la que se sabe poco".
Echo de menos ahora una voz tan potente como la de Camus como conciencia moral y planteamiento ético de la sociedad
Efectivamente, se sabe mucho más de Camus, una de las figuras capitales del pensamiento del siglo XX, cuyas ideas están "más vigentes que nunca" en el momento presente. "Echo de menos ahora una voz tan potente como la de Camus como conciencia moral y planteamiento ético de la sociedad", confiesa Fortes, antes de lanzar una última reflexión para rematar: "Él tuvo razón antes de tiempo, que es una de las formas más peligrosas de tener razón, porque fue muy criticado por la izquierda parisina, que creía que podía ser antifascistas sin ser antitotalitarios, cuando eso no puede ser. Camus era crítico con la Unión Soviética y le tildaban de todo. En su discurso al recoger el Nobel dijo una frase que puedes poner en un periódico de hoy y tiene una actualidad absoluta con todo lo que está haciendo Trump. 'Cada generación, sin duda, se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no lo rehará. Pero su tarea quizá sea aún más grande. Consiste en impedir que el mundo se deshaga'. Pues estamos en esas".