Merienda de pan y chocolate para cuidar a las vacas, esas felices tardes de verano de los años 60

Un bonito prado de intenso color verde.

José Joaquín López de Maturana Uriarte

Cuidar las vacas. Las dos o tres vacas que tenían María Luisa y Julián en la cuadra de su caserío las llevábamos casi todas las tardes del verano a pastar. Éramos Antoni, su hermana Tere y yo, Joaquín, su vecino y amigo de todos ellos. ¡Qué recuerdo más bonito!

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Bien sea Julián unos días o María Luisa otros, sacaban las vacas y atadas con pequeñas sogas por los cuernos las llevaban por el pueblo hasta pasar el cruce de la carretera general o hasta atravesar el puente, y ya seguíamos nosotros hasta la finca de hierba fresca.

El jersey por la cintura y la merienda de pan y chocolate en una sombra era lo necesario. Esas tres o cuatro horas las pasábamos jugando y charlando. Queriendo ser mayores. Así esperábamos a María Luisa o Julián para de nuevo atar las vacas y volver a casa.

¡Tardes de verano de los años 60! Inocentes en juegos y conversaciones. Hoy les recuerdo y lo recuerdo. Grandes María Luisa y Julián. Amiga Tere, que a tus cincuenta nos dejaste. Antoni, la más responsable de los tres. Qué bonitas tardes de verano.

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