Europa mira a Bélgica: la coalición de De Wever se tambalea al no pactar el presupuesto de la austeridad
Significativas grietas aparecen en el Gobierno de Bélgica. Las negociaciones presupuestarias en el seno de la coalición liderada por los nacionalistas flamencos de derechas, la NVA, ya muestran la disparidad e incompatibilidad de las propuestas ideológicas y programáticas de los partidos integrantes, donde también hay liberales de derechas, de centro, conservadores tradicionales y hasta socialdemócratas flamencos.
El primer ministro, Bart de Wever, antiguo alcalde de Amberes, popular por sus antaño posiciones casi independentistas y por convertir el centro de la segunda ciudad del país en un Gran Hermano de cámaras de seguridad, es incapaz de poner de acuerdo a sus socios. Acaba de incumplir su promesa de presentar este mes unas cuentas públicas y se ha dado cincuenta días extra, hasta Navidad, para cerrar unos presupuestos. Si no lo consigue, deja la puerta abierta a su salida.
La turbulencia política no es nueva en Bélgica, el país europeo que más tiempo ha estado sin gobierno de plenos poderes y donde se suceden inestables coaliciones desde la crisis económica de la pasada década. Entre 2010 y 2011 hubo 589 días con un ejecutivo interino, un récord sólo superado casi una década después. Desde 2014, cuando hubo siete meses sin Gobierno, ha habido seis Ejecutivos multipartido diferentes, liderados por Charles Michel, al frente de dos, Sophie Wilmes, en funciones en otros dos y con elecciones y pandemia de por medio, o Alexander De Croo, en 2020 y cuya investidura generó el nuevo récord de cerca de 650 días sin Gobierno pleno.
La llegada al poder de Bart de Wever el pasado mes de febrero tampoco fue sencilla, hubo ocho meses de infinitas negociaciones hasta parir su coalición Arizona, llamada así por los colores de sus partidos, semejantes a la bandera de ese estado norteamericano. Un mosaico de formaciones de exigua mayoría parlamentaria e ideologías contrapuestas.
A la inestabilidad de la coalición gubernamental se suma el enésimo escándalo de su clase política. Didier Reynders, el ex comisario europeo de Justicia que medió entre PSOE y PP para pactar la reforma del Consejo General del Poder Judicial, varias veces ministro y antiguo mandamás de los liberales belgas, acaba de ser oficialmente acusado de blanqueo de dinero tras la investigación abierta por usar 200.000 euros en efectivo durante años para comprar décimos de la lotería nacional, cuyos beneficios luego transfería a su cuenta electrónica en el sistema de juego. El partido de Reynders es uno de los integrantes del actual Ejecutivo.
Los presupuestos de la discordia
Después de semanas de trabajo y luego de un último intento con sus viceprimeros ministros para acercar las diferentes posiciones, Bart de Wever ha fracasado en su promesa de presentar un proyecto de presupuestos ante el Parlamento belga como muy tarde el 6 de noviembre. Las negociaciones son arduas y complicadas porque se trabaja en las cuentas públicas del próximo ejercicio y en un horizonte plurianual de recortes por valor de “al menos 9.200 millones de euros como esfuerzo de aquí a 2029, 10.000 millones de euros para 2030”, en palabras del propio primer ministro. La cifra es, sin embargo, la mitad de los ajustes prometidos cuando llegaron al poder, de 23.000 millones de euros menos en gastos hasta 2029.
“Sire, deme cincuenta días”, adelantó De Wever en el Parlamento sobre la audiencia que mantendría con el rey Felipe y, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo dentro de su coalición, advirtió que “ese será el plazo máximo”, insinuando su posible futura renuncia. Después del encuentro, el Palacio Real belga comunicó que “el primer ministro ha informado al rey de los desacuerdos persistentes en el seno de su Gobierno sobre las cuestiones presupuestarias, indicando que los socios de la coalición desean seguir el trabajo”.
Tras conocerse el nuevo plazo negociador, De Weber guarda silencio mientras las especulaciones en Bruselas señalan principalmente como culpables al MR, el liberal Movimiento Reformador, por negarse a aumentar el IVA de ciertos productos. Los cuchillos vuelan entre los socios de la coalición. Maxime Prevot, líder de Les Engagés, la otra formación liberal del Ejecutivo, también acusa al MR por no querer eliminar la exoneración del 10% al impuesto sobre los bienes de lujo y les exige “hablar con franqueza porque nadie desea aumentar los impuestos pero es necesario ser lúcido”.
Los dos partidos liberales compiten por el mismo escenario político, de ahí que Prevot lamente “profundamente” la falta de acuerdo del MR sobre las medidas del presupuesto, “especialmente las que incluyen un componente fiscal”, y advierta que sin esa tasa a los bienes de lujo “los ingresos que se esperaban en 2026 no se materializarán, por lo que tendremos que compensarlo con otros ingresos”, aludiendo a compensar la falta de nuevos ingresos con ajustes por el lado del Estado de bienestar.
El Gobierno belga arranca con recortes y mano dura en inmigración pilotado por la extrema derecha
Ver más
Tampoco hay avances ni en la anunciada reforma de las pensiones [penalizaciones al retiro anticipado, aumento a los 67 años en la edad de jubilación, asimilación a esa edad para el personal militar] ni en la del mercado de trabajo [menor revalorización anual de las prestaciones por desempleo, dos años de duración máxima, reducción del horario considerado nocturno]. En Le Soir, principal periódico francófono de Bélgica, escriben que “el catálogo de reformas pactadas el 21 de julio y bautizadas como el acuerdo del verano queda guardado en el frigorífico”.
En el Parlamento belga, la oposición socialdemócrata francófona, que no participa en la coalición como sí hacen sus colegas flamencos, denunció tras el fracaso presupuestario: “Arizona: ocho meses para instalarse, diez meses para tumbar el país, el déficit se duplica, las bancarrotas se disparan, las pensiones disminuyen, el poder adquisitivo por los suelos... De Wever soñó ser Churchill, nos hemos despertado con Boris Johnson”.
La coalición Arizona está bloqueada mientras sus anunciados ajustes encienden la calle y provocan las mayores protestas sociales y sindicales en años. El 14 de octubre, una huelga general paralizó parcialmente el país con casi 100.000 personas manifestándose en Bruselas, convocadas por los principales sindicatos en contra de los recortes del gasto público. Los dos principales aeropuertos, el de Bruselas y el de Charleroi, tuvieron que suspender todos sus vuelos. Para el 24, 25 y 26 de este mes hay convocada una huelga de tres días en todos los servicios públicos, del transporte a la enseñanza. Con presupuesto o sin él, la lucha contra el Gobierno del nacionalista de derechas Bart de Wever va a continuar en Bélgica mientras él intenta no naufragar en el intento.