La huelga en Francia convoca a un millón de personas en medio de una crisis política sin visos de solución

Manifestantes en Francia protestan contra las medidas de austeridad del Gobierno.

Segundo día de movilizaciones en Francia contra las políticas de austeridad de Emmanuel Macron, después de que 200.000 personas respondieran a la llamada del movimiento Bloquons tout! el pasado 10 de septiembre. Esta vez las protestas han sido convocadas por los principales sindicatos, que han llamado a huelgas y han organizado manifestaciones en ciudades de toda Francia. Más de un millón de personas, según la Confederación General del Trabajo (350.000 según el Gobierno) han participado, a pesar de la derrota del ex primer ministro François Bayrou y de su proyecto de presupuesto, que pretendía imponer 44.000 millones de euros de recortes sociales y fue rechazado en la Asamblea Nacional la semana pasada. “El nuevo primer ministro [Sébastien Lecornu, nombrado por Macron] va en la misma línea, Macron no quiere cambiar de política”, denuncia Jeanne, trabajadora informática en huelga que ha participado en la marcha sindical de París, expresando un sentir general entre los manifestantes.

En la capital, la jornada se ha vivido entre la rabia y la resignación ante las políticas del presidente y sus sucesivos primeros ministros, en medio de una crisis política inédita en la Quinta República: el presidente gobierna sin mayoría parlamentaria y con una popularidad bajo mínimos, mientras las perspectivas electorales de la ultraderecha y la izquierda mejoran. La huelga se ha dejado sentir con fuerza en el metro, con líneas enteras cerradas, y en los trenes de cercanías, que circulan con menor frecuencia de lo habitual en París y sus alrededores. El parón laboral también ha tenido un fuerte impacto en la educación (45% de huelguistas), con centros cerrados en todo el país.

Es el caso del instituto Turgot, al lado de la céntrica plaza de la República. La entrada está bloqueada por una montaña de cubos de basura, sobre la que cantan y gritan consignas decenas de estudiantes. “Hemos bloqueado las tres puertas a las 7 de la mañana y hemos conseguido anular las clases”, explica satisfecha Rose, que tiene claras sus razones: “El anterior primer ministro quería hacer un presupuesto que atacaba a los institutos, los hospitales, las pensiones, el paro… es inadmisible”. Aunque Lecornu ha retirado la propuesta de eliminar dos días festivos, todavía pretende aprobar un presupuesto de recortes, lo que explica que los sindicatos hayan mantenido la jornada de protestas.

La influencia del movimiento Bloquons tout! –surgido espontáneamente en Internet– se ha dejado sentir en la jornada sindical de hoy. La policía ha registrado más de 500 intentos de bloqueos de carreteras en toda Francia y a media mañana se ha celebrado frente a la Estación del Norte de París una asamblea convocada por trabajadores ferroviarios, a la que se han unido centenares activistas de Bloquons tout! Trabajadores hospitalarios, activistas queer y por Palestina se han turnado en el micrófono, entre los aplausos y ante una imponente presencia policial, pidiendo la unidad de las diversas luchas sociales. “Si estamos aquí es porque queremos elementos de radicalidad del día 10”, explica Émile, sindicalista de Sud Rail. “Si queremos ganar necesitamos una huelga indefinida”, reclama, crítico con la decisión de las direcciones sindicales de convocar una sola jornada de huelga. Henri, profesor y militante de la mayoritaria Confederación General del Trabajo (CGT), coincide mientras recorre el bulevar que une la plaza de la Bastilla y la de la República: “un solo día no va a servir para mucho, hay que seguir luchando”.

Todos tienen fresco el recuerdo del movimiento contra la reforma de las pensiones de 2023, cuando tuvieron lugar las manifestaciones más grandes de la historia de Francia, con cerca de 3 millones de personas en la calle en un solo día, y 14 jornadas de huelga repartidas a lo largo de seis meses. El movimiento solo consiguió parar algunos elementos menores de la reforma. “Llevo haciendo huelgas desde 2016 y nunca hemos ganado”, recuerda Émile, “la gente o se radicaliza y está aquí pidiendo una huelga más dura, o se desmoraliza. Por eso parte de la población está a la espera”.

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Esta resignación es visible en las calles del este de París, lejos de la manifestación. Es difícil encontrar alguien que apoye al Gobierno –las encuestas muestran un rechazo superior al 70% del presupuesto de austeridad y una mayoría a favor de la dimisión de Macron, algo inédito en Francia–, pero tampoco hay mucho entusiasmo por la movilización sindical. Nelson, trabajador de la construcción, apoya el movimiento, pero dice no poder hacer huelga, una situación frecuente en el sector privado. Por su parte, Marielle, propietaria de una pescadería, dice ser “neutral” sobre las razones de la protesta y afirma que “no podría permitirse financieramente” hacer huelga.

Las calles adyacentes a la plaza de la Nation, donde ha terminado la manifestación sindical, están repletas de cientos de policías antidisturbios. El ministro del Interior, el conservador Bruno Retaillau, ha desplegado 80.000 agentes, una cifra récord. “Ha habido mucha represión preventiva esta mañana”, denuncia Anaëlle, militante de Bloquons tout! que participa en una marcha espontánea en las horas previas a la manifestación sindical, “en muchos institutos ha habido bloqueos pero la policía los ha levantado inmediatamente”. Decenas de personas han sido detenidas en toda Francia a lo largo del día y la policía ha lanzado gases lacrimógenos y ha cargado contra los manifestantes en París y otras ciudades, como ya sucedió el 10 de septiembre, jornada que se saldó con más de 500 detenidos. La Liga de Derechos del Hombre ha denunciado una “ola de represión violenta de la población por las fuerzas del orden” desde las protestas de 2023.

“La única solución es que Macron se vaya, pero no se va a ir, así que la situación está bloqueada”, dice Jeanne con una sonrisa triste, intentando hacerse oír entre los gritos de los manifestantes. Los sindicatos pueden apuntarse una victoria con la movilización de hoy, pero la crisis política francesa está lejos de resolverse.

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