“La mayoría en Israel niega la hambruna”: la denuncia de un diputado judío sobre el genocidio en Gaza

Largas filas de palestinos transportando bolsas de harina cerca de un punto de distribución de alimentos en Gaza.

Clothilde Mraffko (Mediapart)

Ofer Cassif es un diputado comunista israelí, el único judío de los cinco parlamentarios elegidos en la lista Hadash-Taal, una alianza de dos partidos árabes de izquierda. Acaba de ser suspendido de la Knesset, el Parlamento israelí, por tercera vez desde el 7 de octubre, en particular por denunciar con perseverancia el genocidio que se está cometiendo en Gaza y la limpieza étnica en Cisjordania.

Este doctor en filosofía política, voz minoritaria en el panorama político israelí, analiza la apatía de su sociedad ante los crímenes de guerra cometidos en su nombre. Y denuncia la complicidad de gran parte de la oposición y los medios de comunicación. Entrevista.

Mediapart: El presidente francés, Emmanuel Macron, ha prometido reconocer al Estado de Palestina en la Asamblea General de la ONU en septiembre. ¿Cómo valora este anuncio y cómo ha sido recibido en Israel?

Ofer Cassif: Por supuesto, aplaudo la declaración de Macron, pero basta de palabras, ¡es hora de actuar! ¡Reconózcanlo ya! El Gobierno israelí y, lamentablemente, buena parte de los líderes de la oposición vuelven a lloriquear, utilizando la mala excusa de que es una recompensa al terrorismo. Pero no es de extrañar, los criminales acusan a los demás de perseguirlos y mentir... En cuanto al público israelí, no ha reaccionado realmente porque ya ha habido declaraciones similares [por parte de Macron, ndr], por lo que ya no tienen ningún efecto. ¡Hay que actuar!

“Los habitantes de Gaza no están ni vivos ni muertos, son cadáveres andantes”, declaraba el 23 de julio Philippe Lazzarini, jefe de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA). El enclave palestino está sometido a una hambruna generalizada, provocada por Israel, que acaba de levantar —de forma muy parcial— el bloqueo del enclave impuesto el 2 de marzo. ¿Preocupa esto a la opinión pública israelí?

Por desgracia, parece que la mayoría de los israelíes son indiferentes o niegan la hambruna que se vive allí. Afirman que, si hay hambruna, es consecuencia de la guerra y, por lo tanto, es culpa de los palestinos o, para ser más precisos, de Hamás. Algunos incluso se alegran de ello. Una parte de la sociedad también se indigna, pero la mayoría se muestra apática.

En mi opinión, la responsabilidad recae en los políticos. Y en primer lugar en el Gobierno, el primer ministro y la coalición, pero también en una parte de la oposición que ha incitado al odio contra los palestinos y justifica cada atrocidad cometida contra ellos por Israel.

Oficialmente, hay 52 diputados en la oposición [de 120, ndr]. Somos cinco los que nos hemos opuesto desde el principio tanto a las masacres cometidas por Hamás como a las perpetradas por Israel desde el 7 de octubre. El partido islámico [Ra’am – ndr] acabó uniéndose a nosotros. Los laboristas, hace unos meses, comenzaron a expresarse. No hablan de crímenes de guerra ni de genocidio, sino de “perjuicios” causados a civiles inocentes en Gaza.

El resto de la oposición —38 diputados— pide la liberación de los rehenes, pero en general apoya todo lo que hace el Gobierno en Gaza y en Cisjordania, donde se está llevando a cabo una limpieza étnica. Así que, en la práctica, no hay oposición. En el Parlamento, cada vez que intentamos llamar la atención sobre los crímenes de guerra israelíes, entre ellos la hambruna, nos silencian.

Usted ha sido suspendido varias veces del Parlamento por denunciar el genocidio en Gaza.

En octubre de 2023 fui suspendido durante cuarenta y cinco días justo después de la masacre de Hamás porque dije, en una entrevista, que el Gobierno de Israel iba a utilizar la catástrofe provocada por Hamás como pretexto para justificar la aplicación del llamado “plan decisivo” presentado por Bezalel Smotrich en 2017, que es un plan genocida.

Ese “plan decisivo” se basa en tres elementos esenciales: Israel debe anexionarse los territorios palestinos ocupados sin conceder derechos fundamentales a los palestinos, instaurando, por definición, un régimen de apartheid. A continuación, los palestinos que se nieguen a aceptar su destino serán expulsados de su tierra natal. Por último, y este último punto era bastante implícito, pero muy claro y brutal: los palestinos que se resistan al nuevo régimen de apartheid serán asesinados.

Hoy vemos que, lamentablemente, eso es lo que está haciendo el Gobierno.

A principios de 2024, también hubo un intento de destituirme por haber firmado una petición en apoyo de la demanda de Sudáfrica ante el Tribunal Internacional de Justicia. No lo consiguieron, necesitaban 90 votos y solo consiguieron 86.

Luego fui suspendido durante seis meses por el comité de ética del Parlamento, y ahora voy a ser suspendido de nuevo durante dos meses, de octubre a diciembre próximo [hay vacaciones parlamentarias hasta principios de octubre, ndr], porque denuncié muy claramente esos crímenes y escribí a La Haya [al Tribunal Penal Internacional, ndr].

Todas las semanas hay manifestaciones para pedir la liberación de los rehenes, especialmente en Tel Aviv. ¿Cuál es la posición de esos opositores?

Ellos dicen que es una “guerra”, pero desde mi punto de vista es un genocidio. Una guerra implica una especie de simetría, pero aquí no hay ninguna simetría. La mayoría de los manifestantes piden el fin de la guerra principalmente para salvar a los rehenes y a los soldados que mueren casi a diario. Y la mayoría de ellos no dicen prácticamente nada de los palestinos.

Pero observo un cambio. La minoría que habla del sufrimiento de los palestinos está aumentando. Es poco, es demasiado tarde, pero algo se mueve. Cada vez hay más gente que empieza a comprender que no se puede separar realmente el destino de los rehenes y los soldados israelíes del de los palestinos de Gaza. La situación es tan brutal, tan horrible y desastrosa, que cada vez es más difícil ignorarla.

Yo echo la culpa principalmente a los medios de comunicación: salvo el periódico Haaretz y algunas personas en la televisión y la radio, nadie habla de Gaza y de lo que está pasando allí, y seguimos sin ver imágenes de Gaza. Pero cada vez hay más periodistas que hablan de la hambruna y de las personas que son atacadas cuando van a buscar ayuda humanitaria. Todos estos elementos combinados han provocado un cambio en la opinión pública, pero no es suficiente.

Hay quien afirma que Israel es la “única democracia de Oriente Medio”. ¿Cómo calificaría el sistema político de su país?

Desde mi punto de vista, Israel nunca ha sido una democracia. Es una “etnocracia”, porque Israel se construyó sobre la supremacía étnica de los judíos. Porque el valor fundamental de una democracia no es la libertad, sino la igualdad. Durante décadas, la supremacía fue política, pero en los últimos años, especialmente con Netanyahu, se ha convertido en una verdadera supremacía racial.

Por otro lado, Israel nunca ha sido una verdadera dictadura. Tiene una estructura no democrática con algunos elementos democráticos. Estos últimos están siendo destruidos progresivamente por este Gobierno, con la cooperación, como he dicho antes, de muchos elementos de la oposición.

La supremacía judía está presente desde los inicios de la existencia de Israel. Desde 1967, Israel controla, domina y gobierna a millones de palestinos que no tienen ningún derecho, ni político, ni civil, ni social. Así pues, se ha acercado mucho más a una tiranía que a una democracia, especialmente con respecto a los palestinos. Por lo tanto, es una farsa, un ejemplo clásico de colonialismo y dominación racial.

En mi familia, por ambas partes, muchos fueron asesinados por los nazis. Eso me ha hecho muy sensible a la discriminación racial y a la persecución. Veo un aspecto judío en mi lucha

¿Cómo influyen el genocidio y la política del Gobierno israelí en la sociedad? ¿Cuál es el precio que deben pagar quienes, como usted, se oponen a ello?

El sábado [19 de julio, ndr], casi me linchan junto con uno de mis amigos, nuestro cabeza de lista, el diputado Ayman Odeh. Estábamos juntos en una ciudad no muy lejos de donde vivo, en una manifestación contra el genocidio. Además del genocidio en Gaza y la limpieza étnica en Cisjordania, existe un verdadero fascismo violento dentro del propio Israel, incluida la legitimación y normalización de la violencia mortal contra los disidentes, en particular los árabes.

Recibo amenazas a diario, especialmente en redes sociales. Hace tres años me atacaron en la peluquería, y otra vez cuando iba a hacer la compra. Estoy dispuesto a pagar ese precio porque mi lucha es crucial. Más allá de mis convicciones socialistas, mis creencias humanistas o mi compromiso con la democracia, siento que mis antepasados judíos me llaman desde sus tumbas para que resista al racismo y al genocidio. En mi familia, por ambas partes, muchos fueron asesinados por los nazis. Eso me ha hecho muy sensible a la discriminación racial y a la persecución. Veo un aspecto judío en mi lucha.

A corto plazo, soy muy pesimista: incluso cuando cesen estos crímenes —y algún día cesarán, espero que sea pronto—, vamos a sentir sus consecuencias y repercusiones muy profundamente en la sociedad israelí. Ya estamos viendo, por ejemplo, que la tasa de suicidios entre los soldados que han servido en Gaza es terriblemente alta. Deben ser castigados por los crímenes que hayan cometido, pero al mismo tiempo el verdugo es a veces también una víctima.

Algunos soldados han visto cosas atroces allí, y tal vez también hayan hecho cosas atroces. Salen de allí, como mínimo, psicológica y emocionalmente destrozados. Durante la semana del 14 al 21 de julio se registraron cuatro casos de suicidio.

A largo plazo, soy muy optimista, porque creo que cada vez más personas acabarán escuchándonos. No tendrán otra opción y eso comenzará a curar las heridas de la sociedad. Pero llevará tiempo y no sé si estaré aquí para verlo.

Israel utiliza la hambruna como arma de guerra en Gaza

Israel utiliza la hambruna como arma de guerra en Gaza

La sociedad israelí necesita curarse. Y eso requiere poner fin a la ocupación y liberar al pueblo palestino. Llegará, no hay otra opción. Cuando termine el genocidio en Gaza, creo que la comunidad internacional —o al menos los gobiernos que han apoyado este genocidio con sus acciones— también tendrá que mirarse al espejo.

 

Traducción de Miguel López

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