Sarkozy, historia de una liberación tras pasar solo tres semanas en la cárcel

El expresidente francés Nicolas Sarkozy dirigiéndose a la prisión en París.

Fabrice Arfi y Karl Laske (Mediapart)

“Es duro, muy duro, sin duda lo es para todos los reclusos, diría incluso que es agotador”, declaró Nicolas Sarkozy el lunes 10 de noviembre en una videoconferencia desde la prisión de La Santé. “Nunca hubiera imaginado que tendría que esperar hasta los 70 años para conocer la cárcel”, añadió.

El expresidente de la República, condenado el 25 de septiembre a cinco años de prisión firme con mandato de reclusión diferida por asociación ilícita en el caso de la financiación libia, solicitó y obtuvo este lunes su puesta en libertad ante el magistrado Olivier Géron, ya elegido oficialmente para presidir el juicio de apelación, que se celebrará en marzo de 2026.

El presidente del tribunal aceptó los argumentos de la defensa de Nicolas Sarkozy sobre la inexistencia de riesgo de ocultación de pruebas y de fuga, considerando que, por lo tanto, se podía levantar su detención. Su decisión fue comunicada inmediatamente a la prisión de la Santé, de la que salió a las tres de la tarde.

No obstante, el presidente Géron acompañó esta puesta en libertad de numerosas reservas, sometiendo al expresidente a un estricto control judicial. El magistrado destacó que varios acusados y testigos residían en el extranjero. “Como expresidente, el acusado dispone, como es natural, de facilidades para ponerse en contacto, no tanto con estas personas, sino con los dirigentes de los países en los que residen o han encontrado refugio”, señala el tribunal. Y añade: “Por lo tanto, no se puede descartar totalmente el riesgo de presión o concertación, no solo sobre los acusados implicados en los hechos imputados a Nicolas Sarkozy, sino también sobre los testigos clave”.

“Parece justificado por lo tanto prohibir la salida del territorio nacional”, estimó el presidente.

Olivier Géron recordó además que, durante la investigación del caso libio, Nicolas Sarkozy se puso en contacto personalmente, en 2013, con el director de los servicios de inteligencia franceses en relación con un testimonio potencialmente incómodo para él de un antiguo responsable libio. “El mero hecho de que se produjera ese contacto plantea interrogantes al tribunal”, afirmó Olivier Géron.

El presidente del tribunal también señaló la condena en firme por corrupción de Nicolas Sarkozy en el caso Bismuth, “un procedimiento que implicaba a un fiscal general del Tribunal de Casación condenado en firme”.

Estos elementos convergentes llevaron al tribunal a considerar que, “para la serenidad de los debates” y para preservar “la independencia de la justicia”, era conveniente prohibir a Nicolas Sarkozy ponerse en contacto con una treintena de personas, acusados o testigos. Al final de esa lista, incluyó al propio ministro de Justicia.

“Teniendo en cuenta los antecedentes del acusado, que demuestran su capacidad para activar diferentes servicios del Estado”, y a pesar de que ya no ejerce “ninguna actividad oficial”, “el tribunal considera necesario prohibir al acusado ponerse en contacto de cualquier forma con una serie de responsables del ministerio de Justicia”.

La medida de control judicial impuesta a Sarkozy le prohíbe “recibir o reunirse y entrar en relación de cualquier forma [...] con el ministro de Justicia en ejercicio [Gérald Darmanin], los miembros de su gabinete y cualquier directivo del ministerio de Justicia”.

El actual ministro de Justicia, infringiendo todas las normas, había visitado a Nicolas Sarkozy en la prisión de la Santé, lo que provocó la inquietud de varios altos magistrados, entre ellos el actual fiscal general del Tribunal de Casación, Rémy Heitz, y su predecesor, François Molins.

Audiencia por videoconferencia

A las 9:30 de la mañana, Sarkozy apareció en las pantallas de la sala Dario del tribunal, sentado frente a una mesa escolar, junto a sus dos abogados, Jean-Michel Darrois y Tristan Gautier. Con el rostro pálido y una chaqueta azul, también tenía la mirada puesta en la pantalla y en las imágenes de la sala del tribunal. Solo su camisa azul abrochada sin corbata delataba su condición de detenido. Y en la imagen, esta precisión: “PARIS LA SANTÉ – SALA DE VISITAS 3”.

“Sé que este no es el lugar para defenderme, nunca se me ocurrió la locura de pedirle al Sr. Gadafi ningún tipo de financiación, y eludir la justicia sería confesar”, aseguró con el rostro demacrado. “Nunca confesaré algo que no he hecho.”

Con el fin de disipar los temores de una concertación con los demás acusados, Sarkozy certificó no haber tenido ningún “contacto”” con Claude Guéant y Brice Hortefeux durante los cuatro meses que duró el juicio. También “acudió puntualmente a todas las citaciones”. Y no huiría “después de tres semanas en La Santé”. “Soy francés, amo a mi país, a mi familia, a mis hijos. Lucho para que triunfe la libertad”. Rindió “homenaje al personal penitenciario””, “que ha sido de una humanidad excepcional, lo que ha hecho soportable esta pesadilla”.

En la audiencia, la familia estaba presente, representada por Carla Bruni y dos de sus hijos, Jean y Pierre Sarkozy. Con un abrigo negro y aspecto cansado, la esposa besa a los colaboradores del expresidente y luego se sienta con tristeza. “¿Cómo estás?”, le pregunta la jefa de prensa Véronique Waché. Carla Bruni baja la cabeza con un gesto amargo.

Responderé a las preguntas, señor presidente

Nicolas Sarkozy, al comienzo de la audiencia

Para evitar cualquier filtración de imágenes, se pidió a los periodistas, al público y a los familiares que apagaran sus teléfonos móviles y los guardaran en un sobre cerrado, bajo la atenta mirada de los numerosos gendarmes repartidos por la sala.

“Estamos aquí para examinar su solicitud de libertad”, declaró el presidente Olivier Géron, dirigiéndose a la pantalla de videoconferencia.

“Responderé a las preguntas, señor presidente”, le respondió Nicolas Sarkozy.

Olivier Géron recordó todo el proceso, desde las primeras detenciones preventivas hasta las últimas imputaciones y el juicio. Enumeró los cargos políticos que había ocupado el detenido, desde los partidos RPR hasta la UMP, pasando por la alcaldía de Neuilly-sur-Seine, el consejo general de Hauts-de-Seine y la presidencia de la República. Mencionó las condenas que ya se le habían impuesto.

Tres años de prisión, dos de ellos en condicional, en el caso Bismuth, condena definitiva, cumplida con brazalete electrónico este año. Su condena a un año de prisión, del cual seis meses en condicional, en el caso de la financiación ilegal de su campaña de 2012. “Y, además, está usted imputado por soborno de testigos contra Ziad Takieddine, que estaba siendo procesado en este caso y que falleció el pasado mes de septiembre”, señala el presidente.

Olivier Géron da lectura a los ingresos declarados por el acusado: 638.000 euros en concepto de salarios, 153.000 euros en concepto de pensión, 2,3 millones en concepto de ingresos no comerciales y 1,3 millones en concepto de intereses por bienes muebles.

Las palabras del preso más famoso de Francia

“¿Cuál es exactamente su actividad profesional?”, pregunta el magistrado.

— “Señor presidente, tengo dos actividades profesionales. Soy abogado y propietario de un bufete de abogados, y la segunda es conferenciante, por así decirlo. Me invitan a dar conferencias.”

— Aquí pone 638.000 euros en concepto de salarios, no lo entiendo...

— Es mi bufete de abogados”.

Nicolas Sarkozy precisa que viaja mucho para dar esas conferencias, pero “por lo general, solo uno o dos días”.

Una magistrada asesora le pregunta por los beneficios no comerciales que también aparecen en su declaración. “Ejerzo funciones de asesor para varias empresas”, añade Nicolas Sarkozy. “¿Cuántas? —Cuatro”, precisa.

El tribunal debe pronunciarse sobre los riesgos de presión en el futuro juicio de apelación. El presidente, Olivier Géron, señala el episodio de las presiones ejercidas sobre el exdirector de inteligencia interior, Patrick Calvar, en relación con el embarazoso testimonio de un alto cargo libio.

“En junio de 2013, usted se puso en contacto con el Sr. Patrick Calvar, cuando usted ya solo era miembro del Consejo Constitucional. ¿No le parece un poco sorprendente ponerse en contacto con el director central de los servicios de inteligencia interior, que debe estar sujeto al secreto?

— En 2013 yo no estaba bajo investigación ni bajo control judicial”, se defiende Sarkozy. “En aquel momento me informaron de que un libio, el Sr. Missouri [que fue intérprete de Muamar el Gadafi, ndr], había hecho declaraciones sobre mi campaña. Llamé al Sr. Calvar para decirle que, en caso de que se produjera una nueva manipulación, no dudaría en presentar una denuncia.

— Es decir, quería transmitir el mensaje de que temía una manipulación, si lo entiendo bien...

— No temía una manipulación, estaba seguro de que se produciría una manipulación. Circulaban informaciones sobre el hecho de que los amigos del Sr. Gadafi habrían obtenido documentos si testificaban contra mí.”

El presidente Géron continúa con el caso de la falsa retractación de Ziad Takieddine.

“También está siendo investigado por un caso de soborno a un testigo. ¿En qué punto se encuentra?”.

Nicolas Sarkozy aclara que solo está siendo investigado en ese caso por “encubrimiento” de dicho soborno, y no por soborno directo.

“Pero, ¿en qué punto se encuentra?

—Los jueces no han dictado sentencia. Quiero precisar que niego haber obtenido jamás la más mínima información sobre la forma en que la Sra. Marchand realizó esa entrevista.

—¿Se ha enviado la notificación de finalización de la instrucción?

—Sí. Es solo para indicar que la instrucción ha concluido.

— ¿Cuándo terminó la instrucción?

— En febrero de 2025”.

En la sala del tribunal, el abogado de Sarkozy, Christophe Ingrain, dice estar “muy impresionado” por solicitar la puesta en libertad de un expresidente que también es un “amigo”, al que ha visto “todos los días en aislamiento”. Defiende a “un recluso que se ha enfrentado a la cárcel”, “a amenazas de muerte”, “a los gritos de un recluso que se autolesionó”. Descarta los riesgos de concertación fraudulenta y, por supuesto, de fuga de su cliente.

Las peticiones de la fiscalía

El abogado general Damien Brunet, equivalente al fiscal del tribunal de apelación, toma la palabra para presentar sus peticiones.

Precisa el marco: “Hoy evalúan ustedes la puesta en libertad de un acusado que se beneficia de la presunción de inocencia [Sarkozy ha recurrido la sentencia, ndr], y no la solicitud de puesta en libertad de un condenado.” Para el tribunal, los criterios para mantener la prisión preventiva no son los mismos que los que justificaron el encarcelamiento del expresidente, es decir, la “excepcional gravedad” de los hechos juzgados por el tribunal de primera instancia.

Según el artículo 144 del Código de Procedimiento Penal, la prisión debe ser el “único medio”” para que la justicia se asegure de que las pruebas y los indicios materiales del caso no desaparezcan, para impedir presiones sobre los testigos y/o una concertación fraudulenta con los demás acusados, para proteger al imputado y para evitar cualquier riesgo de fuga.

Por lo tanto, es necesario examinar con la mayor atención el riesgo de reiteración de los hechos

El abogado general Damien Brunet

Damien Brunet insiste en las “garantías de representación” del exjefe del Estado, que siempre ha acudido a todas las citaciones (detención preventiva, imputación y juicio). Sin embargo, si se concede la libertad, debe estar estrictamente controlada, según el magistrado. Este recuerda a su vez que Sarkozy ya ha sido condenado en firme por corrupción en el caso Bismuth y también condenado en firme por financiación ilícita de campaña en el caso Bygmalion, dos delitos también relacionados con el escándalo libio.

“Por lo tanto, hay que prestar la máxima atención al riesgo de reincidencia”, expone Damien Brunet, quien también recuerda la imputación de Nicolas Sarkozy por encubrimiento de soborno de testigos y asociación ilícita en el caso de la falsa retractación de Ziad Takieddine.

El magistrado destaca “el riesgo de concertación” con los demás acusados, entre los que destacan Brice Hortefeux y Claude Guéant, sus dos colaboradores más cercanos, quienes, según la sentencia de primera instancia, negociaron en 2005 con el régimen libio, bajo la autoridad y en nombre de Nicolas Sarkozy, un pacto corrupto con vistas a la financiación oculta de la campaña presidencial de 2007. Todos los acusados niegan los hechos.

El abogado general solicita, en consecuencia, que Nicolas Sarkozy sea sometido a un control judicial “estricto”, con la prohibición de reunirse “de cualquier forma” con los otros acusados y con los testigos del juicio de apelación.

Por fin el tribunal ha ido más allá.

Caja negra

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Este artículo se ha actualizado con extractos de la sentencia del tribunal de apelación de París.

 

Traducción de Miguel López

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